Una promesa clave con que Sebastián Piñera se elevó en las encuestas fue resolver el tema de la seguridad pública en su gestión de gobierno. En rigor, no fue un compromiso nuevo, ya había sido el centro mediático de su campaña el 2009 con el slogan de cerrar “la puerta giratoria” a la delincuencia. Así obtuvo jugosos beneficios publicitarios para ganar en ese año.

Al parecer, la mala memoria de la opinión pública ayudó a que el 2017 no le cobraran la cuenta por el ominoso incumplimiento de su primer periodo y volvió a repartir ilusiones con una grandilocuente pirotecnia de “poner orden” para volver a La Moneda.

El nombramiento del General Director de Carabineros, a escasos días de asumir, dio a Piñera una óptima ocasión para reafirmar ese compromiso, anunciando además una pronta reestructuración de la institución, con vistas a su modernización y puesta a punto para el cumplimiento de ambiciosas metas que urgentemente le encomendaría.

En medio del millonario fraude conocido como “pacogate” y del bochorno por la “operación huracán”, el gobernante hizo uso de un abundante auto elogio retórico ante la prensa y procedió al anuncio de auditorías contables externas, selección por alta dirección pública de los funcionarios del área de contabilidad y, por tanto, la creación de un comité de auditoría.


Asimismo, informó de planes para prevenir el delito y especializar a los funcionarios en tal ámbito y establecer un ambicioso “sistema táctico de protección policial”.

O sea, las palabras no escasearon en la ampulosa presentación del Jefe de Estado. Sin embargo, una vez más, queda claro que del dicho al hecho hay mucho trecho, ya que hasta ahora no hay más que eso, anuncios y el retorno a las viejas y rutinarias prácticas que anticipan que todo seguirá igual.

Para tapar la inacción y la ausencia de propuestas sobre reformas de fondo, que permitan sacar el provecho que se requiere de los cuantiosos fondos fiscales invertidos en el sector, Piñera insulta a la oposición con el sambenito de ¡pónganse a trabajar! ya que sabe que conecta con el sentimiento profundo de desprecio a la política y los políticos que está enraizado en el sector más despolitizado de la población.

Total, el porvenir del sistema político y de la democracia lo tienen sin cuidado.

Como el agravio a quienes no le rinden pleitesía no le resulta suficiente, recurre al exhibicionismo mediático, así aparece desde un vehículo de Carabineros comandando un operativo policial, conducta impropia e inconstitucional.


En efecto, en su artículo 7, la Constitución señala que “ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de personas pueden atribuirse, ni aún a pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos que lo que expresamente se le hayan conferido”.

Es decir, Piñera no tiene mando operativo directo sobre las fuerzas policiales, su condición de Jefe de Estado no lo habilita como oficial en terreno, cuyos procedimientos están establecidos en los reglamentos respectivos de esa institución profesional y jerarquizada.

De medidas de fondo o reformas de largo plazo como la reestructuración de la Inteligencia Policial, donde se incubó la “operación antorcha” y comenzó el episodio que llevó a la confrontación de carabineros con el Ministerio Público, aún nada se sabe.

Sin embargo, el gobernante se permite decir en la Araucanía “queremos ganar la guerra contra el terrorismo”, haciendo uso de la burda terminología pinochetista que tanto daño hizo a Chile y que justificó acciones criminales de agentes del Estado, con la que expone el país a ser ubicado igual que naciones que sí sufren un cruel terrorismo, como Siria e Irak en el Medio Oriente.

Asimismo, debe asumir la responsabilidad política correspondiente al distorsionar profundamente la naturaleza y el carácter de la labor de carabineros, que pasan a asemejarse más a tropas de ocupación que a las tareas de “dar eficacia al derecho”, como es su función legal y constitucional.

¿Qué busca Piñera con el “comando jungla”?, no le recordaron que Pinochet creó, con los mismos argumentos, un similar “comando cobra” para reprimir las protestas populares contra su régimen y fracasó. 

Todo ello es por la cuña en los noticieros de TV. Es lamentable que la máxima autoridad se deje llevar por estos repetidos juegos mediáticos, como queriendo decir, puedo hacerlo, tengo dinero a montones, me hice reelegir y me doy el gusto de hacer todos los anuncios que quiero.

Ese exhibicionismo mediático al país no le servirá de nada.

Camilo Escalona Medina
Ex Presidente del Senado
Vicepresidente del Partido Socialista de Chile

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