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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

Teresa Valdés, de 63 años, vivió un exilio en su infancia que la marcó. Tras regresar a Chile en el 2004, decidió ayudar a perros abandonados en Laguna Verde. Construyó un refugio donde llegó a tener 190 perros. Sin embargo, tras problemas económicos, la Fundación Tevarescata necesita donaciones para alimentar a los 143 perros que residen en el lugar. Valdés destaca la importancia de rescatar a los perros mestizos y el compromiso de cuidarlos hasta que la salud se lo permita.

Teresa Valdés (63) es una mujer que ha tenido una vida intensa. Ya desde niña, enfrentó obstáculos con los que no debió vivir a tan corta edad. Puesto que en 1975, vivió el exilio junto a su familia, un hecho que dejó profundas huellas en su forma de ser.

En ese entonces, ella estuvo radicada en Rumania, Francia, Grecia, Alemania y Estados Unidos. Así las cosas, por cuatro décadas, Teresa estuvo habitando otras realidades.

Sin embargo, aprovechando su educación como técnico agrícola, decidió que quería recuperar la conexión con el país de su infancia. “Perdí patria y también el idioma”, afirma. En ese sentido, cuenta a BioBioChile que aprendió a hablar en español a los 30 años, menciona con un marcado acento alemán.

Valdés regresó a Chile en el 2004, pensando en fabricar tractores, pero una casualidad cambió sus planes.

En aquel tiempo, decidió adoptar una perra, luego vinieron otras adopciones que la llevaron a vivir en el pueblo costero de Laguna Verde, a 119 kilómetros de Santiago.

“Me vine a vivir a unos terrenos que había comprado en Laguna Verde y los vecinos, al ver que tenía varios perros, empezaron a botarlos en la puerta de la casa”, añade Valdés.

“En un tiempo, llegué a tener 190 perros”.

Teresa y los perros

A finales de 2008, debido a la acción de las personas que dejaban a los perros en su casa, Teresa decidió que en su terreno de 10.000 m² en Laguna Verde, iba a construir un refugio.

“No quiero que se crea que yo hago esto, porque no tuve hijos o que yo este loca, mucha gente opina eso de mí y no es así. Yo vi la necesidad de ayudar a los perros, porque no hay ningún apoyo para ellos”, indica.

En general, los perros que llegaron a su refugio, han sufrido del frío y el hambre de las calles, puntualiza Teresa. “Vi la necesidad de ayudar, por eso construí un santuario”.

Si bien por algunos años pudo costear el albergue por su propia cuenta, después del estallido social y la pandemia, Teresa vio afectada la venta de terrenos y parcelas —su principal fuente de ingresos—. Desde entonces, ha pasado por graves dificultades para sostener su proyecto que hoy funciona como la Fundación Tevarescata.

Después de la pandemia, Teresa empezó a recibir la ayuda de gente desinteresada, que se ofreció como voluntaria. Finalmente, el grupo la convenció de que la situación era insostenible, pues costaba mucho llegar a fin de mes con la manutención de los perros. “Ya es tiempo de pedir donaciones, porque no se puede seguir así”, le dijeron.

“Hasta ahí yo estaba sola con los perros”, relata Valdés. “Lo que más necesitamos es comida y agua. Y de repente medicamentos, ahora estamos haciendo una acción, para comprar la vacuna óctuple para 20 perros y la antirrábica”.

“Cada día se pasa tan rápido”

Actualmente, en su hogar residen 143 perros, en un terreno donde los animales viven, duermen y comen en 25 caniles.

En cuanto al funcionamiento del refugio, Teresa Valdés cuenta que tiene organizado de manera milimétrica la rutina del hogar, puesto que hay perros que se encierran para comer. Mientras tanto, otros perros deben estar en sus caniles porque provocan peleas. Aunque la mayoría se mantiene libre en el patio.

Como regla general —dice Teresa— los perros nuevos, deben estar en los caniles para que la “manada” se acostumbre al olor de sus nuevos compañeros. Igualmente, en los días veraniegos, los perros pueden correr libremente por la zona.

@teresa.valdes.tev

♬ sonido original – Teresa Valdes TeVaRescata

“Para mí, cada día se pasa tan rápido, que a veces ni siquiera me acuerdo de las fechas. Estoy todo el día pensando en la comida y agua para los perros. También los cuido en el turno de noche y durante el día, hay una persona que me ayuda. Estamos 100% concentrado en ellos”, subraya Valdés.

El amor de un perro

Teresa relata a BioBiochile, que iniciativas como la clínica veterinaria móvil de la Municipalidad de Valparaíso, es una gran ayuda para que los perros sean esterilizados.

No obstante, advierte que acceder a los sacos de comida, se hace cada vez más difícil, debido a la enorme cantidad de perros que son abandonados. Así que muchas veces, no alcanza para todos los grupos de rescate de la Región de Valparaíso, que postulan a estos beneficios organizados por las marcas. Por lo mismo, la entrevistada recalca que de repente, se ha quedado sin comida para alimentar a los perros del sector de Laguna Verde.

A propósito de su labor, Teresa hace notar que todo lo que hace es para “devolver la mano a la patria”. “Es algo que hay que hacer para que estemos mejor como sociedad. Esa fue siempre mi motivación, buscar algo en lo que pueda servir a la comunidad. Y no sé si fue el destino, pero mis primeros perros me hicieron abrir los ojos a la necesidad que había de rescatarlos”.

@teresa.valdes.tev

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Si la acción tiene un significado particular para Valdés, podría ser porque los perros representan un compromiso que pretende honrar hasta que la salud la acompañe.

Ante esto, la mujer recuerda los comentarios que le dice la gente: “Ya, pero para qué te metiste en esto”. Tras eso, Valdés insiste en la siguiente idea: “Pues ya lo sé, estoy en esto, o sea, ahora no puedo retroceder. Tengo que seguir adelante, ya que es un proyecto de por vida. A veces digo, por Dios, ¿por qué no me arranco? Porque hay días que son fatales, donde los perros están sin comida, incluso yo estoy sin comer. Es bien fuerte. Si usted conoce a los perros, distingue la tristeza, alegría y hambre. Se sabe, uno lo puede ver. Entonces, le parte el corazón a uno ver que el perro tiene hambre. Y uno no le puede explicar que yo ya le di mis últimos tallarines, que yo también tengo hambre”.

La belleza de los perros mestizos

Cuando Teresa toma contacto con un perro mestizo, ella ha notado lo diferente que son respecto a los perros que son de raza. “Tienen otro espíritu, esto se puede ver sobre todo si los perritos son encontrados a los 4 meses y ya sobrevivieron”, remarca Valdés.

“Entonces ya han vivido varias cosas. Son bien agradecidos, la mayoría son chistosos, a menos que usted encuentre un perro con depresión, pero son los menos, porque la mayoría se ponen muy contentos cuando uno los rescata”, complementa a La Radio.

En ese sentido, Teresa se emociona al recordar a uno de sus primeros perros quien le ayudó a “abrir el alma y los ojos”.

“Antes no los veía, fue mi perra Chiqui, que me mostró el problema del abandono”, dice Valdés. “Con ella, aprendí a ser humilde, porque venía de otra vida, donde mi único problema era saber para dónde me iba de viaje. Ellos ahora son mi cable a tierra”, finaliza Teresa.