Desde hace más de un siglo, los presidentes estadounidenses salientes han suspendido las ejecuciones federales durante el periodo de transición. Este jueves Donald Trump avaló la ejecución por inyección de un prisionero cuyo crimen había sido cometido cuando tenía 18 años.

Ignorando los pedidos de clemencia y los brotes de covid-19 en las prisiones, Donald Trump reanudó en julio pasado las ejecuciones federales después de una pausa de 17 años.

Brandon Bernard, un afroestadounidense de 40 años condenado a la pena capital, murió este jueves 10 de diciembre por inyección letal.

Donald Trump rompe una tradición mantenida durante 131 años: desde entonces todo los presidentes salientes han suspendido las ejecuciones federales durante el período de transición. Una decisión que forma parte de la campaña política del mandatario republicano, según Equal Justice USA, organización contra la pena de muerte.

“Al principio, en julio, comenzó usando la pena de muerte en su campaña presidencial”, explica Magdaleno Rosas Ávila miembro de este colectivo. “Quería mostrar que si los estados no iban a matar a estos presos, él y el poder federal lo iban a hacer”, detalla.

Antes de julio, sólo había habido tres ejecuciones federales en los últimos 45 años. La última ejecución está programada para el 15 de enero, solo cinco días antes de que el demócrata Joe Biden tome posesión del cargo.

Abolir la pena de muerte, “tarea difícil”

El presidente electo se ha comprometido a poner fin a las ejecuciones federales. “La política del Partido Demócrata consiste en decir que están a favor de la abolición de la pena de muerte. Pero será tarea difícil”, cree Rosas Ávila.

Su organización ha hecho una petición a Joe Biden para que “levante la voz contra las ejecuciones de Trump”. Dice tener contacto con varios congresistas para pedir la abolición de la pena de muerte.

Biden necesitará la aprobación del Congreso y los demócratas deberían para eso recuperar el control del Senado.