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Julio Olguín, peluquero y maquillador chileno, triunfa en las pasarelas de moda internacionales trabajando en el backstage de la Fashion Week. Desde un humilde origen en Puente Alto, ha participado en eventos destacados como el desfile Dolce & Gabbana Alta Costura y la emblemática Semana de la Moda.
Desde un hotel en Milán (Italia), Julio Olguín, un joven oriundo de Puente Alto, finalmente descansa después de un largo día de hacer lo que más le gusta: preparar a los modelos para las pasarelas más importantes del mundo de la moda en la Fashion Week.
No es la primera vez que le toca una Semana de la Moda, el sueño de todo estilista, pero recuerda con lujo de detalles cómo llegó allí. “Fue como una serie de sucesos y accidentes que llevaron a que esto pasara”, dice con una sonrisa de oreja a oreja en una conversación por Zoom con BiobioChile.
Este año, no es el único chileno en este importante escenario, la cantante nacional Francisca Valenzuela anunció que desfilará en “Le Défilé”, el gran evento de L’Oréal en la Semana de la Moda en París. Pero tras bambalinas, Julio también estará haciendo lo suyo.
“La próxima semana voy a París. Este es mi cuarto Paris Fashion Week. Ahora estoy en Milán, mi segundo Milán. Entonces se han abierto las redes, la gente me conoce, mis clientes se repiten”, cuenta.
El camino hasta allá no fue fácil, se podría decir que Olguín burló al destino para alcanzar sus sueños. En 2023 se fue —según él de vacaciones— a París y, por si las moscas, llevó consigo todas sus herramientas.
“Llevé mi maletita de maquillaje, llevé mis cosas de pelo y dije: ‘bueno, no creo que pase nada’”, recuerda, “le escribí a una influencer chilena con la que ya había trabajado y me dijo ‘necesito a alguien que me peine todos los días’, para los distintos desfiles a los que ella iba de invitada. Entonces así partimos. Fui, la maquillé, la peiné, día uno, día dos, día tres, día cuatro. Terminó la semana de la moda”.
Después de esa primera vez se prometió que regresaría y apenas pisó Chile de vuelta, empezó a planear su próximo viaje, destino: la Fashion Week de Londres en junio de 2024. Sin ningún auspiciador, trabajó y ahorró para llegar nuevamente con sus cosas y las ganas de encontrar algo como la vez anterior. “Es todo trabajo duro y puro. Es realmente de Puente Alto para el mundo”, dice emocionado.
Mientras pasaba unos días en Londres, vio que Richard Phillipart, reconocido estilista, buscaba asistentes. Le envió su CV y terminó siendo uno de los afortunados elegidos. Después de eso no paró. Este año hizo casi todo el Fashion Month, le faltó solo Nueva York, que es donde comienza la temporada.
“El nivel de exigencia que hay acá es algo que, humildemente, no cualquiera puede resistir. Es un nivel en el que se trabaja la moda de como una ciencia. Es algo donde se pone mucha ceremonia, donde se coloca mucha atención a los detalles”, cuenta.
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*Julio peinando a una modelo | Instagram
Con ya varias Fashion Week en el cuerpo, Julio aprendió a desenvolverse en este complejo ambiente, donde, en sus palabras, se trabaja con la máxima prolijidad. Se emociona con cada desfile y tiene el aguante necesario para soportar el tumulto de emociones que implica estar ahí, detrás de la pasarela.
“Cuando la modelo va saliendo a la pasarela, tú estás ahí con tu pincel en la mano, dando el último retoque, revisando, arreglando el último pelito. Sale la modelo, desfila, y cuando vuelve la última, ahí ya te pones a llorar, como que yo siento que realmente hay que tener una pasión por la moda”, relata.
Pero también está la parte más oscura de esta profesión, dice, “es un ambiente muy tóxico, un espacio poco seguro. Está muy normalizado el despersonalizar a la gente, como que tú no eres una persona, eres una herramienta, eres un ejecutador de algo y tienes que hacerlo con la mayor ceremonia, el mayor detalle, la precisión y el lujo posible. Y si no, te van a quitar a tu modelo y se lo van a pasar a otra persona. Es muy, muy estresante”.
Brillando tras bambalinas
Julio Olguín no aparece en la prensa —hasta hoy— y tampoco es un make up artist de los que se convierten en influencers, pero es bastante cotizado. Ahora lo llaman.
En enero de este año también estuvo en París, donde hizo su primer gran desfile: Dolce & Gabbana Alta Costura, allí trabajó junto a figuras como Pat McGrath, a quien la revista Vogue llama “la maquilladora más influyente del mundo”.
“Me sentí como Alexis Sánchez”, bromea. “De verdad que sentía como que estaba jugando fútbol en el Real Madrid. Yo no sé nada de fútbol, pero como que estaba en las grandes, grandes, grandes ligas”.
Incluso ha trabajado con celebridades como Vanessa Williams, la actriz cantante y modelo estadounidense, que fue la primera mujer afroamericana que ganó el Miss Americana en 1983.
Julio le hizo el pelo para el rodaje del videoclip de su canción BOP!, que lanzó el año pasado. “Imagina que cuando a mí me llegó la citación y el mail decía Vanessa Williams, yo pensé que era solo un alcance de nombres, pero era la verdadera”, explica.
Cuando está en la Semana de la Moda, donde el estilismo es una profesión tan seria como cualquier otra, también está cerca de importantes figuras.
“Tu estás peinando, escuchas gritos, miras por la ventana y está entrando Jared Leto, están entrando los chicos de BTS, está entrando Lisa, está entrando Nicole Kidman. Entonces, es como ese el ambiente”, ilustra.
Sin embargo, le sorprende que en Chile aun no se le da el verdadero valor a su profesión. “Me decepciona un poco, yo digo me va tan bien en Europa, trabajo tanto, trabajo a este nivel, y siento que Chile tampoco me reconoce, y también yo sentí un poco que Chile me estaba perdiendo”, reflexiona.
“Yo considero que Chile está al nivel, pero la gente en el plano económico no lo valora tanto y no es como algo que se siente. Yo creo que es como la principal diferencia con Europa, acá el trabajo del maquillaje y el trabajo de la peluquería se toma muy en serio”, puntualiza.
Y es que la industria de la moda mueve millones y afuera se gana muy bien, pero en Chile, “el maquillador y el peluquero no es tan bien remunerado”.
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*Actriz Camila Hirane, maquillada y peinada por Julio Olguín | Instagram
Julio, de hecho, viene de una cuna humilde. Le gusta ayudar a su familia, su papá es chofer del Transantiago “y es mi fan número uno”, comenta.
“Mi familia son mis máximos fans y también eso para mí es importante porque uno lo necesita. En estos ambientes donde a veces uno puede sentirse tan pasado a llevar, tienes que tener una red de apoyo emocional igual fuerte, porque si no te puede hacer pedazos”, reflexiona.
Pese a ello, y con su propio ejemplo afirma que “esto no es un mundo inalcanzable”, pero hay que ponerle suficiente pasión. Él dice que es metódico, aplicado, muy detallista. Estudia francés e italiano para poder ir tras estas pasarelas.
“En la medida en que uno quiera ponerle el profesionalismo hasta el tope, sí se puede, yo soy una persona de aquí sin privilegios. (…) No te voy a negar que es un ambiente híper elitista, pero si alguien ve esta entrevista y dice ‘bueno, yo nunca voy a poder llegar ahí’. Es falso, falso”, asegura.
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*Julio en el backstage de la Fashion Week en Milán | Instagram
¿Qué pasa con la moda en Chile?
Julio se siente optimista, si bien está triunfando en las ciudades donde la moda es cultura, dice que está “based en Chile” y siempre regresa. De hecho, enseña sus técnicas en la capital.
“Soy muy optimista en cuanto al panorama de Chile, siento que cuando uno, por ejemplo, va a la Gala de Viña u otras galas como los Copihues de Oro, la gente no se lo toma tan a la ligera. Las actrices están valorando los equipos de maquillaje y de peinado, la gente está poniéndole”, plantea.
En Chile no hay Semana de la moda, como en otros países de Latinoamérica como Argentina y Brasil, pero “nosotros lo hacemos también con harto cariño”, dice Olguín.
“Siento que nosotros somos mucho más cuidadosos con las personas, con cómo tratamos a la gente, con cómo esperamos que las personas reciban lo que nosotros podemos dar. Eso a mí me encanta, creo que no está mal para nada”, añade.
De hecho, ese cariño es que le gusta entregar cada vez que va a las Fashion Weeks, el “toque latino”, le dice. “Ese es mi aporte, ser el que se preocupa, el tratar de ser más humano. Pero en general yo siento que chile tiene muy buen nivel y sobre todo siento que en las situaciones de gala o alfombra roja, la gente cada día está apostando más alto”.
—¿Y qué le aconsejarías a esos jóvenes chilenos que quizás se quieren dedicar a esto, pero están dudando?
“Yo creo que tienen que saber que hay un espacio, que hay espacios, que no es morirse de hambre. Primero, se puede ganar muy bien en esto; segundo, se debe tomar como un trabajo muy muy profesional, que requiere mucha disciplina. Yo siempre le digo a mis alumnas, el maquillador es el primero en llegar, me citan a las ocho, llego un cuarto para las ocho; y lo tercero, y lo más importante, es que finalmente uno puede vivir de sus sueños y lograr llegar a todos.
Mi consejo para la gente es ponerle tanto profesionalismo como si estudiaran medicina, vean videos, ven las tendencias, veo todos los desfiles, estudio francés todos los días, estudio inglés todos los días, estudio italiano día por medio. Entonces mi consejo para los que quieran trabajar en esto y quieran llegar a grande, háganlo.
Y también va mucho más allá, tienes que tener mucha autoestima y mucha confianza en ti mismo, porque la gente va a estar todo el tiempo tratando de tirarte al suelo tratando de decirte que lo que hiciste no está bien”, advierte.
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*Julio trabajando en la Semana de la Moda de Londres | Cedida
Fashion Week, la moda que trascendió
La moda no es tan superficial, dice Julio en un tono más reflexivo. Las primeras Fashion Week fueron por allá en los años 40’s, antes de la Segunda Guerra Mundial, y han ido evolucionando con el mundo, siguen vigentes.
“Durante la guerra, Alemania toma París, y los americanos ya no podían viajar a mirar las colecciones, entonces crearon en Nueva York la Semana de la Moda para darle tribuna a sus propios diseñadores para que pudieran mostrar las colecciones y así nació este fenómeno”, explica.
En la actualidad, eventos como estos pueden generar rechazo, muchas veces son tildados de superficiales o capitalistas, apunta. “Las personas piensan que eres inteligente o te gusta la moda, pero es totalmente lo contrario. Uno dice la moda es algo superficial, pero esa superficialidad ¿cuán profunda es?”.
“Y finalmente también tiene que ver un poco con que nace del deseo de vestirnos, de cubrirnos, de taparnos. El tema con la ropa, que es una necesidad básica, entonces por más que uno piense que está muy ajeno a la moda, todos estamos involucrados y tenemos algo que ver”, plantea.
Y procede a citar la icónica película de David Frankel, El diablo viste a la moda (2006), “es como cuando Miranda (Meryl Streep) le dice a Andy (Anne Hathaway): crees que escogiste ese chaleco de un cajón de la ropa usada y que tomaste una decisión que te aleja de la moda, pero ese chaleco lo estás usando porque cientos de personas tomaron esa decisión por ti”.
“Todos los días de mi vida me siento como en una película. De hecho, es muy chistoso porque anoche fui a ver el musical de El diablo viste a la moda y en esa Andy me veía. Me vi como en esa persona muy ajena a este mundo, muy perfecto, y finalmente pasa un poco lo mismo como de ser el patito feo, esta persona que llenó muy ajena, pero que le pone tanta pasión y tanto corazón que termina echándoselo al bolsillo”, concluye.
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