Greta Thunberg se ha convertido en una celebridad mundial. Con solo 16 años, la joven sueca integra disciplinas científicas con gran facilidad y se ha convertido incluso en maestra de los que ya trabajamos en ciencias ambientales.

Sin embargo, el mensaje Greta no es para los ambientalistas, ni los ecologistas, ni los científicos. Su foco son los políticos y los niños/as. Los primeros por tener en sus manos la decisión de re-dirigir la economía, entendiendo que los cambios y efectos que vivimos hoy pueden gatillar catástrofes mucho peores en el corto plazo.

Su segunda audiencia son los niños/as y una invitación a parase afuera de su parlamento para exigir cambios urgentes para detener el cambio climático. Es Greta justamente la representante de las futuras generaciones aludidas por décadas por las definiciones de desarrollo sustentable. Ahora son esas generaciones las que se ponen de pie para reclamar soluciones.

Pero entonces, ¿es justo pedir ayuda a Greta para que nos salve de la catástrofe climática mundial? Claro que no. Greta es solo una niña con una habilidad para la divulgación científica increíble para su edad. Como ella misma dice, ya tenemos toda la información necesaria, es hora de actuar.

Entonces, los que hemos simpatizado con su mensaje tenemos el deber de poner nuestra cuota de acción y la necesidad de transformación de hábitos. Por ejemplo, menos auto y más transporte público; menos plásticos y más reciclaje; volver más seguido a la naturaleza y las áreas verdes y reclamar por ellas en caso de que falten. Y ahí está justamente la clave de Greta, en reclamar, que para nosotros se puede traducir en el poder de un voto.

Ahora que se preparan las agendas de los candidatos para las elecciones de gobernadores regionales, escucharemos nuevas promesas. Pero el mundo ha cambiado y las agendas políticas deben cambiar también.

Algunos tips para esos nuevos programas regionales hacia un desarrollo más sustentable, sintonizado con las tendencias globales, son: tomar decisiones y hacer gabinetes con mayor integración de la ciencia y expertos regionales; combatir la sequía con una mirada en el ordenamiento territorial estratégico y el manejo integrado del uso del agua en sus cuencas; hacer un cambio más acelerado a las energías renovables a nivel regional; promover rápidamente el aumento de áreas verdes; facilitar el recambio a fuentes de combustibles no contaminantes.

Esas son solo algunas medidas que pueden tener gran impacto en el discurso y en la acción. Greta no nos va a salvar de que sigamos en un escenario de sequía aguda, pero sí nos ayuda en gran manera a tomar conciencia sobre las prioridades. Somos nosotros los que tenemos que reclamar, actuar e ir a votar, no Greta.

Erika Cortés Donoso
Académica Ingeniería en Energía y Sustentabilidad Ambiental,
Universidad San Sebastián

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