Actualmente, vivimos jornadas de discusión luego de ser aprobada la medida del Gobierno sobre aumentar el sueldo a los trabajadores a 400 mil pesos en dos tandas: un primer aumento en mayo a $ 380 mil y lo restante en agosto. Este tránsito irá acompañado, según anunciaron, con una ayuda a las PYME, de lo cual aún se esperan detalles, algo que no ha dejado indiferente al mundo emprendedor, que hoy se cuestiona cómo llevarán a cabo el nuevo dictamen.

Sin duda, un alza en los salarios puede ser vista como una buena noticia para los trabajadores dependientes, dada la actual situación económica que atravesamos donde nuestra moneda está cada vez más devaluada internamente producto de la inflación, y externamente, por un dólar alto.

Pero en el caso de la pequeña y mediana empresa, lo anterior se suma a serios problemas de financiamiento y trabas en el acceso a entidades financieras, factores que unidos a un pago de sueldos mayor, incrementan el riesgo de no poder mantener sus operaciones, sobre todo para empresas importadoras que tienen un tipo de cambio volátil, el cual hoy día está en sus niveles más altos.

Chile fue de los países que se recuperó más rápido los términos económicos en períodos de pandemia. Sin embargo, ahora vienen períodos de desaceleración, impulsados además por una inflación e incertidumbre a nivel país. Esto repercute directamente en los flujos de las empresas, sobre todo en las de menor tamaño, algo que se hizo palpable el año recién pasado. De hecho, de acuerdo al Ranking de Pagadores que elabora la Bolsa de Productos y la Asech, durante el primer trimestre de 2021 el plazo de pago a pymes llegó a 49 días, lo que representó un estancamiento en la evolución de los plazos de pagos, acumulando dos trimestres consecutivos en el mismo nivel.

Sin desconocer que la entrada en vigencia de la Ley de Pago a 30 días ha tenido un efecto positivo, bajando en al menos diez días el promedio con respecto a 2019, es importante recordar que existe un flujo de pagos provenientes de pymes que encuentran mayor resistencia a bajar los plazos, siendo este segmento el más sensible a ver afectado su capital de trabajo.

En medio de tanta vorágine, llegan buenas noticias desde el Estado en materia de mejorar la norma para el financiamiento de las pymes con nuevas propuestas, pero aún nos queda mucho por avanzar.

Los privados, y específicamente la gran empresa, tienen la posibilidad de dar una mano a sus proveedores pymes, al optar por pagar sus facturas por medio de modelos de negocio innovadores creados en Chile, que a diferencia de otras opciones, hace que el riesgo al que se puede optar que el del corporativo y no el de la PYME, logrando de forma concreta el pago de las mismas en un máximo de tres horas. Al parecer aún hay desconocimiento sobre este tipo de alternativas, un desafío en materia de educación financiera tanto hacia los grandes corporativos, como hacia la pequeña y mediana empresa.

Tanto entidades como la BPC y startups nacionales han unido fuerzas para mejorar el acceso de las pymes a la tecnología, a conocer su salud financiera, y a tener un control sobre sus gastos e ingresos.

Si las pymes desaparecen o se ven obligadas a bajar el telón, muchos sectores productivos y empresas podrían correr la misma suerte. Pero si miramos más allá de los obstáculos y concientizamos a la gran empresa sobre las inmensas posibilidades que tienen de apoyar a los más pequeños del sector, fidelizarlos, y garantizar de alguna manera un alivio financiero, las nuevas leyes podrían ser más llevaderas.

La educación financiera se convierte entonces en una necesidad, sobre todo cuando las pymes enfrentan un escenario tan desafiante y complejo, como cargar con un porcentaje importante del sueldo mínimo de sus colaboradores.

No perdamos el foco respecto de los empleadores, que en este caso corresponden en gran medida a empresas de menor tamaño, que podrían verse dificultadas para sostener los puestos de trabajo bajo las nuevas condiciones, fomentándose así una mayor informalidad y menores posibilidades de competitividad.

Esperamos que se pueda generar esta ansiada simbiosis en el mundo privado, empezando por el financiamiento, donde pequeños y grandes se necesitan para sobrevivir.

Esteban Ahumada, subgerente de operaciones de Finmas, empresa B.

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