Recién destituido del ministerio y obligado a alejarse de cargos públicos por 5 años, Harald Beyer evalúa su actual situación. Afirma que la acusación en su contra responde a revanchismos en contra del gobierno y que Bachelet, de haber respondido con lealtad, habría evitado fácilmente su destitución.

Beyer habla de decepciones personales, de demagogia política de muchos parlamentarios a la hora de votar en estas instancias y a la hora de hablar del lucro. También afirma que el narcisismo se ha adueñado del movimiento estudiantil que, en definitiva, es el comienzo y final de su historia como ministro.

Michelle Bachelet

Harald Beyer trabajó en 3 comisiones para el gobierno de Bachelet y afirma que su aporte no fue poco, “mi rol fue, desde el punto de vista de sus intereses y de lo que ella buscaba, bien importante”.

Asegura que no quiere llorar sobre leche derramada, pero aclara que es un hecho que Bachelet podría haber detenido la acusación constitucional en su contra, pero aquello era, según Beyer, un gesto político que requería lealtad de un líder a las personas que han trabajado con ella.

“Me decepcionó y me deja la sensación de que su liderazgo es de mentira”, sentencia el exministro. Bajo sus parámetros, de un verdadero líder se espera una mirada con mayor distancia, con perspectiva de largo plazo, que Michele no tuvo.

Posible renuncia

La posibilidad de zanjar el tema mediante su renuncia, es uno de los aspectos que más decepcionan a Harald Beyer. Explica que la acusación constitucional es una institución de suma importancia, que debe respetarse y que en ninguna de sus normas se establece que por la renuncia del ministro sobre el cual versa esta deba detenerse.

Es decir, cada vez que un parlamentario se acercó a decirle que, si él renunciaba, la acusación reculaba, cometía un “arreglín” indigno. Ya que reflejaba que era capaz de cambiar un voto que sólo debía sostenerse en el mérito de una presentación y una defensa.

Oposición parlamentaria

Beyer asegura que vio mucha demagogia y aquello lo decepcionó. Afirma que los parlamentarios, casi en su totalidad, votaron en manada y no basándose en los méritos de este peculiar proceso constitucional.

Bianchi es el ejemplo de Harald, ya que en su exposición no cita nada de la acusación y públicamente ofreció “salvarlo” a cambio de su renuncia. “Creo que, en general, el análisis que hicieron fue muy pobre, tratando de satisfacer a la galería, pero no a sus conciencias”, asegura.

Hosaín Sabag, según Beyer, es ejemplo de lo contrario, ya que reconoció que las presiones políticas fueron muy fuertes. A pesar de no compartir el argumento, valora la sinceridad y no la hipocresía del resto que trató de argumentar sin validez, cuando en el fondo tenía las mismas razones.

Confech

Dentro del proceso la Confech fue un grupo de presión más. Para opinión del exministro, sería muy lamentable que un parlamentario o varios hubieran permitido que esas presiones influyeran en sus votos, ya que las opiniones de aquellas no siempre corresponden con la del interés general y bien común, por el cual deben velar los políticos.

Beyer cree que existe irresponsabilidad por parte de los líderes del movimiento estudiantil, que no reconocen nada sobre el país y se dejan llevar por un infantilismo revolucionario. Estima que el movimiento ha ido adquiriendo una especie de narcisismo y que, en vez de acordar soluciones con sus gobiernos, sólo levantan el ego de sus dirigentes.

Futuro

Según señalo Beyer en su entrevista con La Tercera, no formará parte del comando de Allamand, pero no descarta ayudarlo en lo que él le pida. Su futuro pareciera estar más vinculado con los Estados Unidos donde pretende estudiar más sobre educación y otros aspectos.