Alimentar a las aves silvestres en los centros urbanos, una costumbre muy extendida en todo el mundo, puede perturbar el frágil equilibro existente entre las especies nativas y las invasoras, como las palomas, según un estudio publicado en los anales de la academia estadounidense de las ciencias (PNAS).

Esta práctica puede provocar la desnutrición en algunos pájaros, alterar la riqueza de las especies y contribuir a la transmisión de enfermedades aviares, de acuerdo a la investigación conducida durante 18 meses en 23 jardines residenciales en Auckland, Nueva Zelanda.

Durante un año y medio, en casi la mitad de estas residencias, los propietarios distribuyeron diariamente en sus jardines algunos trozos de pan y un puñado de granos, que es el alimento que usualmente se le ofrece a las aves. La otra mitad no les dio nada.

Los científicos concluyeron que alimentar a las aves afecta a las especies que son comunes en los jardines, y que son insectívoras y frugívoras. Y, en cambio, favorece a las especies que no son autóctonas y son omnívoras.

Así, en los jardines donde se proporcionó alimento, había 2,4 veces más gorriones y 3,6 veces más palomas que especies nativas, precisaron los investigadores en el trabajo.

Los ornitólogos destacaron en particular la disminución de más del 50% de la curruca mosquitera en los lugares donde se proporcionó alimentos, en comparación con aquéllos donde los propietarios no alimentaron a las aves.

La presencia de este alimento foráneo también puede tener otras consecuencias, como el aumento de la competencia entre especies nativas e invasoras para hacer sus nidos. Además, la concentración de pájaros en lugares donde el alimento es abundante incrementa el riesgo de enfermedades aviares.

“Los resultados del estudio en Nueva Zelanda son un paso importante para entender el impacto de esta práctica de alimentar aves silvestres y muestra la necesidad de efectuar investigaciones a largo plazo”, escribieron los ornitólogos.