Cordales: el cumplidor debut literario de Álfil Gómez

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Álfil Gómez se da a conocer con Cordales (Emergencia Narrativa, 2014), su primera novela, un libro que no supera las 150 páginas y que posee todos los elementos de un meritorio debut literario.

Álfil Gómez se da a conocer con Cordales (Emergencia Narrativa, 2014), su primera novela, un libro que no supera las 150 páginas y que posee todos los elementos de un meritorio debut literario.

El núcleo de la novela establece una analogíaentre el título, la carrera universitaria de su protagonista y el proceso de madurez, tan progresivamente doloroso como la erupción de una muela del juicio.

La narración se centra en su protagonista, Manu, un joven que proviene de una familia disfuncional, tiene 25 años, es estudiante de Odontología de una universidad privada. Hijo único de padres separados, con una madre que disfruta su nueva soltería cual adolescente con su actual pareja, frecuentando salsotecas, casinos y relacionándose con inmigrantes centroamericanos, descuidando paulatinamente su rol maternal y de dueña de casa hasta cortar completamente el cordón umbilical con Manu y el hogar; y un padre ausente por muchos años que en transcurso de la historia intenta infructuosamente retomar el vínculo marital y parental. Eso en el plano familiar.

“-Hijo, quiero volver. Quiero a mi familia. Desde entonces no pasa un día que no piense en ustedes (…) -Papá, ¿qué mierda tienes en la cabeza? (…) La frágil imagen que tenía de mi padre, construida con los más puros recuerdos infantiles, se va desmoronando y me doy cuenta de que soy un huérfano, otro huacho más” (pág. 67)

Pero si nos adentramos en la personalidad del protagonista encontraremos otros elementos definitorios que enmarcan a Cordales dentro de la novela iniciática. Al igual que otros textos y personajes de la narrativa actual, Manu se encuentra en el áspero camino hacia la adultez, y este proceso de maduración no está exento de conflictos internos y consecuencias prácticas.

Manu estudió en un liceo tradicional de hombres donde el machismo pareciera ser el signo más fuerte dentro de los códigos que reafirman la amistad con sus compañeros. Ven, entienden -y actúan en función de ello- el amor supeditado al sexo con una carga a veces misógina respecto a las relaciones que se deben entablar con las mujeres. Cuando llega a la universidad, ese concepto de como deben actuar con ellas no cambia, imponiéndose como una resistencia para acercarse sensatamente a las mujeres de su interés.

De hecho, acá nos encontramos con una pieza interesante: Manu no está inmerso en un triángulo, si no más bien en un cuadro amoroso; son tres las mujeres que concentran su atención, cada una de ellas muy distintas entre sí y que evocan sentimientos y sensaciones dispares, como si en ese afán de encontrar el complemento las necesitase a cada una para completar el puzzle amatorio. La primera de ellas es Begoña, su amor platónico de la adolescencia, la idealización acompañando a la frustración por no haberla poseído nunca. La segunda es Anto, la polola, con ella tiene una relación inestable basada en la inseguridad de los sentimientos de ambos, por parte de Manu está el fantasma de Begoña y por parte de Anto, el fantasma de su ex pololo. La tercera, y menos relevante, es Nuria, una afroamericana hija de la actual pareja de su madre, con quien lo une exclusivamente un vínculo carnal.

Dentro del contexto universitario, el protagonista conserva sus amistades del colegio, hay temas en común, todos estudian carreras relacionadas con la salud. La amistad está basada en mecanismos de evasión constantes a través de los carretes descuadrados con exceso de alcohol, drogas, conductas que bordean lo irresponsable y las conversaciones en función de la mujer como un objeto de colección, dando cuenta de su hombría en cada conquista. Gómez es muy astuto al momento de plantear la psicología de sus personajes en relación con la historia, los dota con percepciones crudas y diálogos simples, concretos, pero efectivos quecontribuyen poco a poco a un desenlace abrupto.

“La chicas del Pussycat (…) ese subterráneo hediondo y húmedo que por tres mil pesos daba acceso a una especie de feria libre del sexo (…) De chocopanderos a oficinistas, zapateros a ingenieros comerciales, todos se aglutinaban a sus pies aguardando en cada paso, en cada contoneo pélvico o en el lento descenso por el caño la posibilidad de palparlas.” (pág. 19)

Ya hacia el final de la novela, la madre decide viajar a Cuba con su nueva pareja, abandonando al hijo en medio de las celebraciones de final de año, quizás intuyendo que ya puede hacerse cargo de si mismo, para emprender tranquilamente la búsqueda de una vida que le devuelva la juventud perdida. El personaje de la madre no es una presencia constante, ni agobiante en términos de hostigar con el deber ser, pero aparece en los momentos precisos para dar cuenta de esa dualidad de los actuales adultos: pendiendo de un hilo entre la necesidad de retornar a la frescura de la juventud, pero sin olvidar las responsabilidades.

“Mi mamá me manda un mail. Bien críptico (…) Creí entender que había llegado bien, que aún no se acostumbra y que los hombres son una mierda. Eso de que mi madre me considere su amigo y no su hijo es algo que difícilmente podremos arreglar.” (pág. 132)

El dolor productode la infección bucal lo días que preceden las fiestas de año nuevo son la señal del final demoledor, el protagonista se da cuenta que ha llegado a la adultez en medio de la soledad amorosa, familiar, y el fracaso académico. La fiesta electrónica para celebración del año nuevo lo somete a una mecánica decadente, justificando el mal sabor de su boca con explicaciones de delirio alcohólico. El dolor y la infección física son solo el síntoma de un alma tempranamente corroída que debe asumir su nuevo cambio de folio etario no porque está listo, si no porque ya es tiempo de espantar los fantasmas de la inmadurez.

Cordales
Álfil Gómez
Editorial Emergencia Narrativa
Valparaíso, 2014
143 páginas
ISBN 978-956-8688-38-7
Novela
Valoración: buen debut literario, cumplidor.

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Álfil Gómez se da a conocer con Cordales (Emergencia Narrativa, 2014), su primera novela, un libro que no supera las 150 páginas y que posee todos los elementos de un meritorio debut literario.

Álfil Gómez se da a conocer con Cordales (Emergencia Narrativa, 2014), su primera novela, un libro que no supera las 150 páginas y que posee todos los elementos de un meritorio debut literario.

El núcleo de la novela establece una analogíaentre el título, la carrera universitaria de su protagonista y el proceso de madurez, tan progresivamente doloroso como la erupción de una muela del juicio.

La narración se centra en su protagonista, Manu, un joven que proviene de una familia disfuncional, tiene 25 años, es estudiante de Odontología de una universidad privada. Hijo único de padres separados, con una madre que disfruta su nueva soltería cual adolescente con su actual pareja, frecuentando salsotecas, casinos y relacionándose con inmigrantes centroamericanos, descuidando paulatinamente su rol maternal y de dueña de casa hasta cortar completamente el cordón umbilical con Manu y el hogar; y un padre ausente por muchos años que en transcurso de la historia intenta infructuosamente retomar el vínculo marital y parental. Eso en el plano familiar.

“-Hijo, quiero volver. Quiero a mi familia. Desde entonces no pasa un día que no piense en ustedes (…) -Papá, ¿qué mierda tienes en la cabeza? (…) La frágil imagen que tenía de mi padre, construida con los más puros recuerdos infantiles, se va desmoronando y me doy cuenta de que soy un huérfano, otro huacho más” (pág. 67)

Pero si nos adentramos en la personalidad del protagonista encontraremos otros elementos definitorios que enmarcan a Cordales dentro de la novela iniciática. Al igual que otros textos y personajes de la narrativa actual, Manu se encuentra en el áspero camino hacia la adultez, y este proceso de maduración no está exento de conflictos internos y consecuencias prácticas.

Manu estudió en un liceo tradicional de hombres donde el machismo pareciera ser el signo más fuerte dentro de los códigos que reafirman la amistad con sus compañeros. Ven, entienden -y actúan en función de ello- el amor supeditado al sexo con una carga a veces misógina respecto a las relaciones que se deben entablar con las mujeres. Cuando llega a la universidad, ese concepto de como deben actuar con ellas no cambia, imponiéndose como una resistencia para acercarse sensatamente a las mujeres de su interés.

De hecho, acá nos encontramos con una pieza interesante: Manu no está inmerso en un triángulo, si no más bien en un cuadro amoroso; son tres las mujeres que concentran su atención, cada una de ellas muy distintas entre sí y que evocan sentimientos y sensaciones dispares, como si en ese afán de encontrar el complemento las necesitase a cada una para completar el puzzle amatorio. La primera de ellas es Begoña, su amor platónico de la adolescencia, la idealización acompañando a la frustración por no haberla poseído nunca. La segunda es Anto, la polola, con ella tiene una relación inestable basada en la inseguridad de los sentimientos de ambos, por parte de Manu está el fantasma de Begoña y por parte de Anto, el fantasma de su ex pololo. La tercera, y menos relevante, es Nuria, una afroamericana hija de la actual pareja de su madre, con quien lo une exclusivamente un vínculo carnal.

Dentro del contexto universitario, el protagonista conserva sus amistades del colegio, hay temas en común, todos estudian carreras relacionadas con la salud. La amistad está basada en mecanismos de evasión constantes a través de los carretes descuadrados con exceso de alcohol, drogas, conductas que bordean lo irresponsable y las conversaciones en función de la mujer como un objeto de colección, dando cuenta de su hombría en cada conquista. Gómez es muy astuto al momento de plantear la psicología de sus personajes en relación con la historia, los dota con percepciones crudas y diálogos simples, concretos, pero efectivos quecontribuyen poco a poco a un desenlace abrupto.

“La chicas del Pussycat (…) ese subterráneo hediondo y húmedo que por tres mil pesos daba acceso a una especie de feria libre del sexo (…) De chocopanderos a oficinistas, zapateros a ingenieros comerciales, todos se aglutinaban a sus pies aguardando en cada paso, en cada contoneo pélvico o en el lento descenso por el caño la posibilidad de palparlas.” (pág. 19)

Ya hacia el final de la novela, la madre decide viajar a Cuba con su nueva pareja, abandonando al hijo en medio de las celebraciones de final de año, quizás intuyendo que ya puede hacerse cargo de si mismo, para emprender tranquilamente la búsqueda de una vida que le devuelva la juventud perdida. El personaje de la madre no es una presencia constante, ni agobiante en términos de hostigar con el deber ser, pero aparece en los momentos precisos para dar cuenta de esa dualidad de los actuales adultos: pendiendo de un hilo entre la necesidad de retornar a la frescura de la juventud, pero sin olvidar las responsabilidades.

“Mi mamá me manda un mail. Bien críptico (…) Creí entender que había llegado bien, que aún no se acostumbra y que los hombres son una mierda. Eso de que mi madre me considere su amigo y no su hijo es algo que difícilmente podremos arreglar.” (pág. 132)

El dolor productode la infección bucal lo días que preceden las fiestas de año nuevo son la señal del final demoledor, el protagonista se da cuenta que ha llegado a la adultez en medio de la soledad amorosa, familiar, y el fracaso académico. La fiesta electrónica para celebración del año nuevo lo somete a una mecánica decadente, justificando el mal sabor de su boca con explicaciones de delirio alcohólico. El dolor y la infección física son solo el síntoma de un alma tempranamente corroída que debe asumir su nuevo cambio de folio etario no porque está listo, si no porque ya es tiempo de espantar los fantasmas de la inmadurez.

Cordales
Álfil Gómez
Editorial Emergencia Narrativa
Valparaíso, 2014
143 páginas
ISBN 978-956-8688-38-7
Novela
Valoración: buen debut literario, cumplidor.