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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

La imposición de aranceles por parte de Trump está generando efectos negativos en la economía estadounidense, con proyecciones de reducción en el crecimiento económico y aumento de la inflación. La Reserva Federal ajustó a la baja su estimación de crecimiento, mientras el FMI prevé una disminución del PIB. Los precios de los mercados alimentarios también se ven afectados por los gravámenes. Trump utiliza esta política como medida de negociación, buscando atraer inversionistas y cuestionar la globalización. La incertidumbre se extiende en la economía mundial, con proyecciones a la baja del PIB en 2025.

Primero, analítica y empíricamente se sabe que los aranceles (impuestos ad valorem a los productos comprados en el exterior) afectan negativamente a las economías que los aplican – inicialmente- generando presiones inflacionarias porque suben directamente los precios de los bienes de consumo que se importan de otros países (la misma uva de mesa off season, que Estados Unidos compra a Chile sube su precio en la tarifa impuesta). También, aumentan los precios de los insumos de los productores del país que los aplica (como el cobre chileno comprado por productores norteamericanos), lo que sube sus costos y suma presiones inflacionarias en ese país.

Además, también se sabe que, los precios más altos reducen el poder adquisitivo de los sueldos y, por consiguiente, se reduce la demanda interna de bienes y servicios de esa economía y, finalmente, se contrae la actividad productiva (PIB) del país que sube sus aranceles.

Por qué son peligrosos los aranceles de Trump

Segundo: los datos y estimaciones recientes sobre la economía norteamericana indican que se están manifestando efectos negativos sobre los precios (que han comenzado a aumentar) y sobre el PIB (para el cual se proyectan caídas para 2025).

Ya el 19 de marzo, la Reserva Federal (FED) de Estados Unidos ajustó a 1,7 % su proyección de crecimiento económico para 2025, reduciendo en 0,4 puntos porcentuales su estimación anterior (diciembre 2024). Por su parte, el FMI, el 21 de abril, ajustó su estimación del PIB de EE.UU en casi un punto porcentual, desde 2,7% (estimado en enero) a 1,8%. Además, los datos oficialmente registrados indican que EE.UU bajó su PIB en 0,3 puntos porcentuales en el primer trimestre de 2025, respecto del cuarto trimestre 2024, en que había tenido una tasa de crecimiento trimestral anualizada de 2,4%.

La inflación de EE.UU muestra una tendencia a aumentar. Estimaciones recientes proyectan tasas de 3,0% para este año, aumentándola en 0,3 puntos porcentuales, porque visualizan una inflación que se aleja del objetivo de la FED (2% a largo plazo) y estima que difícilmente ocurrirán dos recortes de tasas de referencia este año.

En Bloomberg se informa que los precios de los mercados alimentarios mundiales se han visto afectado por los gravámenes. No es que se esté cayendo la economía norteamericana, ni que sus precios se hayan desatado al alza, sino solo que se están observando señales decrecientes en PIB y crecientes en precios, resultados no deseables para ese país, ni tampoco para la economía mundial.

El poder en la negociación

Tercero, hoy está claro que Trump utiliza la política arancelaria como medida de negociación, en todos los sentidos, como expresamente lo ha manifestado.

En lo económico, según él, lo que hace es retomar el potencial económico de Estados Unidos en el mediano plazo, atrayendo a los inversionistas hacia la economía norteamericana y, simultáneamente, avanza en poner en cuestión la actual globalización de los mercados que se ha estado instalando en el mundo, al menos desde la década de los sesenta del siglo pasado y, posiblemente, busca instalar una nueva forma de relación económica, o ir por “la construcción de un nuevo orden mundial liberal, bajo el liderazgo de USA, que privilegie la soberanía nacional por sobre el multilateralismo” como se plateaba en 2018.

En lo geopolítico, establece un punto de poder en la negociación de aranceles, al menos con el conjunto de países que han aceptado sentarse a la mesa de negociación, los cuales son, de partida, todos los países a los cuales, Chile entre ellos, les aplicó una tarifa de 10% para las producciones que los norteamericanos les compran.

A los cuales también se agregaron Japón y la Zona Euro, con poco éxito inicial. Y, recientemente, se estaría sumando China a las negociaciones de los aranceles “compensatorios” de Trump, después de hacer un conato de represalia, aumentando también los aranceles a los productos que ellos importan desde Estados Unidos.

En la innovación tecnológica, donde la lucha entre Estados Unidos y China por la primacía en los desarrollos científicos y tecnológicos, fue el fundamento de la guerra comercial anterior entre estas naciones, entre marzo 2018 y fines de 2019, que significó reducir el PIB mundial desde 4% en 2017 a 3,3% en 2019. Y, ese objetivo no debe estar ausente en esta nueva guerra comercial.

Son todos “pasos” que crean incertidumbre

Finalmente, se observa que la incertidumbre está instalada en la economía y el mundo. Los aranceles que en estos meses Trump ha estado aplicando (10% desde el 4 de febrero a China y Canadá, los que subió a 20% el 4 de marzo); o que, ha estado anunciando que va a aplicar (por ejemplo, en marzo avisó que aplicaría un 25% al cobre, el acero y el aluminio); o que, anunció, el 02 de abril, aplicaría a 90 países y que unos días después suspendió por noventa días en su aplicación, para negociar; o que, simplemente ha dejado en suspenso (como el cobre y otros metales); o que, aumenta, el 8 de abril, a 145% para la mayoría de los productos chinos y que frente a la respuesta china vuelve a aumentarlos a 245%.

Son todos “pasos” que crean incertidumbre y que aumentan los efectos negativos de los aranceles sobre la economía, los que, por los efectos de la política arancelaria de Trump y la incertidumbre creada, hacen que comiencen a justar a la baja las proyecciones del PIB en 2025. El FMI estima (19 de abril), caídas en el PIB de las principales economías y, para Estados Unidos pronostica una caída desde 2,7% a 1,8%, para China una caída desde 4,6% a 4,0%, para la Zona Euro una reducción desde 1,0% a 0,8% y, en el caso de Chile, estima una caída desde 2,2% a 2,0%.

Todo está más complejo hoy y las señales son más bien de que se deben esperar grandes transformaciones no solo en la estructura del comercio internacional, sino en la institucionalidad internacional que ha estado presente en esta larga etapa de crecimiento mundial y de una relativa estabilidad en las relaciones entre naciones. Lo que ocurre en una situación en que, aun, la economía mundial no se recupera del todo de la fuerte crisis económica provocada por la pandemia.

Víctor Salas Opazo
Académico del Departamento de Economía, Usach

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