Lo que hoy en día se denomina “permisología”, palabra que no cuenta con definición de la RAE, está generando una importante discusión política y la proliferación de columnas de opinión. En nuestro caso, daremos nuestra opinión sobre lo que denominaremos “permisología ambiental”.

El año 1993 se estrena una recordada comedia titulada “El día de la marmota”, protagonizada por Bill Murray, que sumerge a su personaje principal en un “loop” en el tiempo, donde todos los días se repite el día anterior. Como buena película de Hollywood esta termina cuando el protagonista se da cuenta del verdadero amor.

El mismo año de esta recordada película se da inicio a un cambio normativo fundamental en la protección del medio ambiente en Chile, con la promulgación de la Ley sobre Bases Generales del Medio Ambiente (Ley N° 19.300), publicada el 9 de marzo de 1994.

Esta permitió establecer un sistema de evaluación de impacto ambiental de aquellos proyectos definidos como susceptibles de causar impacto ambiental. Este sistema fue concebido bajo un modelo de coordinación entre los diversos servicios sectoriales en materia ambiental, quienes a su vez, otorgaban los correspondientes permisos ambientales sectoriales según su competencia legal.

Para el otorgamiento de los permisos se diseñó un sistema híbrido, donde los aspectos ambientales se revisaban en el proceso de evaluación ambiental, quedando los aspectos “no ambientales” supeditados a su tramitación sectorial.

En 2010 pese a la radical transformación de la Institucionalidad Ambiental, con la creación del Ministerio del Medio Ambiente y la Superintendencia del Medio Ambiente, se mantuvo un sistema de otorgamiento de los permisos sectoriales. Este sistema híbrido ha dado como resultado la generación de una serie de discordancias y cambios de criterios entre diversos órganos del Estado, que finalmente provocan que muchos proyectos demoren años en conseguir su aprobación ambiental.

El loop permisológico

Volviendo a nuestro tema, ¿por qué hablamos del “día de la marmota ambiental? La razón es simple, vemos que todos los gobiernos buscan salir del “loop permisológico”. La presidenta Bachelet con sendas comisiones y el presidente Piñera con un proyecto de ley que no fructificó. Y el actual gobierno del presidente Boric, con dos proyectos en plena tramitación, los cuales se orientan a modificaciones a la Ley N° 19.300 y a la creación de una nueva institucionalidad que promete eliminar la permisología, otorgándole poderes de coordinación a un ministerio con vocación de desarrollo económico, como lo es el Ministerio de Economía.

En nuestra opinión, el proyecto de modificación de la Ley N° 19.300 se ve bastante técnico, con modificaciones que pueden ser útiles para disminuir tiempos de tramitación -como la eliminación de las Comisiones de Evaluación y el Comité de Ministros.

Este Proyecto de Ley requiere mejoras.

Se ve como un aporte poco audaz, que no logra sistematizar los 36 proyectos de reforma están en trámite en el Congreso. Por otra parte, el proyecto de ley que aborda la permisología, que al parecer cuenta con apoyo político, nos parece una de las peores ideas que hemos visto en los últimos años. Pensar que los problemas del Estado se resuelven con más Estado, es pensar en la Argentina del año 2003, creando la falsa ilusión sobre que sus disposiciones nos permitirán solucionar el problema y superar el día de la marmota, sólo porque al Ministerio de Economía le interesa la inversión. Por cierto, ambos proyectos de ley no conversan entre ellos y parecen provenir de polos opuestos.

Como vemos, seguiremos en el día de la marmota y las soluciones que buscan nuestros protagonistas de turno, no se ven como opciones viables, sino que simplemente otra prueba y error.

¿Cómo salimos de esto?

A nuestro juicio la discusión se debe centrar en modernizar la administración del Estado, profesionalizar la carrera funcionaria con una evaluación permanente de desempeño, concursar jefaturas intermedias, eliminar componente política de administración del estado -dejándola sólo en las esferas de toma de decisiones- capacitar a los evaluadores, establecer sanciones por decisiones arbitrarias, entre otras obviedades que quizás no lo son tanto.

La solución no pasa por tener más leyes o cambiar plazos, sino por centrarnos en un Estado profesional que cumpla un adecuado rol en evaluar proyectos, tanto por la protección al medio ambiente como el desarrollo del país.

Tal como en la película, necesitamos cambiar de actitud para salir de este día de la marmota.

Rodrigo Azolas P.
Dr(c) en Ciencias. Magister en Medio Ambiente.

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