¿Por qué las micros no están manchadas, acá? Fue la pregunta inmediata en la mente, pisando el acelerador a fondo para encontrar una respuesta.

Era mi segunda vez en Buenos Aires en menos de dos meses. Abrí bien los ojos en los barrios en los que veía pasar la locomoción colectiva y hasta me animé a tomar registro para que constara en lo real y no fuera atribuido a un imaginario de comparaciones entre sociedades, que al final desgastan.

¿Será bueno contarlo? Un nuevo freno en mi mente. ¿Cómo lo tomarán los chilenos? ¿Se molestarán a caso si lo hacemos notar?. Luego, pasó otro colectivo, sin un solo rayado y comprendí que era hora de conducir la comparación por la calle de lo evidente.

Los argentinos la están pasando realmente mal debido a la crisis económica, en pleno año electoral. Para ofrecer un ejemplo: dos personas pueden tomar alimentos (no en restaurantes ostentosos) con 150 mil pesos chilenos durante 5 días y en casi todos los tiempos de comida.

Eso, brinda una idea de lo que se invierte en territorio chileno. En una sola visita a un restaurante, puedes gastar hasta 25 mil pesos, sin que el lujo sea un aliciente. Se trata de un malestar causado por el tipo de cambio desfavorable para los vecinos suramericanos.

Pero les favorece lo visual. La capital argentina tiene algo que en Santiago u otras ciudades hace tiempo dejamos de apreciar: una locomoción colectiva que es digna de admirar, respetando tiempos en los que la gente sube y baja, sin asientos que muchas veces están más “grafiteados” que pared en el Bronx o choferes que he visto estresados más de una vez y en honor a la verdad, por culpa de uno que otro usuario desatinado.

Paola Alemán / Buenos Aires
Paola Alemán / Buenos Aires

¿Cultura general? ¿Estrategia para guardar las unidades lejos del “arte callejero”? Un colega me hizo referencia que en Chile, las unidades de locomoción colectiva se guardan en predios, donde quedan a merced de los que gustan de “mensajear” al mundo con su descontento.

En Argentina, también. Camino al aeropuerto El Palomar, en las afueras de Buenos Aires, un predio con decenas de unidades guardadas haciendo fila para operar. El momento “perfecto” para “expresarse”, pero no pasa.

Una situación más a destacar: no son rayadas cuando están guardadas; tampoco nadie lo hace mientras están en marcha, transportando a gente descontenta por la crisis, Macri, Cristina y sus ganas de volver a la Casa Rosada, o por la variedad de situaciones diarias.

¿Qué clase de sortilegio permite que tanta rabia expresada por los ciudadanos en las calles, entre estas, una renovada Corrientes, (la versión bien elaborada de Broadway) no se derive en daños a esa propiedad del estado tan necesaria?

Paola Alemán / Buenos Aires
Paola Alemán / Buenos Aires

Expresiones “culturales”… con ácido

Algunos medios se han dado a la tarea de informar sobre las condiciones sobre las que opera el transporte colectivo en la capital chilena. No tiene que ver con las enormes jornadas de sus choferes, el pago que reciben por un servicio de los más vitales u otras condiciones adversas diarias.

La radio Concierto ya hacía alusión a los rayados con materiales que pasaron de ser gráficamente inapropiados, hasta peligrosos, entre estos ácido.

Sin embargo, hay una particularidad a la hora de efectuar los rayados a las micros. Resulta que no ocurre cuando las unidades están guardadas en algún predio. Sucede en plena marcha de estas, o cuando los semáforos se tardan tanto como para darles las oportunidad de hacer lo que para ellos es un “arte” en la carrocería.

Incluso, en diciembre de 2018, cuando el bus eléctrico del Transantiago fue rayado, sin haber entrado en funcionamiento.

Para poner otro ejemplo, a toda velocidad, de lo que ocurre en el transporte colectivo santiaguino, dos carros de la línea del metro 2 fueron sacados de circulación el pasado 8 de mayo, debido a los daños que dejaron las expresiones que literalmente rayan en lo vandálico y afectan al colectivo.

Archivo RBB
Archivo RBB

La situación se vuelve casi exclusiva de esta gran urbe. En regiones y otras ciudades como Concepción, los rayados en las micros son menos notorios y frecuentes.

“Si el otro lo hace, también yo”

La psicóloga clínica Daniela Troncoso, responde sobre el dilema que es social, claro está, dados los resultados en el diario vivir.

¿Por qué, viviendo realidades que si bien no son iguales, son parecidas en cultura, los chilenos se expresan en rayados no solo en las micros, sino en otro tipo de propiedad ya sea pública o privada?

Los diagnósticos, aunque no escritos en rayados imborrables, asoman.

“La mayoria de chicos y chicas que realizan rayados de micros no son adultos. Son jóvenes o adolescentes. Pudiese ser un sentimiento de búsqueda de identidad y similitudes o parentescos en sus grupos anárquicos, sin animo de generar impacto de concientización a su posición. Es una especie de intento de similitud contra el grupo que representan (radicales y anarquistas) tiene que ver con la búsqueda de identidad personal. Si el otro lo hace, yo también lo hago.Si el otro raya, yo también”.

Pero en Argentina el usuario del transporte colectivo no se limita al público adulto. Los jóvenes también abordan las unidades y pertenecen a grupos con los que se identifican. Es una edad ideal para hacerlo.

Concierto.cl
Concierto.cl

Al respecto, la psicóloga Troncoso asocia también la realidad argentina y las micros en circulación, al hecho de que el argentino promedio, de cualquier edad, se expresa concretamente sobre las situaciones que le disgustan. Incluso lo hacen a gritos.

Es muy común verlos en las calles capitalinas y pensar que se están gritoneando. Pero nada de eso. Simplemente se están expresando con ese movimiento de manos que nos recuerda al italiano apasionado en una charla. Una niña de unos años, apuraba a su madre en Bariloche (en 2016) Le recriminaba con ese acento tan particular con un “¿vamos o qué?” el hecho de que no se apuraran a seguir su itinerario.

“Con argentina es diferente. Son formas de expresión diferente. Puede incluir que los chilenos no se expresan con claridad cuando algo les molesta”, dice Troncoso.

La auto-crítica respalda la tesis. Muchos chilenos se quejan de lo poco expresivos que son cuando llega la hora de manifestar una molestia y prefieren callarlo o bajar el reclamo, por temor a la confrontación.

Lo anterior podría ser una oportunidad de dar marcha atrás a las formas de expresión gráficas en los lugares que son usados por el resto y transitar de una vez por la calle de la cultura, el ornato y la expresión, por sinceridad ciudadana.

Paola Alemán / Buenos Aires
Paola Alemán / Buenos Aires