"Fuimos sometidas a un ambiente en el que el abuso de poder y conciencia eran lo común, y en donde las agresiones sexuales, que se describen en la demanda, sí se pudieron haber dado", señala un grupo de 32 exconsagradas del movimiento Regnum Christi, que dio pie a los Legionarios de Cristo, sobre una demanda presentada por una exalumna del Colegio Cumbres.

Un grupo de 32 exconsagradas del movimiento Regnum Christi, de donde surgen los Legionarios de Cristo, respaldó la demanda presentada por una exalumna del Colegio Cumbres en contra de esta congregación católica.

La acción legal fue ingresada en junio pasado por una mujer de 32 años, quien asegura que estudió en aquel recinto educacional de Las Condes entre 1996 y 2007.

De acuerdo al documento presentado, la víctima sufrió abusos sexuales, de poder y conciencia durante este período por parte de integrantes de los Legionarios de Cristo.

A raíz de ello, exconsagradas —de nacional chilena, argentina, mexicana, brasileña, venezolana, canadiense y checa— quisieron aportar su visión respecto a situaciones vividas al interior del movimiento Regnum Christi.

A través de un documento, al que tuvo acceso La Tercera, señalan que “en nuestra experiencia dentro de esas comunidades, el relato sobre el contexto de la congregación Legionarios de Cristo y las consagradas del Regnum Christi, no sólo es verosímil, sino además, propicio a generar las condiciones para un entorno en donde pudiesen suceder actos atentatorios, incluso aquellos de la más alta gravedad, en contra de las personas”.

“Fuimos sometidas a un ambiente en el que el abuso de poder y conciencia eran lo común, y en donde las agresiones sexuales, que se describen en la demanda, sí se pudieron haber dado”, agregan.

Según las religiosas, cumplieron todas las normas que les exigían, sin cuestionarlas, porque estaban convencidas de que sus superiores procedían del mismo Dios.

La dura experiencia con Legionarios de Cristo

En ese contexto, mencionan algunas características de la congregación. “El fundador (Marcial Maciel) fue un líder venerado e incuestionable. Cualidades que se les atribuían a todos los superiores y directoras”, dice el primero.

En segundo lugar, exponen que “las consagradas debían ceder ‘el propio juicio en favor de ellos (autoridades y superiores), como holocausto agradable a Dios"”.

Además, detallan un control exigente del uso del tiempo, la prohibición de cuestionar cualquier mandato y de “develar pensamientos, emociones y vivencias personales, ya sea al interior de las comunidades como hacia afuera de ellas”.

“El tener amistades era considerado ‘ser infiel a Dios’. De esta manera nos mantenían aisladas unas de otras, y en muchos casos, muy dependientes afectivamente de los directores”, añaden las 32 exconsagradas.

Pero no es todo, ya que afirman que “entregamos muchos años de nuestras vidas para servir en un movimiento fundado por un sacerdote que, bajo apariencia de líder carismático, fue un reconocido pederasta y drogadicto, que hacía uso de múltiples identidades mediante documentos falsos”.