Este es un año tremendamente dinámico desde la perspectiva electoral, con renovación de concejales, alcaldes, diputados la mitad del senado, concejeros regionales y además, dos nuevas autoridades las constituyentes, los gobernadores, y para sumar aún más, presidente. Es decir, este año renovamos o renovaremos todas las autoridades de elección ciudadana.

Lo anterior, sumado a un mundo y país en pandemia con muchas precariedades e incertidumbres que hacen complejo proyectar la nación, así también un estallido social que está presente, no desde la perspectiva callejera concreta, pero si en la discusión pública y la definición de acciones desde el Estado. Finalmente, una nueva constitución en proceso.

Eso nos hace concluir que la incertidumbre es un elemento central, que se hace presente en la carrera presidencial, con bloques que aún no se definen y probablemente, no lo harán hasta la inscripción presidencial. En esta perspectiva, la izquierda aun no establece la cantidad de candidatos que llevara a la elección de noviembre, si la lista del pueblo lleva candidato las opciones del candidato de apruebo dignidad perdería hegemonía en su sector lo que hace complejo o reduce las opciones de pasar a segunda vuelta, la misma situación presenta Chile vamos, pues si compite J. A. Kast las posibilidades se reducen.

En tanto, en la centro izquierda el escenario es más nebuloso aun, pues no está zanjado la forma en que se resolverá quien sería su candidata o si Paula Narváez será la única opción del sector ya que Provoste aun no oficializa su campaña.

Y para mayor dilema, los candidatos independientes como Parisi, Jiles y otros, hacen definitivamente gaseoso este clima electoral presidencial.

Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioChile