“Huye, porque si tus ojos se petrifican con asombro, ella te convertirá en piedra”. El verso es del poeta Gaspare Murtola y fue inspirado en el mito griego de Medusa, la mujer de cabellos de serpiente y víctima de violencia sexual que se convirtió en ícono para el feminismo contemporáneo.
Su historia, ha sido representada y citada en múltiples expresiones artísticas: desde obras de teatro, poemarios y ensayos hasta canciones pop de todas las épocas; sin embargo, no fue hasta hace algunos años que su figura adquirió otro tono.
En la mitología griega, Medusa es una monstruo ctónico (“del inframundo”) femenino, hermana de Esteno y Euríale, quien luego fue imaginada como una mujer hermosa por los escultores y pintores griegos del siglo V.
Su misión como sacerdotisa era una: proteger el templo de la diosa Atenea. Fue ahí, realizando esa tarea crucial, donde fue violada por Poseidón, el “señor de los mares”, y donde su destino terminó sellándose: el vejamen motivó la furia de Atenea, quien a modo de castigo transformó su cabello en serpientes y le otorgó la característica que marcaría su vida: convertir en piedra a quien fuera con solo mirarlo.
El abuso, de acuerdo a la mayoría de las interpretaciones de la historia, dio pie a un embarazo, condición que no importó cuando el trágico final de la bella Medusa, ahora desterrada y humillada, inició su curso.
La gorgona, que padeció en carne las consecuencias de su “error”, fue decapitada en su cueva mientras dormía. El autor fue Perseo, quien había sido enviado exclusivamente para eso. En la tarea lo ayudaron los dioses Atenea y Hermes: con los ojos cerrados se dejó llevar por sus indicaciones, que le detallaron específicamente dónde debía presionar el cuchillo.
Nada pudieron hacer sus hermanas. El mito dice que del cuello de Medusa brotó lo que sería su descendencia: el caballo Pegaso y el gigante Crisaor. Perseo, por su parte, ocupó la cabeza para derrotar a sus enemigos, mientras que Atenea la exhibió protegida bajo su escudo.
Desde entonces, la mirada desorbitada de Medusa (con las serpientes moviéndose en su cabeza) pasó a ser la postal más representativa de esta figura mitológica.
La historia, sin embargo, fue resignificada: en la Revolución Francesa, los rebeldes jacobinos utilizaron el ícono como emblema de libertad. Y en el Renacimiento, por ejemplo, la escena de la decapitación sirvió para ilustrar la influencia de la familia Medici, los principales mecenas de Florencia, y su poder sobre el bajo pueblo. Pero fue el feminismo el que termino quebrando el mito.
Según el sitio Vice, fue el manifiesto The Laugh of the Medusa (1975) de la teórica Hélène Cixous el que marca un punto inflexión, estableciendo que fue el patriarcado el que dibujó el legado “monstruoso” de Medusa, todo esto a causa del miedo al deseo hacia las mujeres.
Si los hombres se atreviesen a mirar a Medusa a los ojos, dice la teórica feminista, veríamos que “no es mortífera, es hermosa y está riéndose”.
El punto de Cixous era demostrar cómo “deconstuir” la idea del cuerpo femenino como amenaza. En esto, el debate en torno a la violación (y la cultura que esta conlleva) fue clave: sólo así la memoria de Medusa fue puesta en perspectiva.
Así, la historia de la poderosa y bella mujer que fue violada, desterrada y degollada cobró otra interpretación, esta vez con el esquema patriarcal como principal responsable.
Mary Beard, tal como lo resumen el mismo artículo citado, piensa que la cultura occidental ha ensayado durante siglos cómo dominar y silenciar a las mujeres, incluso desde la era clásica.
En Women and Power: A Manifesto, va incluso más allá: señala que la figura de Medusa (“la mujer ingobernable”) surge cada vez que la estructura masculina se asume en peligro por las mujeres, con el fin de evidenciar los riesgos que estas suponen.
El escultor argentino Luciano Garbati llevó esta cruzada por Medusa a otro estadio, al girar completamente la historia.
En su representación de más de dos metros de alto, ya no es ella a quien cortan la cabeza. En la escultura, vemos a Medusa en actitud de guerra, con una espada en la mano derecha y la cabeza de Perseo en la izquierda.
En Estados Unidos la imagen se convirtió en viral, al mismo tiempo que el nombre de Medusa, día a día, cobra nuevas y complejas texturas. Debajo de la obra de Garbati, una leyenda intenta explicar el fenómeno: “Be thankful we only want equality. No payback” (“Se agradecido que solo queremos igualdad, no venganza”).