Un siglo antes de las terapias de hormonas, las cirugías de cambio de sexo y el surgimiento del movimiento LGBTI, Amelio Robles tuvo una transición en la cual solo pudo ocupar su actitud y su ropa, lo que fue suficiente para pelear en la Revolución Mexicana con el ejército de Emiliano Zapata y ser condecorado por ello.

Para su contexto, la historia de Amelio es más que única: nació en 1889 en el sur de México, en 1912 se unió a la lucha con tareas tareas de mensajería, contrabando de armas y víveres, tiempo en el cual solicitó que lo trataran como hombre, lo que perduró hasta su muerte, en 1984.

Su experiencia en el conflicto lo llevó a unirse al Ejército federal años antes que las Fuerzas Armadas aztecas aceptaran mujeres en sus filas y durante la década de 1930 militó en el Partido Socialista de Guerrero, 20 años antes que el voto femenino fuera reconocido como derecho.

“Amelio Robles transitó de una identidad femenina impuesta a una masculinidad deseada: se sentía y se comportaba como hombre y su aspecto era varonil”, señaló a la página oficial del Gobierno de México Gabriela Cano, investigadora del Colegio de México y una de las encargadas en sacar a la luz la historia de Robles.

“Es un caso excepcional porque está documentado, aunque no se puede descartar que hubiera otros”, dijo la misma especialista, esta vez en conversación con Verne.

“El coronel Robles no era un transexual ni un travesti ni una lesbiana butch, como se le llama a una mujer que le gustan las mujeres, pero que adopta comportamientos tradicionalmente masculinos”, explicó Cano, que detalló que se trató de un hombre transgénero que incluso adoptó una hija, de acuerdo a su investigación.

Según el relato de Cano, la historiadora comprobó que Robles estaba completamente incorporado al mundo en el cual decidió desenvolverse, pero eso no evitó que su persona fuera motivo de burlas.

“Los mismos amigos que aplaudían en público las hazañas del coronel le llamaban en privado la coronela o bromeaban sobre su transición”, consignó el medio.

Tal fue el impacto que causó en su tiempo que diario El Universal le dedicó una serie de reportajes e incluso informó que “la coronela es un hombre y, sin embargo, nació mujer”.

Con el paso de los años, y en el México post revolucionario, un examen médico acreditó que durante ese conflicto resultó con seis heridas de bala, por lo cual se le dio el grado de veterano y seis años antes de su muerte la Secretaría de la Defensa Nacional lo condecoró.

Pero del género con el que nació nada, ni en el primer ni en el segundo trámite, ni siquiera en su acta de nacimiento apócrifa, que salió del resultado de sus contactos militares, algunos de los cuales con el tiempo pasaron a ocupar cargos políticos y de poder.

“Había una incapacidad de entender que había personas que se sentían diferentes y ahí es donde entra la mirada de la historiadora para poner distancia ante ese binarismo y analizarlo”, complementó Cano.

“Muchas veces se idealizan los conflictos armados, pero eran contextos extremos de muerte, sufrimiento y dolor, y es en la guerra donde se cimbran los parámetros de género que existían”, añadió.

Mujeres invisibles

El rol de la mujer en el México de esos años estaba bastante invisibilizado, motivo por el cual la historia de Robles es una excepción entre tanto machismo.

Desde la Universidad Autónoma de Querétaro, la investigadora Claudia Ceja recordó que “las mujeres estuvieron siempre presentes, pero nunca fueron reconocidas en el Ejército ni por sus compañeros”.

“Hay un silencio en la historiografía y las fuentes de la época arrojan solo información a cuentagotas”, acusó.

Pese a ello, destacó el hecho que los corridos y el cine hayan rescatado algunos liderazgos llevados a cabo por mujeres en esa época, como fue el caso de la película Juana Gallo.

Al respecto, la misma Cano rememoró el rol que tuvieron las “Adelitas” en la revolución: fueron las soldaderas que formaron parte del conflicto y que hicieron historia al ser pioneras en desempeñarse codo a codo con los hombres.

No obstante, en realidad, muchas de ellas fueron relegadas a la cadena de mando “y hay casos documentados de algunas que tuvieron que disfrazarse de hombres para evitar violaciones y violencia sexual”, señaló.

Pero si ser mujer durante esos años y en ese campo era complicado, una orientación sexual diferente a la norma era mucho peor.

Lo anterior puesto que ambos bandos de la revolución reprochaban la homosexualidad, la que se usaba para ofender al compararla con la cobardía, por lo cual la historia de Amelio Robles destaca como una gran excepción, en la cual su protagonista fue el militar que quiso ser a pesar de las adversidades.