Apoderados y profesores del liceo Jorge Sánchez Ugarte de Concepción acusaron fuerza desmedida de personal del consultorio Tucapel en la campaña de vacunación contra la influenza humana. En el establecimiento manifestaron que varios estudiantes fueron prácticamente “reducidos” por las enfermeras.

Probablemente usted no conozca a nadie que tenga buenos recuerdos de infancia con las campañas de vacunación y en verdad las cosas no han variado mucho, más aún cuando ocurren situaciones que salen de la norma y el procedimiento establecido, como se denunció en el Liceo Jorge Sánchez Ugarte de Concepción.

Hilda Vega, apoderada del establecimiento contó a Radio Bío-Bío sobre la forma en que le comentaron fue tratado su hijo por funcionarios del Consultorio Tucapel.

Hilda reconoce que su hijo es un tanto inquieto en la materia, pero manifiesta su molestia frente a la obligación a la que fue sometido el niño para inocularse contra la AH1N1.

En el Liceo Jorge Sánchez Ugarte están en conocimiento de los hechos, varios profesores que presenciaron estas situaciones conversaron con el Director e incluso 3 docentes expresaron por escrito la denuncia, lo que se traducirá en una queja formal del establecimiento educacional contra el consultorio.

En el texto se señala que hubo fuerza desmedida y tirones, con pequeños de 7 años que fueron literalmente reducidos frente a un proceder rústico, violento y sin sentido del personal médico frente a la mirada atónita de los niños.

Con la misma impresión con que recibieron la noticia en el Cesfam Tucapel, donde su director Luis Sunken quedó sorprendido porque no contaba con antecedentes de esta naturaleza, por lo que investigará esta denuncia.

No hay que olvidar -agregaron en el establecimiento de salud- que cuando comienzan las vacunaciones los niños se esconden en los baños, gritan, muerden, escupen y lanzan patadas para evitar la jeringa, lo que también genera un riesgo para los propios menores, por lo que se debe mantener su brazo quieto.

Y en este aspecto tampoco colaboran los profesores -dicen las enfermeras- porque se desentienden del proceso cuando los equipos llegaban a las salas.