“El poder de decidir: derechos reproductivos y transición demográfica”. Así se llama el más reciente documento sobre el estado de la población mundial del Fondo de Población de la ONU, publicado el miércoles pasado, donde el tema central es la mujer y el control sobre su propia reproducción.

Hay una cifra clave cuando hablamos de índices de natalidad: 2,2 hijos por mujer. Esa es la tasa de reemplazo demográfico que separa una natalidad alta de una natalidad baja. En América Latina, las conclusiones son claras: el promedio entre los diferentes países indica que la natalidad es baja, ya que el índice es de 2.06 hijos por mujer, no llega a los 2,2 necesarios para lograr la tasa de reemplazo.

“Fomentaremos la ayuda cuando nace el bebé, garantizándole el acceso a la educación, servicios básicos y vivienda”
- Sebastián Piñera, presidente de Chile

Aunque hay un grupo de países que se sitúan por encima dicha cifra, “prácticamente casi la mitad de los países latinoamericanos están por debajo de la tasa de reemplazo, por ejemplo Cuba y Brasil, con 1,7 hijos por mujer”, explica Esteban Caballero, director regional para América Latina del Fondo de Población de la ONU; que ha elaborado, por su parte, el informe titulado “Los desafíos de la baja fecundidad en América Latina y el Caribe”.

El caso de Chile está en esa misma línea. De acuerdo al Anuario de Estadísticas Vitales 2016, publicado por el INE en agosto pasado, en nuestro país dicha tasa se precipitó hasta los 1,7 hijos por mujer.

ARCHIVO | Agencia UNO
ARCHIVO | Agencia UNO

Bajo este escenario y también el creciente envejecimiento de la población, ayer jueves el presidente Piñera dio luces de una iniciativa para fomentar la natalidad y “premiar a las familias que quieran tener más hijos” mediante medidas de ahorro y acceso a necesidades básicas.

“Fomentaremos la ayuda cuando nace el bebé, garantizándole el acceso a la educación, servicios básicos y que la familia pueda ampliar su vivienda para acoger al nuevo integrante”, detalló en su paso por el matinal Mucho Gusto.

Tendencia global

Los índices en Latinoamérica se van pareciendo cada vez más a los de los países más industrializados, donde desde hace tiempo existen marcadas tendencias en cuanto a natalidad: menos hijos por mujer y retraso en la edad de ser madre. “Pero en América Latina tenemos una natalidad baja. De momento, no es muy baja”, advierte Esteban Caballero.

La región es muy amplia como para establecer causas generales sobre las causas de ese descenso, pero Caballero apunta a la existencia de programas de planificación familiar, así como el nivel de instrucción de la mujer, la situación de la mujer en el mercado de trabajo. “Hay factores sociales, económicos y culturales”, prosigue el director para América Latina de la Unfpa.

“En Latinoamérca se dan comportamientos propios de las sociedades más industrializadas: se posterga la edad de tener hijos y se incrementa el número de mujeres que no los tiene”
- Esteban Caballero, director regional del Fondo de Población de la ONU

Lo que sí parece cierto es que las mujeres latinoamericanas tienen cada vez más control sobre su propia reproducción. Además, las grandes diferencias que hace décadas se daban entre el número de hijos según el grado de instrucción de la mujer, su nivel social y su procedencia (urbana o rural), se están reduciendo enormemente. “Esa convergencia es parte del proceso”, explica Caballero.

“Los programas de salud reproductiva generalmente empiezan a influir en los sectores más educados, en las clases medias y altas. La inclusión de grupos socioeconómicos más vulnerables se va haciendo posteriormente. Poco a poco, la cobertura va ampliándose y llegando a todos. En América Latina la natalidad se concentra en mujeres jóvenes, pero después dejan de tener hijos. Al mismo tiempo se dan comportamientos propios de las sociedades más industrializadas: se posterga la edad de tener hijos y se incrementa el número de mujeres que no los tiene”.

Que no cunda el pánico… por ahora

Los índices bajos de natalidad suelen ir asociados con ideas apocalípticas sobre el futuro de las sociedades, pero, en el caso latinoamericano, ¿debe cundir la alarma? “No”, dice Caballero. “Primero, tenemos que tener en cuenta que el tiempo que ha transcurrido con baja natalidad es relativamente corto. Segundo, como las tasas de natalidad antes eran altas, ahora tenemos un movimiento inercial de personas jóvenes en edad de trabajar”.

¿Y qué nos depara el futuro? ¿Una sociedad envejecida con poca gente joven en edad de trabajar? ¿Qué puede hacer América Latina para evitar en las próximas décadas un grave desequilibrio demográfico? “Depende de las circunstancias de cada país. En Cuba, por ejemplo, el envejecimiento es algo estratégico, porque tiene un sistema de seguridad social muy presionado, con una población cada vez más vieja y menos gente en edad de trabajar”, señala Caballero.

Pexels (cc0)
Pexels (cc0)

“En cuanto a los países con ingresos medios sin un estado de bienestar como los países europeos, hay alertas y se plantean cuestiones como cuál debe ser la edad de jubilación o si se deben importar los sistemas de bienestar”, explica.

Esos debates se dan actualmente en mayor o menor medida en varios países de Latinoamérica, pero falta previsión. “A veces cosas tan simples como la utilización de proyecciones de población no son tan frecuentes. Uno puede estar pensando en ampliar el número de aulas en la escuela primaria cuando en realidad habría que tomar en cuenta que la población infantil está disminuyendo. Es muy fácil hacer previsiones y tener un perfil demográfico de los próximos 15-20 años”, observa el experto.

Opciones e incentivos para las mujeres

El reciente informe de la Oficina de Población de la ONU refleja que la anticoncepción sigue siendo cosa de mujeres, sobre todo en lo referente a los métodos de esterilización definitivos: abundan las ligaduras de trompas y escasean las vasectomías.

Desde este organismo se anima a los países a emprender una política de población basada en derechos, es decir, medidas que den opciones e incentivos para tomar decisiones libres sobre la natalidad en una dirección o en otra, pero nunca de forma obligatoria. “Nunca una política de población de arriba hacia abajo”, dice Esteban Caballero. La autonomía reproductiva de la mujer parece un ideal inalcanzable en una región como América Latina, donde convive la tendencia hacia una natalidad más baja con corrientes extremadamente conservadoras en cuanto al aborto y al papel de la mujer en la sociedad.