Su vida, su trabajo y su pasión giran alrededor del café, pero por primera vez los 56 campeones nacionales de barismo compiten por el trofeo mundial en un país productor del aromático grano, Colombia, donde han conocido las técnicas de cultivo y producción.

“Mi pasión es el café. Para otros es el fútbol. No es un trabajo por el que me debo preocupar de tener que ir todos los días, es algo que me apasiona, que me gusta”, dijo a la AFP el rumano Mihai Panfil, uno de los aspirantes a suceder al estadounidense Michael Phillips, actual campeón mundial.

Panfil, junto con los demás representantes nacionales de la especialidad, llegó a Colombia a comienzos de la semana. Como gran parte de sus colegas, no conocía un país cafetero.

“Para mí es un sueño hecho realidad. He cumplido dos: el primero ser el representante de mi país en el campeonato mundial, y el segundo, conocer y visitar una finca cafetera. Para mí y para todos los baristas eso es muy importante”, aseguró el rumano.

Aunque llega ya a su décima segunda versión, el Campeonato Mundial de Barismo (WBC, por sus siglas en inglés), que se realiza anualmente y busca elegir al más experto preparador de café espresso y de bebidas basadas en éste, nunca había tenido como sede un país productor.

Por ello, la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (Federacafé), que agrupa a las 500.000 familias productoras, organizó para los campeones nacionales una visita al denominado Eje Cafetero (centro del país), donde se ubica la principal zona de cultivo.

El francés Ludovic Loizon, participante en cuatro ocasiones en el campeonato nacional y con 15 años trabajando detrás de la barra, señaló que aunque conocía del café de Colombia y de su calidad, tampoco había tenido la posibilidad de viajar a una nación productora.

El competidor francés reconoció que en su país la cultura de café es más la inglesa del café filtrado, que la del espresso. “Quiero mejorar la calidad del café que se consume en Francia y transmitir el mensaje de perfección y calidad”, dijo Loizon, quien para ello fundó también una escuela de barismo.

Tanto el rumano como el francés coincidieron en que el secreto de su profesión radica en la pasión que le imprimen a esa labor.

Pero tal vez la más entusiasta es la irlandesa Vicky Fitz-Henry, tres veces participante en el campeonato de su país, en dos de las cuales quedó segunda. La tercera es la vencida y por eso está en Bogotá.

“No sé qué es lo que me gusta de esto. Sé que me encanta, pero no podría decirlo en palabras. Estoy trabajando como barista desde 1999. Llegué por accidente, una razón poco romántica. Estaba buscando un trabajo y lo conseguí en un café, pero de inmediato me enamoré de la bebida”, señaló emocionada.

Fitz-Henry se declaró enamorada de Colombia. “Sabía que en Colombia se produce excelente café. Pero es ahora cuando me doy cuenta de todo lo que hay detrás del café de Colombia, de las piezas que se unen para producirlo”, anotó.

“Lo que más me impactó fue la pasión de la gente que conocí. De los que estaban involucrados en el proceso. Tomé excelente café y vi muchas cosas, pero lo que más me gustó fue sentir la pasión de la gente que trabaja allí”, agregó sobre su viaje al Eje Cafetero.

Panfil, Loizon y Fitz-Henry, esperan con ansia el veredicto de los jueces que les permita instalarse en la semifinal del Campeonato, a la que llegarán los doce mejores este viernes. El sábado se definirán los seis finalistas y el domingo se conocerá el nuevo campeón mundial.