Las Fiestas Patrias son una de las celebraciones más esperadas por los chilenos, quienes no escatiman en gastos para festejar como es debido.

Lo curioso es que el 18 de septiembre no se conmemora la Independencia de Chile, como algunos podrían pensar, sino que la conformación de la Primera Junta Nacional de Gobierno en 1810, la cual dio paso a un proceso independentista, que se concretó recién en 1818.

La junta presidida por Mateo de Toro y Zambrano, fue la primera forma autónoma de gobierno surgida en Chile, pese a que juraban lealtad al rey Fernando VII de España que había sido apresado por Napoleón en Francia.

Y aunque no constituyó un acto independentista (pues devolverían el poder al rey apenas fuera liberado), sí abrió una brecha entre los criollos para debatir acerca de una separación definitiva de la corona española.

La primera celebración de Fiestas Patrias

La junta fue un gran paso y además tuvo otras funciones como aumentar y organizar las tropas del Ejército, convocar a un Congreso Nacional, declarar comercio libre internacional, además de establecer comunicación con la Junta de Buenos Aires.

Por esto y más, al cumplirse un año de su conformación, era necesario que existiera una celebración. El 18 de septiembre de 1811, se llevó a cabo la primera “Fiestas Patrias” de la historia de Chile.

Según el paraguayo Manuel Antonio Talavera, considerado como el primer cronista de la revolución independentista de Chile, el festejo comenzó con un Te Deum y tres salvas de artillería. En tanto, en la Plaza de Armas de Santiago se realizó una fiesta con música y fuegos artificiales.

Baile del Santiago (de Chile) antiguo | Pedro Subercaseaux | Wikimedia
Baile del Santiago (de Chile) antiguo | Pedro Subercaseaux | Wikimedia

“El mismo día 18 se celebró el cumpleaños de la Junta con misa solemne, sermón, Te Deum, y tres salvas de artillería, más dos días de iluminación y dos noches de fuegos, mucha música en un tabladillo que se hizo en la plaza mayor”, señaló Talavera en uno de sus escritos que se encuentra almacenado en la Universidad de Chile.

Aquellas celebraciones no fueron para todo el pueblo, sino que sólo estaban invitados los miembros de la aristocracia de Santiago.

“El 18 de septiembre de 1811, se celebra en el Palacio de Gobierno en Santiago con un acto en el cual se hizo un recuerdo de lo que había implicado el 18 de septiembre del año anterior. Se dice que hubo una concurrencia masiva de la élite”, explicó a BioBioChile Andrés Medina, doctor en Historia de la Universidad de Salamanca y docente de la Universidad Católica de la Santísima Concepción.

“Esa élite de Santiago conmemoró el aniversario con un baile y una recepción o cóctel, como lo llamaríamos ahora, en el cual hubo una descripción muy clara de un gesto que fue mostrado por doña Javiera Carrera”, añadió.

Según explicó el historiador, la hermana de José Miguel Carrera apareció con un peine en su cabello con una cadena de la cual colgaba una corona. “Ese símbolo fue tratado de leer como el concepto de la corona caída. Ese símbolo de la corona colgando, es un ejemplo de la idea de los Carrera de que hay que romper con Fernando VII”, sentenció el profesor.

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Un nuevo aniversario para celebrar

Tras un año de muchos cambios, en 1812 la celebración se retrasó hasta el 30 de septiembre. Dos días antes, José Miguel Carrera, que había asumido como presidente de la Junta Provisional de Gobierno, ordenó iluminar gran parte de Santiago como forma de festejo.

La casa de Gobierno, en tanto, fue adornada con la bandera tricolor (azul, blanco y amarillo) que había sido creada por Carrera e izada por primera vez el 4 de julio de 1812.

La élite volvió a ser invitada a un Te Deum y un baile en la misma Casa de Moneda.

Debido a la llegada de las fuerzas españolas y las batallas por la Independencia, en los años siguientes la celebración se canceló y se retomó sólo tras la victoria patriota en Maipú, el 5 de abril de 1818.

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Fiesta queremos

Tras el triunfo independentista se sumaron dos fechas más a la celebración patriota: el 12 de febrero, como aniversario de la batalla de Chacabuco; y el 5 de abril, por el triunfo en Maipú.

Según consignó un antiguo artículo de La Tercera, estos tres días representaban momentos claves en la historia de Chile: la regeneración política (18 de septiembre); la independencia (el 12 de febrero); y la consolidación.

Pese a la intención tras la elección de estos días, con los años resultó inviable debido a que se topaba con otras fechas importantes como por ejemplo, Semana Santa.

En 1822 se eliminó el 5 de abril y 15 años después ocurrió lo mismo con el 12 de febrero, dejando así sólo 18 de septiembre como festivo.