Argentina espera que la decisión de las autoridades de las Malvinas, bajo dominio británico y cuya soberanía reclama Buenos Aires, de prohibir el descenso de pasajeros, entre ellos argentinos, de un crucero por problemas de salud no se trate de un nuevo “acto hostil”, dijo el lunes su cancillería.

La cancillería argentina dijo esperar que la medida “se base en razones estrictamente objetivas y que no se trate del enésimo acto hostil dirigido a turistas de varias nacionalidades, así como contra ciudadanos argentinos que tienen el simple deseo y la aspiración de conocer las Islas Malvinas”, señaló en un comunicado.

Las autoridades de Malvinas, a las que Argentina considera “ilegítimas”, señalaron que resolvieron impedir el descenso de pasajeros, incluidos varios argentinos, del crucero Star Princess, debido a “un brote de norovirus” (gastroenteritis) y señaló que el virus “se ha convertido en un problema grave en los hospitales y barcos de todo el mundo”.

La decisión se adoptó luego de que Chile, Uruguay y Brasil confirmaran la semana pasada que prohibirán el ingreso a sus respectivos puertos de barcos con bandera de Malvinas, en el marco de una escalada verbal entre Argentina y Gran Bretaña a menos de tres meses del 30 aniversario de la guerra en las islas.

El gobierno de Cristina Kirchner sostuvo que “la nave, propiedad de una empresa estadounidense, había cumplido previamente con los protocolos sanitarios tanto de la Argentina como de Chile”.

Entre los pasajeros, había varios argentinos que pretendían rendir homenaje a los soldados caídos en la guerra de las Malvinas de 1982, en la que murieron 649 de sus compatriotas y 255 británicos, y que terminó con la rendición de la nación sudamericana, por entonces gobernada por una dictadura militar.