Un triste caso fue dado a conocer por medios internacionales esta semana. Se trata de una mujer que grabó con una cámara escondida cómo el cuidador de un hogar maltrataba a su padre de 89 años, quien estaba bajo su atención.
El caso ocurrió en 2015 en la ciudad de Adelaida, Australia, donde reside Noleen Hausler y su padre Clarence Hausler, a quien dejaba en una residencia de ancianos llamada Mitcham Residential Care Facility.
Según detalla Daily Mail, la mujer comenzó a sospechar de un cuidador llamado Corey Lucas semanas después de conocerlo, luego de observar que su padre se mostraba intranquilo al saber que se quedaría con él durante las tardes.
Luego de unos días, Noleen decidió colocar una cámara escondida en la habitación de su padre. Tras un tiempo descubrió algo terrible: el cuidador maltrataba constantemente a su padre de edad avanzada.
En uno de los registros se muestra cómo Corey Lucas obliga al hombre, por la fuerza, a comer sus alimentos. Si bien el adulto mayor intenta resistirse a esta acción, acaba cediendo y siendo violentado.
Otro video muestra al trabajador presionando las vías respiratorias del anciano, con el propósito de asfixiarlo. Lo peor de aquel registro es que el hombre parece estar disfrutando con el sufrimiento de Clarence Hausler.
Tras observar eso Noleen entregó las imágenes a la policía de la ciudad, quienes posteriormente detuvieron a Lucas y lograron una pena de presidio para él.
El video volvió a salir a la luz esta semana, durante la Comisión Real de Ancianos de la ciudad de Perth. Hasta el lugar arribó la mujer, quien entregó su testimonio.
“Al enfrentarme a las imágenes entré en un estado de shock y de total preocupación por mi padre. Mi corazón estaba acelerado y mis manos temblando”, declaró en la oportunidad.
Durante su intervención, la mujer agregó que hizo una denuncia formal contra la institución, en la que había estado internado su padre por 13 años. Durante el tiempo de grabación, ocho días, fue agredido por Lucas y otra trabajadora.
Si bien su acusación fue aceptada por la institución, en un inicio se le acusó de espiar ilegalmente al personal. No obstante, ella justificó su actuar debido a que estaba “pagando por un servicio y tenía derecho a saber cómo era el cuidado su padre”.
En ese entonces, la corte de Adelaida condenó al acusado a 11 meses de prisión, aunque finalmente sólo cumplió tres.
