El gobierno de Italia cedió ante la Unión Europea y bajó drásticamente el “presupuesto del Pueblo” para 2019 poniendo fin a varias semanas de conflicto, anunció este miércoles el vicepresidente del ejecutivo europeo Valdis Dombrovskis.

El acuerdo prevé reducir el gasto en 10.250 millones de euros, en parte aplazando la entrada en vigor de dos de las principales medidas que había anunciado la coalición en el poder (extrema derecha y partido antisistema), a saber, la reforma de las pensiones y la creación de una renta mínima para los más pobres, explicó Dombrovskis.

“La solución no es ideal pero permite evitar de momento la apertura de un procedimiento por déficit excesivo”, añadió.

El acuerdo del miércoles prevé un déficit el 2,04% del Producto Interior Bruto (PIB) en 2019 —frente al 2,4% inicial– con una previsión de crecimiento de 1% el año que viene en vez del 1,5%.

La reducción presupuestaria debería servir también para evitar el aumento de la enorme deuda pública italiana, de alrededor de un 130% del Producto Interior Bruto (PIB).

“El proceso no ha sido fácil. Al principio parecía que había pocas posibilidades de compensar la diferencia entre nuestras posiciones respectivas”, dijo el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, que considera el acuerdo “una victoria del diálogo frente a la confrontación”.

Además de la reforma de las pensiones y de la renta mínima, Italia deberá hacer otros recortes, que quedarán compensados en parte con fondos europeos.

Italia también pidió a Bruselas flexibilidad teniendo en cuenta circunstancias excepcionales, como los riesgos en las infraestructuras del país y las inundaciones.

El pulso entre Roma y las autoridades italianas empezó en octubre, cuando Italia presentó un presupuesto bautizado como “del pueblo” con una previsión de déficit del 2,4% del PIB, muy superior al 0,8% al que se había comprometido el gobierno anterior.

La Comisión rechazó esta cifra oficialmente el 23 de octubre y abrió la vía a posibles sanciones financieras.

La situación se complicó todavía más cuando Francia anunció medidas presupuestarias para hacer frente a la crisis de los “chalecos amarillos”, que deberían llevar al país a rebasar el máximo de 3% de déficit 2019.

Roma se quejó entonces de un trato diferente entre Francia e Italia.