Brasil comenzó a votar este domingo para escoger a su presidente en los comicios más ajustados de su historia reciente, con la presidenta Dilma Rousseff levemente por delante de Aecio Neves tras una durísima campaña cargada de drama, sorpresas y golpes bajos.
De un lado del ring, Rousseff, de 66 años, una “dama de hierro” de izquierda, exguerrillera durante la dictadura, que promete continuar y ampliar los programas sociales impulsados por su partido y que benefician a un cuarto de los 202 millones de brasileños.
Del otro, un socialdemócrata de la élite brasileña, exdiputado, exsenador y exgobernador con fama de playboy, que encarna el cambio y promete poner freno a la corrupción, dar un giro liberal para que el país vuelva a crecer, controlar la elevada inflación y “mejorar” los programas sociales.
Un total de 142,8 millones de brasileños están habilitados para votar en este inmenso país 17 veces del tamaño de España, para decidir entre los dos finalistas de la primera vuelta electoral del 5 de octubre.
Rousseff cuenta con un 52% de intención de voto contra el 48% para Neves, según el sondeo del instituto Datafolha realizado el viernes y el sábado. Separados por sólo cuatro puntos, el máximo del margen de error, ambos están en empate técnico.
El instituto Ibope da a la mandataria una ventaja mayor, de seis puntos, con un 53% contra 47% para su rival.
Todos votan
Rousseff votó este domingo en una escuela de Porto Alegre, la ciudad donde creció. Llegó sonriente, vestida de rojo -el color del gobernante Partido de los Trabajadores (PT)-, y bebió el mate típico del sur de Brasil y del extremo sur de América.
Su contendiente, de camisa azul -el color de los ‘tucanos’ del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB)-, sufragó en Belo Horizonte, acompañado por su esposa, con quien hizo la señal de la victoria para las cámaras.
“Hoy tenemos dos proyectos para escoger. El nuestro hará que Brasil continúe creciendo con más salud y educación”, aseguró la presidenta en su cuenta de Twitter. También en esa red social Neves se mostró optimista. “Llegó la hora de la gran decisión. Muchas gracias, el cambio ya comenzó”, escribió.
En Higienópolis, un sector acomodado de Sao Paulo (sureste), la preferencia la tiene Neves. “Voto por Aecio porque creo que es importante la alternancia de poder. Además Brasil necesita reactivar la economía”, dijo Roberto Carlos da Silva, un médico de 34 años.
Aunque también habían ‘dilmistas’. “Sigo creyendo en el PT. Brasil redujo la pobreza y creo que aún necesita a Dilma”, consideró la profesora Rita Azevedo, de 51 años.
En un pueblito en las montañas de Angra dos Reis, al sur del estado de Rio de Janeiro, el cacique guaraní Joao da Silva Vera Mirim, de 102 años, también llega a sufragar.
“Casi no se acuerdan de los indígenas que ya estaban aquí hace 500 años (…) Nadie recuerda lo que sufrimos, lo que estamos pasando. Apoyé a Dilma y a Lula y aún estoy esperando respuesta. Necesitamos salud”, dijo el cacique a la AFP.
“Piedra por piedra”
La gobernante ha prometido que investigará “piedra por piedra” el escándalo de corrupción en Petrobras, otra vez en primer plano tras una nueva denuncia que señala que la mandataria y su padrino político, el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), estaban al tanto del desvío de millones de dólares de la petrolera estatal para financiar al PT y partidos aliados.
La presidenta y Lula niegan tajantemente las acusaciones aún no probadas, y anunciaron que demandarán por “terrorismo electoral” a la revista opositora Veja, donde se publicó el testimonio de uno de los acusados en el caso.
El bastión electoral del PT está en el noreste, mayoritariamente negro y pobre, la zona más beneficiada de sus subsidios a familias pobres, programas impulsados desde 2003 por Lula y que sacaron a 40 millones de brasileños de la pobreza. El sur, la parte más rica del país, se inclina principalmente por Neves.
Los sondeos indican que la elección será definida por la clase media intermedia -la que gana entre dos y cinco salarios mínimos- en varios estados del sureste del país, y que está dividida 50-50.
“Llego vivo” al balotaje pese a los ataques del PT, dijo Neves el sábado, tras denunciar la “campaña sórdida” del oficialismo.
Rousseff le ha acusado de nepotismo cuando era gobernador de Minas Gerais y ha insinuado que es agresivo con las mujeres y que conduce bajo los efectos del alcohol o drogas.
Neves, a su vez, acusa a la mandataria de mentirosa, de “connivencia” con la corrupción y de “incompetencia” para controlar la inflación y hacer crecer la séptima economía mundial, en recesión técnica en el primer semestre.