Una nueva polémica ha sacudido la última semana el Dakar, a pesar de los esfuerzos de los organizadores del rally más importante del mundo por priorizar la seguridad y la preservación del medio ambiente por encima de otros aspectos.

Tres semanas antes de la largada de la quinta edición de la carrera sudamericana, el cinco de enero en Lima, el director del Museo Paleontológico Mayer Hönninger, Klaus Hönninger, situado en la misma capital de Perú, acusó a la prueba de haber causado el año pasado un daño irreparable en el desierto de Ica, donde se encuentra el mayor cementerio del mundo de fósiles del periodo del Mioceno.

Hönninger señaló que algunos pilotos no habían seguido el itinerario previsto en el libro de ruta y habían abandonado “toneladas de basura” durante su recorrido.

Carlos Vildoso, director del Instituto Peruano de Paleontología, en declaraciones a al AFP hizo unas acusaciones parecidas, pero después se retractó en una carta a la organización de la carrera asegurando que sus palabras eran valoraciones “totalmente personales”.

En el documento, del que la AFP tiene una copia, Vildoso señala que a los organizadores “no se les puede imputar responsabilidades por lo sucedido con los restos paleontológicos”.

Etienne Lavigne, de 49 años, director del Rally, negó categóricamente las acusaciones.

“Los recorridos en cada uno de los tres países (Perú, Chile y Argentina) han sido cuidadosamente estudiados y elaborados en colaboración con las autoridades y ministerios locales (Cultura y Medio Ambiente), y pasan de largo por cualquier territorio protegido”, declaró Lavigne a la AFP.

Una treintena de personas en vehículos 4×4 tienen como misión vigilar la protección ambiental y la recogida de residuos al final de cada etapa.

“Además, este año, una ONG peruana, Eco Playa, ha puesto a disposición a sus 200 voluntarios para ayudar a limpiar los restos dejados por los espectadores”, agregó el organizador.

El viernes, el ministerio de Cultura de Perú también negó con firmeza las acusaciones en una declaración y garantizó “que el Rally no causará durante su recorrido ningún daño al patrimonio paleontológico del país”.

El texto añadió que en la edición de 2012 “no hubo ninguna queja de persona o institución referente a daños ocasionados al patrimonio”.

Lavigne, hombre de carácter enérgico que estuvo en la Infantería de Marina, también se ha marcado como objetivo borrar la imagen del Rally en su versión africana, con accidentes en los que murieron más de 50 personas (20 de ellos espectadores) en 30 años.

Al menos 150 personas, entre ellas numerosos profesionales de la seguridad (policías y bomberos), alrededor de sesenta médicos y cirujanos, cinco helicópteros, y diez vehículos médicos estarán disponibles las 24 horas durante las dos semanas que dura la competición

Otra medida tomada por Lavigne es establecer un estricto reglamento respecto al límite de velocidad. Aquellos pilotos que no respeten las restricciones en las etapas cronometradas, o cuando se atraviese una zona poblada, serán sancionados según la gravedad de la falta, incluyendo la eventual expulsión de la prueba.

“Pero estamos en un deporte extremo, el riesgo cero no existe. Los competidores son conscientes y son los únicos responsables de sus acciones”, finalizó el director del Dakar.