Desde 1999, el fotógrafo inglés André Govia se ha hecho un nombre a nivel mundial como el último espectador de edificaciones abandonadas. Su pasión por aquellos cuartos que los seres humanos dejamos atrás, le ha llevado a retratar ya más de 800 mansiones, palacios, hospitales, centros deportivos e incluso, asilos mentales.

Su labor no es nada fácil. Auto definido como un “explorador urbano”, el artista ingresa sin autorización la mayor parte de las veces a estos recintos, lo que le ha provocado varios roces con la policía.

“Como exploradores urbanos, siempre estamos conscientes de que vamos a transgredir la ley por el solo hecho de presentarnos sin permiso. Uno entiende que los dueños jamás nos darán permiso para ingresar, sobre todo debido a los riesgos para la salud y la seguridad que pueden haber. Para ser honestos, esa sensación de adrenalina es la que estamos buscando. Los vigilantes y policías son parte del juego, y siempre debemos respetar el hecho de que sólo hacen su trabajo”, expresó a Yahoo.

En uno de sus últimos trabajos, Govia visitó la Mansión Circular, una otrora formidable casona ubicada en el oeste de Bélgica. Se trató de un lugar que rompió sus esquemas, ya que pese a llevar más de 2 décadas abandonada, por alguna razón todos sus enseres permanecen intactos, tal como si sus ocupantes hubieran abandonado ayer el edificio.

“Era muy fría y escalofriante. Tenía un ambiente cargado de humedad y los ruidos del viento te hacían temblar de miedo. La parte que más me llamó la atención era el tamaño de la mansión. No podía creer que 9 dormitorios y habitaciones tan grandes fueran ocupadas por una sola familia”, dijo al diario británico Daily Mail.

El fotógrafo también llamó la atención sobre los detalles que hacían aún más misterioso el abandono del inmueble: vasos de vino que quedaron servidos sobre los muebles, juguetes de niños alrededor de la casa e incluso ropa de cama que ni siquiera alcanzó a ser recogida.

Flickr.com/AndreGovia

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