Cuando hoy caiga la noche, recuerde a Frankenstein: siempre hay castigo a quienes creen poder moldear la realidad y la vida a su antojo.
Usted, cuando lea esto, está presto a votar. Lea tranquilo: esto no es propaganda ni spoilers, sino una guía para cuando, ya en casa, mire los resultados con menos ansiedad que el vecino. Hoy termina la campaña y empieza el país real, donde los números no perdonan y las excusas pierden toda utilidad.
Lo que está en juego es simple y brutal: lo que viene es un cambio profundo, una especie de restauración después de años tumultuosos.
Desde 2021 hemos tenido elecciones todos los años, dos procesos constitucionales fracasados, un estallido social que reconfiguró para siempre el mapa político, una pandemia que quebró certezas, la irrupción meteórica del Frente Amplio, el presidente más joven de nuestra historia…y la inesperada partida del expresidente Piñera.
Tras ese torbellino, hoy se define algo más que un gobierno: se define quién será el presidente de la restauración, como ocurrió en Francia después del 9 Thermidor, cuando el país, exhausto, buscó volver a un orden mínimo que le devolviera respiración.
He de esperar que nadie crea que además es necesario un 18 Brumario, y que el proceso que viene sea más parecido a Argentina que a El Salvador. Jugar a Robespierre, en especial en darse una altura moral distinta al resto de los políticos, tiene siempre esas consecuencias.
El Servel tendrá hoy uno de sus exámenes más complejos. No por su capacidad técnica —que está probada— sino porque entramos en una era donde en un posible triple empate de la oposición, no faltarán quienes recurran a las redes sociales para sembrar la duda como ha ocurrido en otros países.
En este clima, conviene decir algo antes de que aparezcan los relatos defensivos de los comandos: Jara tendrá más de 30%, más allá de las lógicas contramufas futboleras que hace su Comando. No hay coalición oficialista que, con veinte años de musculatura territorial, caiga por debajo de su propio piso histórico.
El problema es cómo enfrentar una derrota parlamentaria, calmar los dolores y que no ocurra lo que le pasó a la derecha en la segunda vuelta del año 2013. Será una buena tarea para una candidata que ya ha demostrado resiliencia suficiente ante las zancadillas de su propio mundo.
Y mientras el país vota, Kaiser sigue jugando a ser la sorpresa. Ha insinuado fraudes, complots y fuerzas ocultas, pero también ha logrado pasar por la derecha a Kast, dejándolo como un socialdemócrata. La paradoja es que probablemente no tenga apoderados suficientes por lo que tendrá mayor tentación a sembrar la duda.
Si pasa a segunda vuelta, estamos en otra elección, que para el oficialismo suena a mucho más competitiva que enfrentar a Matthei o Kast. Jara por su propia impronta institucional podría apostar a ser más restauradora que el impulsivo Kaiser.
Además del presidente del período de orden y calma, hoy se decide la otra mitad del poder político en el Congreso. Y ahí la noche será larga y entretenida.
En el Maule, la contienda de la presidenta del PS Paulina Vodanovic es una de las más observadas del país. Algunas proyecciones interesadas que se difundieron la dieron por perdedora, como antes ocurrió con Elizalde, pero las mediciones internas de hace algunos meses mostraban que tiene posibilidades reales, sobre todo en las zonas urbanas.
El factor desestabilizador sigue siendo Naranjo, si logra sacar más que la suma de Vodanovic, Sánchez y Sepúlveda, los tres candidatos fuertes del oficialismo.
En Valparaíso, la elección de Squella será un termómetro para Kast. Los republicanos no tienen senador hoy y, si entra acompañado de dos o tres senadores más, Kast afronta la segunda vuelta con un sello de gobernabilidad.
Si la apuesta falla, habrá caras largas: Chile Vamos le cobrará no haber pactado lista única, ni haber aceptado omisiones. También será un tema el resultado final, y si pese a la división, las oposiciones logran mayoría. Cualquier otro resultado estrecho será pasada de cuentas por doquier.
La batalla por el Senado también puede coronar a la primera dirigente del 2011 en llegar a la cámara alta: Karol Cariola. Pese a filtraciones maliciosas y campañas subterráneas, tiene alta probabilidad. Su triunfo fortalecería a un PC que, además, podría sumar a Gutiérrez en Tarapacá.
En la cámara de diputados la primera es el populoso Distrito 8, donde la dupla Barraza – Gatica tiene impacto nacional: Barraza fue asesor clave de la candidata oficialista; si entra, altera la correlación interna de fuerzas en un PC que, tras la caída de Jadue, busca nueva gravitación parlamentaria.
Y si entra Gatica, no es solamente un equivalente a Fabiola Campillay, sino un rostro incómodo para quienes quieren echar impunidad a las violaciones de los derechos humanos del estallido social. El siempre hábil y rápido alcalde Vodanovic algo intuyó de lo que implica y a contrapelo de su partido, fue a sacarse fotos con Gatica.
A la misma hora, el triunfo inevitable de Pamela Jiles convertirá a la Cámara en un tablero movido por una bisagra explosiva. La pregunta no es si sale, sino si arrastra al Abuelo…o a Zandra Parisi, su intento chilensis de Karina Milei. Pero seguirá siendo personaje garantizado, e incluso bisagra en el período que viene. Por más del ninguneo que le han endilgado, es uno de los personajes más interesantes surgidos de estos años tumultuosos.
En la misma zona suroriente de Santiago, el choque Ximena Ossandón – Álvaro Carter dirá mucho sobre qué derecha manda en territorios de alta densidad. Más al sur, el otro Carter en La Araucanía puede transformarse en figura nacional en una sola noche. Si además entra Ruth Hurtado, será un premio mayor para los republicanos.
Pero ambos también juegan en otra clave: no son cuadros de partido, y en particular el exalcalde en el Senado actuará como figura ciudadana más que como parte de una estructura.
Atacama vivirá su propia Guerra Civil versión 2025: Yasna Provoste vs Daniela Cicardini. Las encuestas favorecen a la segunda, pero la senadora actual logró con su persistencia, crear ambiente desfavorable a su competidora y apuesta por la sorpresa. Es una de las elecciones que cerrará más tarde y moverá narrativa nacional.
En paralelo, habrá discusión inevitable sobre el sistema mismo: cuán suficiente resulta hoy la Ley de Partidos.
El FREVS, sin otra alternativa para sobrevivir, arriesgó todo: rompió con el oficialismo, sacrificó un ministro y apostó a jugar solo. Esta noche probablemente demostrarán que la jugada les resultó. Si sacan tres o cuatro diputados —y Naranjo se cuela en el Senado— habrá que reescribir varios capítulos de la ingeniería electoral chilena.
Y para los obsesos del dato fino: ¿quién será el diputado más votado del país? Puede ser Kast en el 10, Jiles o Carter en el 12, Ramírez en el 9, Manouchehri en el 5 o Venegas en el 6. Ese número, no es solo anecdótico, sino define figuras de campaña para la segunda vuelta.
Cuando hoy caiga la noche, recuerde a Frankenstein: siempre hay castigo a quienes creen poder moldear la realidad y la vida a su antojo. Los monstruos de campaña no votan. La gente sí. Y si es candidato, que le vaya bien siendo un buen ganador, pero también perdedor.
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