Mi hijo falleció el 6 de noviembre de 2023 por un atropello a alta velocidad.
Era cariñoso, generoso y bondadoso. Muy compasivo con los animales, excelente hermano, amigo y protector de sus amigos.
Él estudiaba derecho. Era un estudiante ejemplar desde pequeño.
Ese día tuvo un certamen, para el que estudió mucho el fin de semana. Lo rindió y luego compartió con sus amigos un almuerzo. Más tarde fue al mall y le compró un regalo a su hermana… un Meowth de Pokemon.
Hablé por Whatsapp con él 30 min antes del atropello.
– Hijo, cómo estás?
– Todo bien mamá, almorcé con mis amigos.
Nunca más escuché su voz, nunca más escuché un “Te quiero, buenas noches”. O como nos gritaba desde su pieza “los quiero”, “mamá, dame un abrazo”, cuando estaba cansado.
En su funeral ya no cabían más flores. Asistieron más de mil personas. Sus amigos de la Big Band tocaron para él, también su profesor de trompeta. Mi hijo tocaba la trompeta con un talento maravilloso.
Días más tarde llegó una notificación a su teléfono: Fue la mejor nota en su certamen, pero él lo supo desde otro plano.
Hoy hay un instagram con músicos de Concepción, artistas, deportistas, referentes, dueños de locales de comidas, entre oras personas que nos unimos en @conduceporlavida, para transmitir este mensaje. Es una causa muy noble.
Justicia
Me llevé a mi consulta la figura de la dama de la justicia. La misma que unos días antes le regalé a Martín.
Tengo el anhelo que la justicia sea la salvaguarda de que, tarde o temprano, aquellos que la transgreden, van a cosechar lo que sembraron, sin influencias o milagros, sino de los hechos y las pruebas. Para que en el trabajo de fiscalizadores, directores de servicios, jefaturas o jueces, entre otros; prime la probidad, la sensatez y valentía, teniendo conciencia
y ética para poder establecer la diferencia entre lo justo y lo injusto.
Hoy ese es mi deseo: que cada víctima sea escuchada a la altura de sus expectativas, de sus necesidades, y no desde la revictimización y sin resultados justos.
Por: Luisa Stuardo Figueroa
