Hace 105 años se produjo la mayor matanza que recuerde la provincia: la de Forrahue. Allí quince huilliche fueron acribillados por personal policial, luego de resistir el desalojo ordenado por los tribunales locales, pues su territorio fue legitimado como propiedad de un particular.

Fue el 19 de octubre de 1912 cuando el grupo de policías al mando del mayor Julio Frías llegó hasta un villorrio de 18 casas ubicadas en Forrahue. Lo hacía con una orden de alzamiento en mano, luego de que los tribunales locales fallaran a favor de Atanacio Burgos Villalobos, quien reclama el sector, pues según versión fue comprado por su padre años atrás.

Un trato del que no sabían los comuneros mapuche-huilliche y que no avalaban, por lo que al llegar personal policial estaban preparados para resistir el desalojo, lo cual hicieron con palos, agua caliente, algunos rifles y otras herramientas, según consigna en su relato el mayor Julio Farías.

En general artefactos de uso en el campo, utilizadas tanto por hombres como mujeres; sin embargo, nada pudieron hacer frente al poder de fuego de los policias que armados con rifles acribillaron a quince comuneros y dejaron varios otros heridos, además de concretar el desalojo.

Tal como otras matanza de aquella época –como la del seguro obrero, la escuela de Santa María de Iquique o la de Ranquil-, la de Forrahue suscitó preocupación en el Congreso, que incluso solicitó un informe a la policía de la época, escrito finalmente por el mayor Julio Frías.

Pero más allá de eso, nada más hubo al respecto, quedando el hecho escondido en la memoria.

Afortunadamente investigaciones recientes han sacado a flote el tema de la mano de investigadores, como el poeta local Bernardo Colipá, además de realizarse estudio en la propia Universidad de Los Lagos.

Para Carolina Carillanca, profesora de historia e integrante del Centro de Estudios Regionales de la ULA, la matanza de Forrahue demuestra que la violencia por la tierra y los despojos hacia el pueblo mapuche no son problemas sólo de La Araucanía, como parece ser concebido desde el mundo académico.

La matanza de Forrahue no está incluida en la historia nacional, ni menos se enseña en los colegios de Osorno, pese a su relevancia en el devenir de la provincia.

Para Carillanca es lo mismo que pasa con otros hechos de sangre que sucedieron en todo el país, escondidos finalmente para evitar manchar el recuerdo de la conformación del país.

También apuntó hacia la formación y el ejercicio de los profesores de historia, los que están llamados a comprender la historia local y a buscar antecedentes sobre ella, pese a que el currículo no la contemple o no deje espacios para su enseñanza.