Una fuerte expectativa, muchas ganas y también algo de ansiedad. Después de meses de preparativos, eso es lo que sienten quienes recibirán a los primeros refugiados sirios que llegarán el jueves a Uruguay, a quienes deberán ayudar en el proceso de adaptación.

“Ya está todo pronto” en la casa de los hermanos Maristas de Uruguay que recibirá a las primeras cinco familias de refugiados que llegarán a Montevideo el jueves al mediodía, contó a la AFP Hussein Al Fleig Al Ali, que vivirá con ellos para ayudarlos en su adaptación al país.

“Solo falta que lleven la comida mañana (jueves) temprano, luego es ir a esperarlos”, señaló este sirio de 22 años que llegó a Uruguay hace tres meses huyendo de la guerra en su país y desde entonces trabaja como traductor para la oficina de Derechos Humanos de la Presidencia uruguaya, a cargo del programa de reasentamiento promovido por el presidente José Mujica.

“Me siento nervioso y ansioso, porque falta menos de un día. Trabajamos más de tres meses, ahora va a ocurrir”, confesó quien ya se instaló el martes en la amplia casa que los Maristas ofrecieron al gobierno uruguayo para alojar a las familias durante los primeros dos meses.

Según el plan, elaborado por el gobierno en coordinación con Acnur (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), en ese periodo se buscará que empiecen a aprender el idioma, se interioricen con las costumbres del país y los mayores de edad se capaciten para que puedan incorporarse al mercado laboral.

Los 42 sirios partieron el martes de Líbano, en su primer viaje en avión, acompañado de médicos, tres traductores, representantes de la Cancillería uruguaya y el secretario de Derechos Humanos de Uruguay, Javier Miranda.

“Muchas ganas” de que lleguen

En el colegio privado Jesús María, también esperan a los sirios con ansiedad.

Hace dos meses y medio que están trabajando en un plan de alfabetización para la adquisición del lenguaje básico en español, que desarrollarán a lo largo de las ocho semanas que estarán las familias en el hogar de los Maristas.

El plan es organizar cuatro grupos -niños pequeños, escolares, adolescentes y adultos- y cinco maestras dedicarán tres horas diarias a la tarea.

“La idea es que puedan incorporar un lenguaje básico que les dé autonomía, sobre todo en el caso de los niños que posteriormente tendrán que insertarse en el sistema escolar”, contó el miércoles a la AFP el director general del colegio, Rafael Ibarzábal.

“Tenemos muchas ganas de empezar y conocer a quienes vienen, sobre todo las maestras y coordinadoras. Ha llevado mucho tiempo de proyección y preparación. Es un desafío también, desde el lado de la solidaridad y desde el profesional”, sostuvo.

Al igual que en el caso de los hermanos Maristas, el colegio se sumó al programa en forma voluntaria cuando se enteró del plan de Mujica. “Lo que hicimos fue levantar la mano y decir aquí estamos, porque esta realidad nos conecta con el origen de nuestra institución”, explicó el director.

No formar colonias

En la oficina de la secretaría de Derechos Humanos hay desde hace semanas una planilla con la organización diaria en el hogar Marista. Clases de lengua, recreación, comidas, tiempo libre… todo está agendado para tratar de aprovechar al máximo el tiempo en el que se espera que las familias se familiaricen con el país.

Para la segunda etapa, el gobierno ya consiguió viviendas y trabajo para la mayoría y planea seguir brindándoles asistencia durante dos años.

“La propuesta del programa no es formar una colonia siria”, sino que se instalen en distintas localidades, de a dos o tres familias, contó en una entrevista reciente con la AFP el secretario de Derechos Humanos, Javier Miranda.

El plan de reasentamiento costará al gobierno uruguayo entre 2,5 y 3 millones de dólares en los próximos dos años.

Si todo sale bien, otras siete familias -unos 80 sirios- arribarán en febrero de 2015.

En el barrio el hogar Marista, muchos respaldan la iniciativa, de la que la mayoría se enteró por televisión. “Todo el mundo tiene que colaborar con esa gente”, dice Víctor Agostini, guardia de seguridad de 45 años. “Son pacifistas, como todos nosotros”.