Con un saldo hasta el momento de 1 millón de personas evacuadas, 20 heridos y al menos 7 muertos, la erupción del volcán de Fuego, al sur de Guatemala, está probando ser una de las catástrofes naturales más destructivas que haya sufrido el país en los últimos años.

Ubicado a sólo 35 kilómetros al suroeste de la capital, ciudad de Guatemala, la columna de cenizas que se alza a sobre 5.000 metros de altura cubrió calles y vehículos, obligando al cierre del aeropuerto La Aurora.

Sin embargo las zonas con mayores daños son las comunidades aledañas al volcán, hasta donde descendió un lahar -mezcla de sedimentos y agua- que arrasó con las casas de los habitantes.

Fue posterior a esta tragedia que Noé Pérez, periodista del Diario de Centroamérica, pudo conversar brevemente con Consuelo Hernández, una residente del área Sacatepéquez–Escuintla, la cual sobrevivió al río de material que alcanzó su poblado.

“Cuando vimos que la lava venía por el callejón, nos corrimos para una ladera”, explicó la mujer respecto de cómo logro escapar.

Pero no todos parecen haber tenido su suerte. “La gente no pudo salir. Yo digo que se quedaron enterrados”, contó aún abrumada por lo que acababa de vivir.