Los supervivientes del tifón de Filipinas, país mayoritariamente católico, afluyeron a las iglesias devastadas este domingo para reconfortarse y buscar un poco de esperanza en medio de la tragedia.

Nueve días después del paso de uno de los tifones más potentes jamás registrados, que destruyó ciudades y mató a miles de personas, los fieles encontraron en la misa un momento de descanso en su lucha por la supervivencia, mientras por fin les llega la ayuda.

El presidente Benigno Aquino, criticado por el tiempo que ha tardado en distribuirse esa ayuda, arguyó este domingo que existen problemas logísticos muy importantes, durante una visita a algunas de las zonas más devastadas.

“Por favor tengan paciencia. Las zonas afectadas cubren un área muy grande”, declaró Aquino. “No pierdan la esperanza”, insistió.

En Guiuan, la primera ciudad golpeada por el tifón Haiyan, unas 300 personas asistieron este domingo a la misa frente a la iglesia de la Inmaculada Concepción, un templo de 400 años muy dañado por el tifón.

“Quiero darle las gracias al Señor. Le hemos pedido ayuda para todos los que sobrevivieron al tifón, para que puedan comer y continuar una vida que esperamos sea más feliz”, dijo a la AFP Belén Curila, una parroquiana de 71 años vestida con mucha elegancia.

“El Señor ha reforzado nuestra fe y nos ha hecho más fuertes para sobrevivir y recomenzar todo”, añade.

En una ceremonia muy emotiva, el padre Arturo Cablao elogió en la homilía la fuerza de espíritu de la comunidad, privada de lo más básico. Algunos de los fieles lo escucharon sollozando en silencio, en medio del barro, pedazos de vidrio y otros escombros.

Alrededor del 80% de los 100 millones de filipinos son católicos, herencia de casi cuatro siglos de colonización española. Este domingo, los fieles dieron abundantes muestras de su devoción en las islas centrales del archipiélago, barridas por el tifón.

En Tacloban, capital de la isla de Leyte y una de las más castigadas, cientos de fieles acudieron a la iglesia del Santo Niño, un edificio de 124 años de antigüedad que se quedó sin techo en la catástrofe.

Después de la misa, Violeta Simbulan, de 63 años, dijo que se sentía reconfortada tras escuchar la homilía. “Estoy más tranquila. Siempre que tenga fe y le rece a Dios”, dijo la mujer, que perdió en el tifón a dos primos y una tía.

La ayuda cobra ritmo

Mientras tanto, las operaciones de ayuda proseguían a un ritmo sostenido, después de las numerosas críticas sobre la lentitud del proceso.

“El desafío es garantizar que las provisiones que recibimos llegan al mayor número posible de personas. La llegada de la ayuda fue bastante lenta al principio, pero está cobrando un buen ritmo”, dijo a la AFP en el aeropuerto de Tacloban Samir Wanmali, coordinador de urgencia del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas.

La aceleración de la ayuda se ha visto propiciada por la llegada el jueves por la noche del portaaviones estadounidense “George Washington”, con sus miles de marines a bordo.

Desde entonces, sus aviones y helicópteros han podido llevar comida, agua y tiendas de campaña a zonas remotas y aisladas.

Este domingo se espera la llegada del buque de guerra británico “HMS Daring”. Londres anunció en paralelo el despliegue de un portahelicópteros, que se espera llegue de aquí al 25. Por su lado, Tokio enviará 1.200 soldados, tres buques, diez aviones y seis helicópteros.

China anunció este domingo que está “lista” para enviar personal médico al archipiélago, sin precisar cuándo.

El último balance del gobierno de Manila es de 3.681 muertos y 1.186 desaparecidos. La ONU habla por su lado de cerca de 4.500 muertos, pero afirma que con toda probabilidad el balance aumentará a medida que se evalúe la situación en el terreno.

Según Naciones Unidas, entre 9 y 13 millones de personas se han visto afectadas, y tres millones han debido desplazarse.

Este domingo apareció un video que muestra la potencia de la tormenta, al golpear la ciudad costera de Hernani, llevándose a su paso las casas.

“Fue como un tsunami gigantesco”, dijo Nickson Gensis, miembro de la agencia de ayuda a la infancia Plan International, que grabó las imágenes desde un edificio.