Diez personajes y un grupo de mujeres del pueblo constituyen el elenco de “La vita che ti diedi” (1923), del dramaturgo italiano Luigi Pirandello (1867-1936), Premio Nobel de Literatura 1934, uno de los tres soportes del montaje digital “La vida que te di”, que se completa con el testimonio de Eliana Pérez sobre su hijo, asesinado en 2013, en el Sename, y el texto de Carolina Rojas.

Una puesta en escena digital del director Cristián Plana en la que gravita sin contrapeso el amor insondable que las madres prodigan a sus hijos en relatos que, incluso, llegan a convertirse en paradigma social-universal, más allá de la relación trágica que ellos sostengan.

En realidad, amor y dolor suman sus fuerzas para enfrentar historias paralelas donde la larga lejanía del hijo aumenta a su regreso, irreconocible espiritual y físicamente con el paso del tiempo.

Y como la propuesta del director se fija en la dura realidad chilena del Sename, el cuerpo y la voz de Eliana Pérez, a través de la actriz Amparo Noguera, dialogan con el lenguaje poético que Pirandello le atribuye a Doña Ana Luna, la protagonista del relato italiano.

Presencias y ausencias

En la síntesis de sentimientos, reflexiones y dolores ambas cuerdas femeninas potencian una reflexión escénica sobre la vida y la muerte, un encuentro que diluye todos los perfiles y subraya que la presencia del fallecido o desaparecido, junto con derrotar la ausencia, es irreversible y perdurará para siempre como algo objetivo y poderoso en sus vidas.

Así, la denuncia contra el cercano Estado chileno por el maltrato que el hijo de la mujer chilena recibió en el Sename se enreda con la percepción de la soledad y el delirio que se advierte en ambas mujeres, expresadas con matices propios por la actriz.

El recuerdo de un ser querido, recurso a la mano para tomar nuevo aliento, en este montaje tiene un valor irrelevante y negativo, ya que se parece más al olvido, a borrar las presencias.

Se podría afirmar que para ellas predomina lo vivo y la vida, por lo que nunca dejarán de insuflar ese soplo a sus hijos. En este sentido, amor y dolor aluden a un estado de realidad constante que no cambia ni cambiará.

En su hibridez teatral-audiovisual, la propuesta tiene una preocupación especial en generar con la iluminación, sonido y algunos cambios de escena un ambiente de líneas inciertas, que presiona lo sensorial e inasible.

Variantes escénicas

Desde otro ángulo, se percibe el interés de la propuesta de poner en condicional, más aún, en terreno muy incierto, la posibilidad que tiene la actriz para representar realmente lo que vive y siente la madre chilena, lo que ésta se lo hace ver en escena.

Una incertidumbre que no se busca resolver en la obra. Por el contrario: cuando Amparo Noguera utiliza en momentos una máscara con el rostro de Eliana Pérez se aproxima a una de las múltiples percepciones posibles sobre la realidad y las cosas.

Esto se acentúa con la recurrencia a las voces en off al leer y hablar, en instancias singulares y corales, ajenidad que saca el relato de lo cotidiano sin perder la fuerza humana, lejos de la posibilidad representativa.

Incluso el ambiente escénico coopera para crear una realidad minimalista y penumbrosa, mientras afloran sentimientos y emociones, a veces de perfiles incompletos e indeterminados.

Aparecen-desaparecen actriz y madre cuando Amparo, enhiesta, sobrepone la máscara en su rostro y luego de sacárselo, respira, expresiva, aplastante.

La obra mantiene también un pie en la variante documental: peluche en el rincón del hijo, violencia intrafamiliar, barrio, primeros robos, asaltos, condena, prisión en un centro modelo… 17 puñaladas.

Una propuesta de raíz profunda que suena sincera y actual, sencilla y dinámica en textos y cuerpos, con la actriz espalda descubierta, agitada, tal vez defendiéndose de las cuchilladas, pintura roja…

Y que descuelga frases con sonoridades extremas, como “mi hijo debe vivir; lo veo morir sobre mi carne; ándate hijo mío, a vivir tu vida; está vivo con la vida que le di, la mía”.

Cedida
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LA VIDA QUE TE DÍ

Textos: Luigi Pirandello y Carolina Rojas. Testimonio: Eliana Pérez.
Dirección: Cristián Plana
Actuación: Amparo Noguera
Asistente dirección: Diego Martínez
Sonido: Damián Noguera
Máscara: Franklin Sepúlveda
Vestuario: Sofía Núñez
Registro audiovisual: Tomás Plana
Realización: Gastón Espinoza
Baile: Paula Luchsinger
Análisis de texto: Macarena Bertoni
Colaboración: Fera
Dirección de fotografía: Tomás Plana
1ero de cámara: Bruno Cánepa
Gaffer: Benjamín Araya
Eléctrico: Ángeles Osuna
Foto Fija: Amanda Torres
Asistente sonido: Christoffer Baeza

Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM): www.gam.cl. Vía Zoom. Viernes y sábado, 21.00 horas. Entrada general $ 5.000. Hasta el 03 de abril 2021.