Peregrinos y turistas suelen volver de Belén con cirios, rosarios o pesebres de madera de olivo. Otros prefieren llevarse de recuerdo los símbolos religiosos tatuados en el cuerpo gracias a la destreza de Walid Ayash.

Este palestino con aires de hípster, barba corta y bigote moldeado, es un tatuador especializado en motivos y versículos cristianos. En su catálogo hay un centenar de diseños: cruces simples o elaboradas y retratos de Cristo o de la Virgen María.

Walid Ayash, de 39 años, es un fervoroso católico que dice, en un árabe salpicado de palabras en inglés, profesar su fe ayunando y participando en todas las procesiones.

Lleva tatuada en el torso la basílica de la Natividad, construida en el lugar donde presuntamente nació Cristo en Belén (Cisjordania).

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Ayash comenzó su carrera de tatuador hace más de 12 años. Anteriormente, ayudaba a su padre en una peluquería ubicada en la planta baja de su estudio actual. Aprendió solo con la ayuda del internet. Después perfeccionó su arte en Israel ya que “no hay escuelas para tatuadores en Palestina”.

Todo el mundo se burlaba de mí y me decía: ‘¿En qué te estás metiendo?’“, recuerda con una sonrisa este nativo de Belén, padre de cuatro hijos.

– Prueba de la gracia de Dios –

Sentado en un sillón de cuero, Florentino Sayeh, de 13 años, prepara su teléfono para filmar. Se tatuará en el interior de la muñeca derecha una cruz rodeada de la frase en árabe: “Hágase tu voluntad”.

“Este tatuaje me servirá de recordatorio cada vez que haga algo malo”, asegura el adolescente, ante la mirada medio nerviosa, medio divertida de su madre.

La temporada alta para Walid Ayash es la Pascua, cuando cristianos de todo el mundo visitan Jerusalén y Belén. Durante este periodo grupos enteros suben las escalinatas de piedra que llevan hasta su estudio. Los peregrinos se tatúan uno tras otro, recitando cánticos o plegarias en árabe y armenio.

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“La mayoría son coptos egipcios, sirios, libaneses, iraquíes, a veces armenios. Quieren una cruz con la fecha de su visita. Eso forma parte de su peregrinación, es la prueba de que vinieron hasta aquí y recibieron la gracia de Dios”, comentó.

Los cristianos de Oriente estuvieron mucho tiempo sin poder hacer esta peregrinación a Cisjordania, un territorio palestino cuyas fronteras, con excepción de las que tiene con Egipto y la franja de Gaza, están controladas por Israel.

El difunto papa copto de Egipto prohibió las peregrinaciones mientras durara la ocupación israelí, pero el nuevo papa suavizó la regla.

– Un negocio en expansión –

La tradición entre los coptos es tatuarse una pequeña cruz en la palma de la mano, pero las peticiones han evolucionado, y Walid Ayash se adapta a ellas.

Recientemente tatué una cruz en la cabeza de una mujer siria“, cuenta el artista, “cuando se suelta el pelo, la cruz no se ve. Ella quería ese tatuaje pero no podía hacérselo en un lugar visible porque deseaba regresar a Siria”, país en guerra donde los yihadistas multiplican los abusos contra los cristianos.

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Sin embargo, Walid Ayash admite que no todo son tatuajes religiosos. Con un colega de Jerusalén decidió abrir un nuevo taller en la profana Ramala, corazón de la política palestina y refugio de la moda juvenil.

Porque, dice, “algunos también quieren un tatuaje estético para lucir en verano cuando la ropa se hace más ligera”.