Previo a la Navidad, un analista político del diario británico The Guardian afirmó que lo que echa a perder la Pascua son esos desagradables “cabros chicos”.

Por supuesto lo dijo esperando que todos pusiéramos cara de asombro y entonces desarrolló su opinión describiendo cómo en esta época los adultos están convirtiendo a los niños en unos consumistas voraces y malcriados, porque la mayoría de los adultos trata de compensar con regalos, lo más caro posible, nuestra incapacidad de comunicarnos con los pequeños e invitarlos a disfrutar mejor de esos poquitos años que dura la niñez.

Es decir, los acostumbramos al soborno y ellos se dan cuenta de que la gente grande quiere comprarlos con regalos y dinero, comprar el perdón por no saber ofrecerles algo que sea mejor y que sea de veras entretenido.

Pareciera que eso del soborno, de poner en términos de compra venta lo que debieran ser ganas, pasión y anhelos más profundos, es un mal que cuesta mucho poner a raya.

Por otro lado, en Estados Unidos, un juez dejó sin ir a prisión a un joven de 16 años que -manejando borracho- atropelló a cuatro personas, matando a dos de ellas en una resolución que marca un precedente respecto a la educación de los niños. Los detalles de este caso podrían ayudarnos a entender las noticias de esta semana, que ponen en duda si será evitable una tercera guerra mundial.

Escucha la crónica completa de Ruperto Concha a continuación: