Sin lugar a dudas que las movilizaciones de los estudiantes secundarios acapararon la atención durante esta semana. Marchas, tomas y enfrentamientos con Fuerzas Especiales de Carabineros marcaron la tónica. Y esto está recién comenzando.

En lo que parece una tradición republicana, se inició el periodo de manifestaciones en demanda por una educación justa, de calidad y gratuita. Y tal como en ocasiones anteriores, esta “lucha” presenta matices y diferencias con procesos reivindicatorios pasados.

Y es que en esta oportunidad la batuta no la llevan los universitarios, pues adolecen de un líder que los aglutine. Gabriel Boric no tiene el poder de convocatoria suficiente, lo que quedó demostrado con su cara de sorpresa cuando supo de la toma de la Casa Central de la Universidad de Chile.

Su lejanía de un partido político le juega en contra a la hora de conseguir las repercusiones a su discurso anarquista, que además poco se diferencia de lo que pregonaban otros como Camila Vallejo. Al no existir variaciones, el discurso se hace monótono, y por tanto, aburrido.

Por otro lado, los secundarios han demostrado claridad en las ideas, con una vocera como Eloísa González, quien se ha abierto paso entre el resto de los dirigentes con un lenguaje claro y ambages típicos del “compañero vamos a luchar”.

Será más común de ahora en adelante ver su cabellera roja en la TV, y no sólo ella, sino también otros voceros que poco a poco le empiezan a tomar el ritmo a dar declaraciones en los medios.

Rodrigo Pino (RBB)

Rodrigo Pino (RBB)

Sin embargo…

Si bien es prematuro adelantar algún resultado inmediato, está el antecedente del año recién pasado donde el Gobierno simplemente esperó y esperó, provocando descalabros importantes en la calendarización de universidades y el aumento sustantivo de repitientes entre los secundarios.

Esta administración pasará a la historia por su reticencia al diálogo directo con la ciudadanía, y si bien el presidente Piñera dice que sin marchas a los pobres se les escucha, claramente es una falacia si se piensa que esa política se basa en que la ayuda a los desposeídos le dan bonos de cara a las encuestas.

No es la primera vez que el principal problema que enfrenta La Moneda es la ausencia del diálogo. La falta de consensos se debe -valga la redundancia- a la falta de “mediadores”, lo que quedó demostrado en el conflicto en Aysén, que terminó con un ministro fuera del Gabinete, aunque recompensado con un cargo en el directorio de TVN.

A lo anterior, y no menos importante, se suma una clase política desprestigiada que poco ha hecho, y que tampoco hará mucho, divorciada con la realidad del vecino de a pie, y que ahora está más preocupada de asegurarse ante las próximas elecciones.

Esto está comenzando, por eso es necesario que desde ya el Gobierno tome cartas en el asunto, y muestre qué era lo diferente respecto a la Concertación, cuya deuda en más de una década en el poder es enorme.

Los errores de la “Revolución Pingüina” no se van a volver a repetir, por tanto si el presidente Piñera espera repetir su estrategia de pasividad, está claro que la tensión irá en escalada y terminará de hipotecar ese débil 27% en la CEP.

José Linez ©

José Linez ©

Por otro lado…

Los estudiantes plantean una revolución total, sin embargo, no sólo se requiere del apoyo del Gobierno para concretarla, se necesita un pronunciamiento desde los municipios y del Congreso.

Pese a lo cual desde las entidades edilicias ven con malos ojos un cambio al sistema que derivaría en dejar de recibir dineros frescos, que no siempre son destinados a educación -la evidencia es lo que sucede con el bono SAE-, y que sirven para “tapar” administraciones deficientes.

El cambio es necesario, pero pretender hacerlo en un par de sesiones en el Congreso es una utopía, se requiere un apoyo transversal (aunque suene cliché) y voluntad política.

Las tomas, la violencia, barricadas, piedras, molotov y agresiones no son el camino y son repudiables desde cualquier punto de vista.

Lo lamentable es que parece la única vía ante un Gobierno sordo que aún no percibe el real peligro de la bandada de gaviotas que parecen volar inofensivas graznando, pero que de sopetón pueden dejar caer sus desechos a los desapercibidos.