En vísperas de las elecciones presidenciales que afronta Chile, se hace necesario cuestionarnos si existen cualidades que caractericen a un buen líder y cuáles son éstas.

No son pocos los desafíos que asumirá nuestra futura máxima autoridad, considerando el camino de una posible nueva constitución, las consecuencias de la pandemia y también desafíos globales, como lo son el cambio climático, y de la mano, trabajar hacia un estilo de vida más sostenible.

Un líder consciente del entorno

Es importante considerar que “ocupar una posición de liderazgo no es lo mismo que liderar”, así lo señala un artículo de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, el que precisa que liderar implica motivar e inspirar al resto del grupo a sentir como propios los objetivos en común.

A su vez, el o la líder debe ser capaz de ver cómo su comportamiento afecta a los demás. Por esta razón, quien lidere, debe estar en un “continuo viaje de desarrollo personal”, que considere introspección, una “búsqueda de retroalimentación y esfuerzos comprometidos con el cambio de comportamiento para una mayor efectividad y un mayor impacto positivo en los demás”.

Tal y como describe el artículo escrito por la entrenadora y coach ejecutiva PhD Monique Valcour, “una cosa es querer tener un papel de liderazgo; otra es querer hacer el trabajo profundo que implica aprender a liderar”.

En el caso de nuestro país, quien sea presidente deberá coordinar a los distintos ministerios, elegir a personas idóneas para los cargos y unificar a los partidos políticos, los que además de tener rencillas internas, seguirán discutiendo una serie de proyectos de ley que siguen en carpeta, algunos esperando desde hace años ser tratados.

Un análisis del liderazgo reconocido

Donald Trump, Jair Bolsonaro, Ángela Merkel, Nicolás Maduro, Jacinda Ardern y Sebastián Piñera son algunos nombres de políticos que han relucido – por distintos motivos – en estos últimos años, algunos más en este periodo pandémico. Lo que pensemos de cada uno es subjetivo, sin embargo, hay factores en sus gestiones que han sido o no motivo de reconocimiento a nivel internacional.

Tal es el caso de Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda, quien ocupa el primer lugar en el ranking World’s 50 Greatest Leaders de la revista Fortune.

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Agencia AFP

¿La razón? Dentro de las cualidades que destacan en la clasificación está su empatía, capacidad de oratoria y medidas determinadas para la contención del covid-19 en el país, entre ellas la reducción por seis meses (en 2020) del 20% de su sueldo junto a su gabinete en muestra de solidaridad con quienes perdieron sus empleos durante el año.

A lo anterior, se suma la incorporación de políticas climáticas y relacionadas a la equidad de género durante su mandato.

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Otro caso es el de la canciller alemana Angela Merkel, quien ha sido reconocida por ser una mujer pragmática y que además, de acuerdo a la doctora en Ciencias Políticas (c) Lesley Briceño, tiene un sentido de liderazgo asociado a la vinculación con la ciudadana, teniendo claras las acciones que se deben tomar para mantener la gobernabilidad.

Para la profesional, si bien hay elementos subjetivos al momento de evaluar a una autoridad, también existen criterios objetivos, como lo es “tomar decisiones a tiempo, decisiones que estén vinculados con lo que la ciudadanía espera de un líder político”, por ejemplo, la probidad en el caso de Merkel.

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Agencia AFP

“Ella fue estable por 16 años, finalmente ella decide no ir a la reelección, decide no mantener su mandato más allá de este año, no porque haya una crisis política en Alemania, sino porque probablemente haya una necesidad de renovación de la política alemana”, explicó a BioBioChile.

Puntualizó además que “las acciones que ella ha ido desarrollando tienen que ver con acciones que para algunos podrían ser moderadas, pero también potenciando y tomando decisiones en base a la evidencia, ahí se manifiesta su background científico”.

De esta forma, parte de los criterios objetivos que considera la profesional al momento de evaluar a la física y política alemana, son las “acciones oportunas, pensadas a futuro y que éstas, si bien para algunas personas pueden ser moderadas, tienen repercusiones en la vida cotidiana”.

Un buen líder para Chile

“En el caso chileno, obviamente necesitamos un liderazgo que pueda garantizar una gobernabilidad (…) La gobernabilidad viene a ser esta posibilidad que tienen, y que necesita desarrollar cada uno de los Estados, para que el gobierno pueda funcionar, no solamente en hacer las cosas, si no en proponer y poder desarrollarse y crecer”, detalló Briceño.

Las elecciones próximas fueron calificadas como “atípicas” por la académica, considerando el escenario país post estallido social y pandemia.

“Nos encontramos con un gobierno que no ha ejercido un buen liderazgo político en los últimos años, pensemos desde el estallido social, han pesado muchas de sus decisiones. Quizás ha tenido un buen manejo sanitario de la pandemia (…) sin embargo, en términos económicos no fue así, las ayudas económicos llegaron tarde, las políticas públicas fueron ineficientes en un principio y tenemos un gobierno que no ha sabido generar un liderazgo en momentos de crisis”, analizó.

Por consecuencia, opinó que “lo que necesitamos es un líder que logre mantener una gobernabilidad, que sean decisiones relativamente moderadas, que tengan que ver con responder a los problemas que son cotidianos”, ejemplificando la crisis migratoria, donde “el Estado está llegando tarde porque la autoridad llega tarde”.

A su vez, enfatizó en que “el líder no es alguien que actúa solo, necesita un equipo de trabajo”. Lo que no sólo aplica a nivel presidencial, sino para todas aquellas personas que encabezan cargos.

En tanto, el psicólogo organizacional, Nicolás Cid, recordó que un buen liderazgo, es ejercido por alguien que dirige y motiva a un equipo “sin imponer sus propias ideas”.

“Si nos enfocamos en la presidencia, es mucho más complejo ser el líder de una nación por la cantidad de personas, diferentes culturas, características y una infinidad de singularidades de las personas que componen una nación”, por tanto, el profesional concluye que la máxima autoridad no puede ser alguien autoritario/a.

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Agencia UNO

“Debe lograr mediar las necesidades y exigencias de la nación, por lo que debe tener la empatía suficiente para ponerse en el lugar de las personas, en los diferentes contextos. Y sobre todo muy importante – creo yo – el tema de la adaptación”, señaló el también diplomado en Selección y Evaluación de Potencial.

Por otro lado, de ser autoritario, “va a generar mayoritariamente resistencia en una nación”. “Un buen líder debe ser capaz de generar instancias para comprender a quienes son las persona que está liderando, cuál es la imagen que está mostrando, cómo está considerando las diferentes opiniones, si es que lo está haciendo… Ahí recae la importancia de enfocarse no soló en su liderazgo y resultados si no en el bienestar de las personas“, describió.

De esta manera, deberá tratar de recoger el máximo posible de opiniones. “No puede ser alguien sólo enfocado en sus propias ideas o ideologías, debe lograr tomar todas estas ideas, pensamientos, culturas, singularidades y tratar de unificarlas”, finalizó, agregando que, sin duda, es una labor compleja.