Una serie de videos se ha apoderado de internet estas últimas semanas, en donde aparece un tierno y exótico animal de enormes ojos que luce como un perfecto compañero doméstico para los amantes de las mascotas: el loris perezoso.
En uno de los videos más populares, publicado hace años y que convirtió este animalito en una potencial tendencia de mascota, aparece un loris levantando los brazos mientras su dueño le hace cosquillas.
A pesar que la intencionalidad del video parece inofensiva, la verdad es que las cosquillas son una real tortura para este animal.
La Organización Internacional de Rescate Animal reveló que los loris levantan sus brazos cuando están aterrorizados, movimiento que les ayuda a producir veneno en una glándula de sus codos para protegerse.
En tanto, sus ojos lucen redondos y atentos, porque la luz los daña al punto de dejarlos ciegos. Por otra parte, no existe un alimento que cumpla con las necesidades nutricionales del animal, motivo por el que realmente se encuentra desnutrido. Pero eso no es lo peor.
Tráfico ilegal de loris perezosos
Los loris perezosos son un tipo de primates provenientes del sur y sudeste de Asia. Les gusta vivir en los bosques y llevan una vida nocturna, en donde su rutina consiste en desplazarse por grandes distancias desde un árbol a otro en busca de comida.
Hasta hace algunos años, sus únicos depredadores eran las serpientes, las águilas y algunos osos. Sin embargo, este último tiempo su mayor motivo de muerte y sufrimiento proviene de manos humanas.
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Su tierna apariencia fue lo que impulsó su comercio ilegal. Los loris son arrancados de su hábitat por comerciantes que los venden libremente en Asia y los transportan como contrabando a otros países.
Antes de ser vendidos, les arrancan sus dientes sin anestesia (puesto que son venenosos) y luego los introducen en estrechas cajas para transportalos, en donde muchos mueren por asfixia.
En desconocimiento de lo anterior, muchos amantes de las mascotas los adquieren, siendo su domesticación una gran tortura, puesto que son naturalmente salvajes, nocturnos y les aterra vivir en compañía.
Debido a su comportamiento, quienes los adoptan están obligados a mantenerlos en jaulas, contrario a la libertad que poseen en su hábitat natural.
Errónea humanización de las expresiones de los animales
Lamentablemente, la tierna expresión de los loris perezosos confunde a muchos, quienes pensaron por años que estos animales eran felices al levantar sus brazos y mantener un comportamiento bajo perfil.
Lo anterior sucede por la errónea humanización de las expresiones animales, según explica Gaspar Romo, médico veterinario especialista en etología clínica y presidente de la Asociación de Etología Clínica Veterinaria de Chile.
“Cometemos el error de extrapolar nuestra forma de expresar las emociones a nuestras mascotas y no entendemos que somos especies diferentes”, detalla el experto y agrega: “Ellos experimentan el mundo, viven emociones y se comunican de maneras únicas y muchas veces muy distintas a la nuestra”.
“También les atribuimos pensamientos o intenciones, al dar por hecho que su forma de pensar y deseos son los mismos que los de un humano”, añade.
Pero esto no sólo ocurre con animales exóticos como los loris perezosos, sino que también con mascotas muy comunes como perros y gatos.
Emociones en perros y gatos
Gaspar señala que en el caso de los caninos, es muy frecuente que sus dueños crean que éstos se “sienten culpables” cuando destrozan algo de la casa y se muestran sumisos, cuando en realidad buscan “tratar de calmar a su dueño”.
Otro ejemplo, es cuando los perros “sonríen”. “Los perros efectivamente pueden sentirse felices, pero no lo manifestarán de esa forma. Por el contrario, existe lo que se denomina ‘sonrisa sumisa’, que el perro expresa en situaciones de conflicto para tratar de calmar a la contraparte (perro o humano)”, detalla.
También hay perros que “sonríen” porque su dueño los entrenó para ello, pero esto no significa que estén felices, explica el veterinario.
Respecto a la tristeza, Romo admite que los animales sí experimentan esa emoción, pero no con lágrimas. “Hay un video viral donde se ve a un siberiano ‘sollozando’ sobre la tumba de su dueña, cuando resulta más probable que esté experimentando una dificultad respiratoria”, ejemplifica.
“Los perros sienten pena y es muy probable que él la experimentara, pero lo que se ve en ese video es la forma en la que una persona la manifestaría”, explica.
En relación a los gatos, el veterinario expresa que en ocasiones se tilda a un gato de “celoso” cuando llega un nuevo integrante a la familia, ya que orina en lugares inadecuados, siendo que en realidad están estresados porque no conocen a la persona o animal.
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Romo reconoce que los animales son capaces de experimentar emociones primarias como miedo, disgusto, tristeza, sorpresa, alegría, enojo, las que son “indispensables desde un punto de vista adaptativo”.
Sin embargo, señala que “está en discusión si son capaces de experimentar emociones secundarias (complejas) y que implican un mayor grado de autoconciencia (orgullo, celos, culpa, vergüenza, entre otras)”. Aún así admite que algunas investigaciones apuntan a que los perros pueden experimentar los celos.
Gaspar destaca que la expresión de estas emociones en gran parte de las veces será totalmente distinta a las de los humanos.
Para que un animal sea feliz basta con cuidar su bienestar: que esté sano, coma adecuadamente, no sufra miedo o estrés, cuente con refugio, comida y agua, y además comparta un vínculo positivo con su tutor.
¿Domesticación o salvajismo?
La situación de los loris perezosos abre el debate si es mejor dejar a un animal en su hábitat natural o domesticarlo. Para Gaspar Romo, esto dependerá de la mascota en cuestión.
Respecto a perros, gatos, caballos, vacas, gallinas y otros animales domésticos, que están acostumbrados a vivir con el humano desde tiempos históricos, están mejor en esas condiciones que en un ambiente silvestre.
En cambio, otros animales, como los loris, guacamayos, loros, reptiles y las arañas pollito, que son sacados de su hábitat y comercializados como mascotas, aún no han vivido ese proceso evolutivo que les permita ‘ser felices’ junto al humano.
