Por Carlos Alberto Escaffi Rubio
Postulante a candidato independiente a la presidencia de la República de Chile
Es cierto que la desconfianza es la primera emoción que aflora cuando se habla de política, o, es más, cuando un ciudadano postulante a candidato independiente a la presidencia de la República de Chile le dice a otro que quiere servir a Chile por amor y civismo, simplemente no se le cree, se le mira con desprecio, con repudio. Porque claro, la confianza se extinguió en Chile, al igual que el respeto por los demás.
Pero esa desconfianza tiene natural explicación, de igual forma, ese repudio. La política, a través de sus políticos de siempre, junto a los partidos de antaño, hicieron lo suyo, pactos, cuoteo, clientelismo, populismo, desconexión, ausencia de sintonía social y por supuesto, divisionismo a través de ideologías de derechas e izquierdas.
Así nos siguen polarizando, destruyéndonos como nación, mientras la incontinencia de cuñas patéticas carentes de todo sentido que hemos normalizado siguen espetándose, como aquella que señala: “soy la mejor candidata para enfrentar a la izquierda”, o viceversa. Me pregunto, ¿de qué enfrentamiento hablan?, o en efecto, ¿será que aún vivimos enfrentados?
Hoy, tristemente, nos hemos vuelto un país con pena, con dolor, con rabia, con opresión, también con revanchismo, con ganas de explotar. Una nación sin un proyecto común.
Mientras esto ocurre, en vísperas de las elecciones generales a la presidencia de la República, empezamos a ver la “política chica”, el ataque, la descalificación, el mal menor… me permitiré el primer coloquialismo de esta columna: el “rasquerío político”, ese que tranza en función de intereses personales y no de las prioridades del ciudadano.
Y el ciudadano de a pie, ¿alguien habló con él? ¿Se tomaron el tiempo de al menos escucharlo por 30 minutos? Porque ojo, los chilenos quieren que los escuchen, quieren desahogarse. Se cansaron de tener una actitud de ser solo receptores…
Y sigo, ¿asiste esa candidata o candidato al hospital de la región a constatar la precariedad de atención? O al mercado que hace más de 15 años sigue destruido. O también, ¿conoce la realidad de pequeños parceleros de maíz en Rinconada de Manantiales en San Fernando, que luego de 5 meses de producción en 6 parcelas solo les queda una austera ganancia de $ 240,000 pesos y con ello mantener una familia? Finalmente, ¿se exponen al irse a caminar a las 00:00 horas por una de las calles más complejas de la ciudad, donde el crimen desinhibido se expresa con total impunidad?
Lo relatado no es una invención afiebrada, es lo que me toca ver como postulante a candidato independiente a la presidencia de la República, que decidió retornar a Chile, por amor y civismo, con credenciales académicas y profesionales. Con mis recursos y sin partido político, en septiembre del 2024 presenté esta iniciativa cívica que diseñé hace 25 años, a la que puse por lema: “limpiaremos nuestra casa”. Y desde el primer día el dominio www.escaffi2026.cl estuvo activo, y allí albergo una propuesta de gobierno sustentada sobre prioridades y necesidades sociales (seguridad migraciones, reactivación económica, lucha contra la corrupción, calidad en salud, pensiones y educación, sumado a un proyecto común país).
Es decir, las mismas prioridades suyas, levantadas de manera espontánea, en terreno, escuchando y dialogando en plazas, calles, poblaciones del sur, centro y norte de Chile. YUendo de pueblo a pueblo, por tierra, recorriendo en esta primera fase cerca de más de 3,100 kilómetros de nuestro Chile.
Durante este andar, puedo señalar que esa identidad que nos mueve como chilenos, ese civismo en peligro de extinción aún está presente, y lo constato en la conmovedora historia que me relató doña Cecilia, una mamá monumental, que a pesar de sus propias dolencias degenerativas, cuida a su hijo (26), un joven con un síndrome particular que está en silla de ruedas (prestada) y que requiere ser intervenido y que no puede, pues las malditas listas de espera siguen siendo eternas (hasta 6 años para una operación a la cadera). Ella, Cecilia, esta gran madre, me contaba que todos los lunes su hijo, que aún recuerda su escuela, le pide a ella izar la bandera en el patio de su casa y cantar nuestra canción nacional. En paralelo, atiende su emprendimiento y lucha para conseguir atención en un hospital del sur, que lo menos que entrega es dignidad.
Aristóteles señalaba que los ciudadanos deben participar en la toma de decisiones, ya que su experiencia cotidiana es fuente de sabiduría práctica, y fue así que tuve el privilegio de conversar con don Iván, un personaje del mercado (aún destruido) de Talcahuano, él me relataba la compleja situación de chilenos sumergidos en situación de calle con el alcohol y la droga.
Patrimonio e identidad nacional también estuvieron presentes en esta austera y esforzada gira por nuestro Chile, esta vez el mensaje provenía de una imponente mujer, con carácter y energía que irradiaba a los pies del volcán Villarrica, ella junto a su esposo me instruían de la importancia de volver a reforzar el respeto, los valores, la identidad y, sobre todo, volver a incorporar un necesario ramo en nuestra formación escolar: educación cívica. Un privilegio el diálogo sostenido con ella, la hija de un lonko, líder de un lof (comunidad mapuche).
Seguridad y un proyecto país común , ambos ejes contemplados en mi propuesta de gobierno fueron abordados por dos hombres de la tercera edad, dos pampinos, el encuentro se daba al cruzar el desierto de Atacama, ambos jubilados y con una compleja situación de salud (insuficiencia renal y sometidos a diálisis). A pesar de la propia condición clínica, me proponían un interesante proyecto en donde ellos, con sus limitados recursos, pretenden formar una fundación que atienda situaciones de abandono de adultos mayores. En otro aspecto de este diálogo, coincidían en que las parejas de carabineros deben volver a las calles como elemento disuasivo, tal cual obra en mi propuesta.
Dígame usted, que está leyendo esta columna, ¿es posible, escuchando la grandeza de nuestra gente, apostar por un proyecto país sin divisionismos?
Y si bien sigo recorriendo y manteniendo estos diálogos ciudadanos —pues estoy convencido de que Chile dirá un alto a los mismos de siempre, y que mi llegada será una expresa señal democrática de rechazo a la política convencional—, sigo escuchando a los candidatos de la política convencional, a esos que los canales de televisión les dan generosos espacios (porque a los postulantes independientes no), hablar de golpes de Estado, pronunciamientos militares. A todos ellos les digo: la dolorosa historia que tenemos como país es común a todos los chilenos y, en consecuencia, es parte de la historia de Chile, y no podemos —así queramos— renunciar a ella.
Hoy, el llamado es a caminar por un proyecto común como país, ¡que no nos sigan dividiendo más! No podemos seguir anclados en las divisionistas derechas e izquierdas.
Finalmente, mantengo la fe y convicción en esta iniciativa cívica que vengo promoviendo, que, a pesar de haber encontrado cerradas las puertas de la Iglesia Católica, la nula receptividad de medios TV, tengo a miles de chilenos valientes y cívicos que al igual que yo, representamos al 95% de la ciudadanía que está convencida de que Chile necesita ordenarse, que tenemos que limpiar la casa y también hacerla respetar.
