Este fin de semana conmemoramos el Día del Niño y la Niña, donde el comercio saca, como es habitual, excelentes ganancias financieras. Las vitrinas y góndolas de las tiendas quedan vacías de juguetes tecnológicos, plásticos, y por consiguiente, tremendamente onerosos para las familias.

Es justamente desde este escenario, donde nos debieran surgir algunas reflexiones y preguntas: ¿Eso es el día del niño? ¿Es esa la infancia que aspiramos para nuestro país? ¿Así queremos que las infancias construyan y vivencien su derecho a participar en la co construcción de una sociedad más justa, más solidaria, donde todos y todas tengan acceso a disfrutar de lo que significan las infancias?.

La Educación Parvularia promueve la formación de una infancia muy diferente, donde “Ser niño/a”, implique algo más que un día, que un juguete o una golosina. Es tener la posibilidad de ser protagonista de un mundo que le da derecho a una educación de calidad, una familia que le brinde la protección y el amor necesario para desarrollarse y aprender a habitar el espacio social que le corresponde como ciudadano y ciudadana.

Niños y Niñas, llamados a crear, a plantearse problemáticas, a buscar soluciones individuales y en equipo, menores que nacieron en un mundo tecnológico, que aprendieron decidiendo, aportando y opinando, expresando su pensamiento usando cien lenguajes como dice “Loris Malaguzzi”.

Necesitamos en conjunto con las familias, generar espacios educativos para formar Niños y Niñas comprometidos con su entorno, cuidadores del medio ambiente, capaces de sostener un papel en su mano, hasta encontrar un lugar donde depositarlo y que su acción sea valorada e imitada por los adultos.

La sociedad requiere que las familias promuevan e intencionen espacios propios para el compartir solidario, la recreación, el juego, la preocupación por el otro, erradicando el individualismo, el egoísmo, rescatando aquellas celebraciones que humanicen y den sentido al genuino mundo de la niñez.

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