El 28 de julio de 2010 la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció explícitamente el Derecho Humano al Agua y Saneamiento como fundamental, al cual Chile adhirió. Sin duda, como lo expresa la ONU, este derecho humano es esencial para la realización de todos los demás derechos.

En un nuevo aniversario de este hito vale la pena reflexionar como es la situación del país, en estos tiempos. Siempre es bueno recordar que el acceso al agua potable en las ciudades de Chile ha sido un logro significativo gracias al modelo sanitario de asociación entre el Estado y el sector privado.

Este modelo ha permitido que el suministro de agua potable sea suficiente y continuo, lo que garantiza su disponibilidad para los habitantes de las ciudades del país. Además, es segura para el consumo directo gracias a los controles diarios que ratifican su cumplimiento con las normas establecidas por los reguladores.

El servicio provisto por esta alianza público-privada ha demostrado ser asequible para la población, dado que, en promedio, la “cuenta de agua” representa solo el 1,6% de los ingresos familiares, lo que está por debajo del umbral del 3% recomendado por las Naciones Unidas. Además, para aquellas familias sobre este umbral, el Estado pone a disposición de las personas subsidios directos entregados por las municipalidades y que hoy benefician mensualmente a más de 750 mil hogares.

Un gran compromiso de las empresas de agua y saneamiento en Chile es entregar un servicio de alta calidad, por ello trabajan continuamente en gestión para proveerlo y realizan cuantiosas inversiones para seguir asegurando el suministro. Todo lo anterior, es relevante pues hablamos de servicios de recolección, tratamiento y disposición de aguas servidas, lo que demuestra un esfuerzo integral en la atención a las personas.

En las recientes lluvias que provocaron aumentos de turbiedad en varios ríos de la zona central, el suministro se mantuvo para más del 97% de la población afectada y para la restante se activaron los planes de suministro alternativo, lo cual fue posible gracias a las nuevas obras que se han realizado para dar mayor seguridad a los sistemas. Bajo esos datos, los habitantes de las ciudades de Chile tienen pleno acceso al DD.HH. al agua y saneamiento.

Cabe preguntarse qué debemos hacer para seguir manteniendo este alto estándar en un escenario distinto al que vivimos en el siglo pasado, y a principios de éste. El cambio climático, con efectos como una sequía que ya lleva más 14 años en la zona central, cambios en las isotermas e intensidad de las lluvias, menos reservas de nieve, etc., se ha convertido en un desafío cada vez más preocupante para Chile. Estos fenómenos amenazan la disponibilidad futura de agua potable en el país y requieren una atención urgente. Es esencial implementar medidas de conservación y gestión sostenible del agua para seguir garantizando este derecho.

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