Es curioso como el caso de Nabila Rifo no sólo está desnudando nuestras falencias como país en torno a la violencia contra la mujer y el prejuicio que las afecta (baste considerar la pregunta del abogado defensor tratando de vincular la vida sexual de la víctima con el daño recibido).
En su último capítulo, también está demostrando cómo los matinales de Santiago son capaces de transgredir cualquier límite ético por el rating, finalmente convirtiendo lo que debería ser la labor informativa en un show circense.
(Y de esos circos de fenómenos del siglo XIX).
Primero fue Muy Buenos Días de TVN que, en una joya de entrevista, se sirvió de una familiar de Mauricio Ortega, expareja de Rifo e inculpado del caso, para darle micrófono a una serie de barbaridades sobre el caso, incluyendo que la propia víctima “se había buscado” que le sacaran los ojos.
El programa no sólo cometió la imprudencia de poner en cámara a una mujer cuya relación con el inculpado y evidente bajo nivel educacional le iba a llevar a decir cualquier cosa (de hecho se contradijo varias veces), sino que durante la entrevista los propios conductores y periodistas la azuzaron e increparon para llevarla aún más al extremo, hasta que la propia editora de noticias del matinal -en un rol de aparente heroína- decidió dar por terminado el contacto al ser “inaceptables tales dichos”.
Ahora, si se sabía cómo la mujer iba a reaccionar (era conocida en la zona al punto que CHV ya la había entrevistado de forma similar), ¿para qué la pusieron al aire en primer lugar? Distinto sería haber puesto a una autoridad, abogado defensor, o el propio inculpado.
La situación me recuerda un dicho de mi difunto director de la escuela de periodismo de la UCSC, quien nos hacía ver como cada verano, ante la falta de noticias, los diarios hacían su visita anual a Miguel Serrano, escritor y exdiplomático para quien Hitler había sido un héroe y, bastando aquella premisa, era obvio que podrían llenar una plana haciendo que el octogenario dijera sandeces.
Pero el insulto a la felonía lo puso el matinal Bienvenidos de Canal 13, que en una acción criticada por el propio dueño del canal (Luksic), transmitió el testimonio judicial explícito del ginecólogo que atendió a Nábila Rifo, incluyendo los resultados de las exploraciones vaginales y anales que se le realizaron.
Muchos comunicadores han criticado que la falta de respeto hacia la intimidad de la víctima se debe a su precaria situación socioeconómica. Y es posible, considerando que un caso como el del intrigante ¿suicidio? de la joven Antonia Garros, muchos medios han tomado la decisión de proteger la identidad del principal inculpado de violentarla, su expareja, Andrés Larraín, hijo de un prominente abogado financiero.
En la clásica historia del rey Edipo, este acaba por quitarse los ojos pues ya no resiste seguir viendo el mundo en que vive ante tanta podredumbre de la que fue parte.
Es irónico que en el caso de Nábila Rifo, alguien lo haya hecho por ella y luego los medios hayan ayudado a desbordar un río de aberraciones que jamás debió haber presenciado.
Christian Leal | Facebook
Periodista
Director de BioBioChile