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El profesor de filosofía de Yale, Jason Stanley, experto en fascismo, decide abandonar Estados Unidos debido al clima político bajo el gobierno de Trump, acusando al país de estar en camino hacia un régimen fascista. Stanley, de raíces judías, critica las políticas migratorias y la intervención en instituciones democráticas como universidades. Advierte sobre la peligrosa manipulación de la identidad judía en la política de Trump y la creciente represión contra activistas y académicos críticos.
La política migratoria y de seguridad del presidente de Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, sigue generando controversia en el país norteamericano, y si su administración ya se había llenado de críticas por la represión contra estudiantes extranjeros activistas por la causa palestina, ahora la preocupación recae en que el Gobierno del republicano también estaría interviniendo en las instituciones democráticas como las universidades.
No es novedad la mano dura de la Administración Trump contra extranjeros (migrantes).
Sin embargo, en las últimas semanas ha resonado que esto también involucre tanto a académicos como estudiantes universitarios, principalmente por tener algún rol de activista, o simplemente emitir opiniones críticas contra Israel en el marco de la guerra en Gaza.
Jason Stanley, experto en fascismo, y otros académicos dejan EEUU por incipiente “dictadura” de Trump
En el último mes se han agudizado los cuestionamientos en esta materia. El gobierno de Trump ha defendido su decisión de detener a titulares de visas sin acusación formal, argumentando razones de seguridad nacional.
No obstante, dicha medida ha sido duramente criticada por defensores de la inmigración y los derechos humanos, quienes la consideran “injustificada y discriminatoria”.
En ese contexto, Jason Stanley, un profesor de filosofía de la Universidad de Yale, asegura en conversación con la BBC que los rasgos y el clima político que está demostrando el gobierno de Trump significan riesgos de una incipiente “dictadura”.
El docente, de 55 años, nació a partir de la relación de inmigrantes europeos -su abuela escapó de la Alemania nazi junto a su padre en 1939-, y su trayectoria como profesional le ha servido para ser definido como un experto en fascismo. En sus años como académico ha publicado varios libros, entre ellos “Borrar la historia: cómo los fascistas reescriben el pasado para controlar el futuro”, su último ejemplar hasta la fecha.
En 2018 publicó un libro titulado “Cómo funciona el fascismo”, el cual ha sido transcrito en más de 20 idiomas, incluyendo español. Según Stanley, este texto se ajustaría al gobierno de Trump.
Entre los planes del docente no se encontraba irse de Estados Unidos. Sin embargo, las políticas aplicadas por la actual administración de la Casa Blanca le hicieron cambiar de parecer y mudarse a Canadá. “Creo que ya somos un régimen fascista”, afirma.
Se trata de una decisión que no sólo él ha decidido tomar, sino que también otros académicos destacados de la misma casa de estudios, como Timothy Snyder y Marci Shore. Ambos comunicaron que se irán a la Universidad de Toronto, en Canadá, consigna el citado medio.
Judíos estadounidenses en el centro de la política de Trump
Stanley explica que la razón principal por la que se va de EEUU es “el clima político, tanto para mi profesión de académico como para mis hijos, que son negros y judíos”.
“Creo que a los judíos estadounidenses los están convirtiendo en el centro de la política aquí y eso es muy peligroso“, advierte.
“Es como que están siendo utilizados por la Administración Trump para atacar instituciones democráticas como las universidades. Y que a la gente judía nos usen como una especie de mazo para el fascismo me resulta muy perturbador para nuestro futuro como país, porque emplean el estereotipo de que controlamos las instituciones, y eso sólo va a crear antisemitismo”, detalla.
En ese sentido, acusó que la identidad de sus dos hijos, de tez negra, “está siendo borrada, atacada y minimizada”.
Así, comentó que otro factor clave para irse del país fue que la Universidad de Columbia aceptó ciertas exigencias del gobierno de Trump para mantener financiamiento federal.
“Probablemente no iba a marcharme, pero una vez que Columbia cedió (ante Trump), empecé a pensar que las instituciones académicas no están viendo la naturaleza existencial de este momento ni reconociendo que es una guerra mucho más grande de lo que advierten“.
“Es el peor ataque a la libertad de expresión en mi vida, peor que el Macartismo. Intervinieron un departamento académico porque el gobierno federal no estaba de acuerdo con su ideología”, critica.
“Las personas ajenas al mundo académico no entienden lo dramático que es esto. Intervenir un departamento académico por motivos ideológicos es algo completamente nuevo“, añade.
Gobierno de Trump “usa acusación de antisemitismo contra izquierdistas”
En esa línea, menciona que “Columbia ya había obligado a jubilarse anticipadamente a Katherine Franke, una importante directora de un centro de su facultad de derecho, por comentarios que hizo”.
“Yo he criticado las acciones de Israel en Gaza y no soy antisionista. Estuve a favor de un cese al fuego muy temprano. Me preocupa mucho que se produzcan acciones genocidas en Gaza. Y esto me pone en la categoría de… ya sabes, es la excusa que están utilizando: gente crítica con las acciones de Israel, con la guerra”, cuestiona.
De esta manera, Stanley hace hincapié en que “el gobierno usa cínicamente la acusación de antisemitismo contra los izquierdistas, hasta el punto de que Columbia obligó a jubilarse a uno de sus profesores más distinguidos. Entonces, ¿quién dice que esto no se extenderá?”.
También cuestionó el despido de la presidenta de Colombia, quien renunció tras aceptar las exigencias de la Administración Trump.
“Al principio pensamos que la presidenta de Columbia dimitió por la presión del profesorado. Cuando intervinieron el departamento de Medio Oriente decían que quizás quien lo dirija deje al profesorado seguir tomando sus propias decisiones, que tal vez era algo apenas simbólico”, señala.
“Katrina Armstrong (la entonces presidenta de la universidad) aparentemente dijo en una reunión de facultad que no habría un gran cambio. Parece que la Casa Blanca se enteró y fue como que sí tiene que haber gran cambio, así que debía renunciar. Es algo aterrador, porque significa que están prestando atención de verdad“, precisó.
Instituciones democráticas atacadas
De este modo, comenta que la política de Trump define como antisemitas a cualquier estudiante palestino o árabe. Incluso, también a aquellos alumnos o profesores judíos que protesten en contra Israel.
Y, en general, “la gente hizo una distinción entre judíos buenos y malos. Los judíos buenos eran los que apoyaban las acciones de Israel en Gaza, y los malos eran los que protestaban. Es antisemita hacer distinciones entre judíos buenos y malos“.
En ese sentido, abordó el riesgo de que EEUU pueda convertirse en una especie de ‘dictadura fascista’, explicando que “las instituciones democráticas serán atacadas. Ya se ha roto el Estado de derecho. Están deteniendo a estudiantes… Creo que ya somos un régimen fascista“.
“El presidente (Trump) y Elon Musk están haciendo lo que quieren. Los tribunales son un desastre… No somos la Alemania nazi, pero vamos camino de algo muy malo“, criticó.
“Están atacando a los medios, a los tribunales y a las universidades. Mike Johnson (el congresista republicano que preside la Cámara de Representantes) dijo explícitamente: vamos a disolver los tribunales si no están de acuerdo con nosotros”, recordó.
Experto advierte que bajo el gobierno de Trump en EEUU “tenemos una dictadura”
Así, Stanley recalcó que “hay un millón de razones” por las cuales actualmente se encuentra EEUU ad portas de una ‘dictadura’.
“Están deteniendo a estudiantes en la calle por escribir artículos de opinión, y están diciendo que nadie que no sea ciudadano estadounidense ahora mismo puede hablar de política porque pueden quitarle el visado de inmediato. ¿Por qué habrían de detenerse con los que no son ciudadanos estadounidenses?”, cuestionó.
Por lo anterior, dado que Trump ganó por voto popular, afirma que gran parte de la sociedad estadounidense simpatiza con el fascismo.
“Creo que tenemos una dictadura. Afirman que son una dictadura. Dicen que tienen los poderes de una dictadura. Y no creo que las instituciones les estén demostrando que están equivocados”, sostiene.
“Ciertamente Trump actúa como un dictador y dice que es un dictador. Y su partido vota 100% con él. Actúan como en un sistema unipartidista, sin oposición, como el partido de un dictador. Y se supone que las instituciones deben decir: “No, usted no es un dictador”. Pero eso no está ocurriendo”, agrega.
Del mismo modo, subraya que “Trump dice que es un rey, que es la autoridad absoluta. El 100% de su partido está con él. Se parece a China o a cualquier país autoritario, y las instituciones no lo detienen. ¿Que a la gente le gusta ese tipo de cosas? Claro que sí”.
Ante este escenario, el académico plantea la siguiente pregunta: “¿Por qué hay tanta gente dispuesta a sufrir?”.
“Muchos partidarios de Trump sufren terriblemente bajo estas políticas para darle dinero a los multimillonarios. Es una vieja pregunta que también surgió con la monarquía: ¿por qué había tanta gente dispuesta a morir para que un rey pudiera vanagloriarse? ¿Por qué hay tantos estadounidenses dispuestos a sacrificar su bienestar material para que Elon Musk se vuelva más rico?”, cuestiona.
Estudiantes extranjeros activistas y académicos críticos, una “amenaza” para Trump
Los dichos de Stanley coinciden con lo conversado anteriormente por BioBioChile con el doctor y director del Departamento de Historia y Geografía de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), Mauricio Rubilar.
Las acciones de la Administración Trump van en línea con lo anunciado durante su campaña presidencial: “Enfrentar con acciones concretas las amenazas a la seguridad interna de los Estados Unidos”.
Entre ello, “hacer frente al activismo político en el mundo universitario estadounidense, al que se asocia directamente con grupos organizados pro-palestinos y anti-israelí, en los cuales participan activamente estudiantes extranjeros y nacionales”.
“La participación activa de estudiantes extranjeros es visualizada por la Administración Trump como una amenaza y un acto que viola el status de un ciudadano extranjero que interviene en asuntos internos”, comenta Rubilar.
“Privilegiar seguridad por sobre libertad”
Sin embargo, también advierte que “esta posición del gobierno de Trump colisiona con la libertad de expresión y de organización que garantiza la propia Constitución de los Estados Unidos”.
De esta manera, el gobierno de Donald Trump estaría focalizando sus esfuerzos en aumentar la ‘represión’ contra los extranjeros e inmigrantes que participan en protestas universitarias en apoyo a la causa palestina y que consideraría una “potencial amenaza” para la seguridad del país norteamericano.
“Resulta evidente que la administración Trump busca privilegiar la seguridad por sobre la libertad“, resalta Mauricio Rubilar.
A lo anterior, cabe precisar, se suman las polémicas declaraciones del presidente republicano sobre que no descarta una eventual candidatura para un tercer mandato, pese a que la Constitución de EEUU lo prohíbe.
Persecución del Gobierno de Trump contra estudiantes extranjeros activistas
Hace unos días, según confirmó el secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, el Gobierno estadounidense hasta fin de marzo ha revocado las visas de más de 300 personas, “principalmente visas de estudiantes, algunas visas de visitantes”. Sin embargo, no especificó cuántos han estado involucrados en movimientos o protestas universitarias pro-Palestina.
De la mano con lo anterior, Rubio anunció la semana pasada que el Departamento de Estado revisará de forma sistemática las cuentas de redes sociales de estudiantes extranjeros que hayan solicitado la visa para ingresar a EEUU con fines académicos.
Según ha recopilado CNN -y al menos por lo conocido hasta el pasado fin de semana-, son unos 7 los extranjeros, entre estudiantes y académicos, los que han sido blanco de ‘persecuciones’ de la Administración Trump.
Estas medidas y detenciones han sido criticadas por agrupaciones, siendo tildadas por algunas organizaciones defensoras de derechos humanos y figuras del mundo político como ‘secuestros’.
Los casos que más han llamado la atención han sido el arresto de la alumna turca Rumeysa Ozturk, realizada por agentes de inmigración vestidos de civiles -y cubierto con capuchas- el pasado 25 de marzo cerca de su casa y de la Universidad de Tufts, estado de Massachusetts.
La mujer, que cursa un doctorado, fue detenida por la publicación de una columna de opinión criticando la respuesta de la casa de estudios a la petición de la directiva estudiantil, quienes hacían un llamado a la universidad a dejar de invertir en empresas relacionadas a Israel debido a la guerra en Gaza.
Algo similar sufrió el pasado 8 de marzo Mahmoud Khalil, palestino graduado de la Escuela de Asuntos Internacionales y Públicos de Columbia con residencia permanente en EEUU y destacado activista en la causa.
Al igual que Ozturk, fue detenido por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) afuera de su domicilio, en el campus de la Universidad de Columbia. Luego lo trasladaron a un centro de detención en Luisiana, donde permanece hasta la fecha.