“¿Son mis niños?”, preguntó.
Mientras preparaba el desayuno para su familia, a Tamer Abu Assi se le acabó la leña. El asedio israelí lo ha dejado postrado en una silla de ruedas, así que sus hijos, Fadi de ocho y Jumaa de diez años fueron a buscar algo para mantener el fuego.
El padre esperaba su regreso cuando escuchó los disparos, ese sonido ya cotidiano en Gaza. Poco después, su carpa se abrió como una herida por donde entraron las palabras de sus vecinos diciendo lo inconcebible.
“¿Son mis niños?”, preguntó. Lo que siguió fue un silencio devastador, como el impacto mudo de una bomba, hasta que tuvo entre sus brazos los cuerpos destrozados de sus hijos.
El Ejército israelí reconoció en un comunicado el ataque, en el que calificaron a los niños como: “dos sospechosos que cruzaron la línea amarilla, realizaron actividades sospechosas sobre el terreno y se acercaron a las tropas que operaban en el sur de la Franja de Gaza, lo que representó una amenaza inmediata para ellas”. Fadi y Jumaa fueron ejecutados por un dron.
En octubre de 2023, en un discurso en televisión abierta, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, hoy prófugo de la justicia por crímenes de guerra, se refirió a la figura bíblica de Amalek, una narrativa que llama a la destrucción total de un pueblo: “ataca a Amalek, y destruye por completo todo lo que tiene; no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, aun los de pecho”.
Dos años después esa intención genocida ha quedado materializada sobre el terreno de Gaza.
Con el 90% del territorio palestino hecho pedazos, cifras conservadoras hablan de 70 mil muertos, al menos 20 mil son niños.
De los menores sobrevivientes alrededor de 5 mil han tenido que ser amputados, muchos sin anestesia. 40 mil han perdido a sus padres y la Unicef estima que 19 mil deambulan solos en el infierno en el que Israel ha convertido Gaza. Todos tienen hambre. No existen precedentes de estas cifras en nuestro siglo.
En Gaza mataron a Fadi y a Jumaa, también a Hind, a Bassam y a Mohammed. Intento recordar sus nombres, pero el conteo no se detiene.
Desde el falso alto al fuego, dos niños son asesinados a diario en Gaza, antes mataban a uno cada 30 minutos. Esta disminución de la intensidad de la masacre es lo que se considera paz para los palestinos. En Gaza, todos los días son 7 de octubre.
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