El martes pasado fue martes 13, tradicionalmente un día de muy mala suerte. Y justo en ese día, el primer ministro del Japón Yoshihide Suga, informó al resto de la humanidad que botará a las aguas de océano pacífico más de un millón de toneladas de aguas cargadas con residuos radioactivos provenientes de su planta nuclear de Fukushima destruida por el terremoto de marzo de 2011.

El sismo destruyó 3 de los 6 reactores construidos por la General Electric estadounidense, y Japón tuvo que utilizar enormes cantidades de agua para enfriar las cámaras de acero cargadas de poderoso material radiactivo y evitar que fundiera los recipientes blindados lo que podría haber provocado una explosión desastrosa similar a la de 1986 en Chernóbyl, Ucrania.

Escucha aquí la crónica producida y dirigida por Ruperto Concha