La carrera para suceder a la primera ministra británica Theresa May en el gobierno, el liderato del Partido Conservador y la negociación del Brexit entra en su recta final este miércoles y el endurecimiento de posiciones por ambos candidatos para tales fines hace temer un choque con Bruselas y un “Brexit brutal”.

El exalcalde de Londres y excanciller, Boris Johnson, -gran favorito para convertirse en el próximo líder conservador y por ende primer ministro- y el actual ministro de Relaciones Exteriores, Jeremy Hunt, celebraron la noche del martes el último de sus debates ante las bases del partido.

Con ello se dio paso a la votación, que se realizará hasta el lunes, en la cual los 160.000 miembros de la formación deberán decidir a cual de los dos le confían el futuro del partido y del país.

El resultado será anunciado un día después y dentro de una semana, el miércoles 24, el Reino Unido tendrá a un nuevo jefe de gobierno tras la decisión de May de dimitir, ante su incapacidad que Parlamento británico aprobase el tratado de retirada que ella negoció durante dos años con Bruselas.

La Unión Europea (UE) ha dicho en reiteradas ocasiones que no está dispuesta a renegociar el texto, pero en los últimos días ambos candidatos expresaron opiniones tajantes en su contra.

Aquello acentuó los temores de un Brexit sin acuerdo, de caóticas consecuencias económicas para el Reino Unido, temores que este miércoles golpearon a la libra esterlina.

Al empezar el día, la divisa británica cayó a 1.2382 dólares, su nivel más bajo desde abril de 2017.

La controvertida “salvaguarda”

El principal tema de conflicto sigue siendo la denominada “salvaguarda irlandesa”.

Se trata de un dispositivo de último recurso para asegurar que, si no se encuentra una solución mejor, no se volverá a instaurar tras el Brexit una frontera entre la República de Irlanda -país miembro de la UE- y la provincia británica de Irlanda del Norte.

Aquello podría culminar con el frágil acuerdo de paz que en 1998 puso fin a cuatro décadas de sangriento conflicto en la zona.

El mecanismo acordado por May con Bruselas consiste en mantener a Irlanda del Norte bajo las reglas del mercado único y a todo el Reino Unido en una unión aduanera con Europa, lo que los partidarios del Brexit rechazan con furor.

“La salvaguarda, como tal, está muerta, debemos encontrar otro medio”, dijo Hunt durante un debate el lunes, quien hasta ahora se había mostrado más moderado que Johnson, determinado a negociar un acuerdo con Bruselas que excluya este mecanismo o a sacar simplemente al país del bloque de forma brutal cuando llegue la fecha límite del 31 de octubre.

Elegida el martes a la cabeza de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, dejó claro que “preservando los derechos de los ciudadanos y preservando la paz y la estabilidad en la isla de Irlanda, el Tratado de Retirada concluido con el gobierno del Reino Unido aporta seguridad mientras que el Brexit crea incertidumbre”.

Tensión con Bruselas y el parlamento

El ministro del Brexit, Stephen Barclay, se reunió la semana pasada en Bruselas con el negociador europeo Michel Barnier y -según la prensa- el encuentro, en el que se habría dejado claro que Londres no aceptará la salvaguarda irlandesa, fue muy tenso.

Este miércoles, Barclay afirmó ante los parlamentarios británicos que un Brexit brutal sería mejor que nada.

“Un Brexit sin acuerdo sería perturbador (…) pero que no hubiese Brexit sería el peor de los resultados”, aseguró.

Muchos diputados se han declarado abiertamente contrarios a un Brexit sin acuerdo, pese a que varias iniciativas para cerrarle esta vía al gobierno fracasaron en el Parlamento.

Johnson, una de las figuras claves del referéndum de 2016 en que el Brexit se impuso por 52%, está incluso considerando, según medios británicos, terminar la sesión parlamentaria intempestivamente en octubre para evitar que los legisladores le impidan, llegado el caso, llevar a cabo una salida brusca de la UE.

Por su parte, la presidenta electa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, indicó estar “dispuesta” a aplazar de nuevo la fecha de salida del Reino Unido -inicialmente fijada para el pasado 29 de marzo pero retrasada dos veces por May- si hay una “buena razón” para ello.