El Día de la Dignidad Nacional no es solo una conmemoración, es también una advertencia sobre lo que hemos perdido y una invitación a recuperar lo que es nuestro.

Un día como hoy, hace 54 años, Chile dio un paso histórico hacia su soberanía económica: el Congreso Nacional aprobó por unanimidad la reforma constitucional que nacionalizó los yacimientos de la Gran Minería del Cobre.

Ese 11 de julio de 1971, bajo el gobierno del presidente Salvador Allende, nuestro país recuperó el control de su principal recurso estratégico. No fue un gesto simbólico, sino un acto de profunda justicia económica que se ganó el nombre de “segunda independencia nacional”.

La nacionalización del cobre no solo significó que el Estado pasara a ser dueño de los yacimientos, sino que consolidó la idea de que los recursos naturales deben estar al servicio del desarrollo colectivo y no del enriquecimiento de unos pocos. Fue una lección de soberanía, dignidad y responsabilidad con las futuras generaciones. De ese hito surgió CODELCO, una de las mayores empresas estatales de cobre del mundo y pilar fundamental del financiamiento del Estado hasta el día de hoy.

Un proceso histórico fue interrumpido brutalmente

Durante la dictadura militar, encabezada por Augusto Pinochet, gran parte de la nacionalización fue revertida a través de un agresivo proceso de privatización. Las empresas mineras, tanto nacionales como extranjeras, retomaron el control de la explotación del cobre mediante concesiones y ventajas tributarias. Aunque CODELCO sobrevivió como empresa estatal, su participación en la industria se vio reducida, mientras el sector privado concentró crecientemente las ganancias de esta riqueza nacional.

Hoy, más de medio siglo después, nos encontramos ante un dilema muy similar. El litio -el “mineral del futuro”- abre una nueva ventana de esperanza para el desarrollo económico del país. Pero la forma en que lo gestionemos definirá si repetimos los errores del pasado o si aprendemos de nuestra historia.

En medio del debate actual por el acuerdo entre Codelco y SQM, cabe preguntarse: ¿por qué entregar nuevamente la administración de nuestros recursos estratégicos a manos privadas?, ¿Por qué no construir una Empresa Nacional del Litio que, al igual que ocurrió con el cobre en 1971, fortalezca al Estado y garantice que las rentas lleguen a todos los hogares de Chile?, ¿Por qué no pensar en grande, si ya lo hicimos una vez y fue en beneficio del país?

El litio como motor de desarrollo y soberanía

El Litio, como el cobre en su momento, tiene una demanda creciente en el mercado internacional. Su potencial de rentabilidad es inmenso. Pero precisamente por eso, es ahora cuando debemos tener una visión estratégica y de largo plazo. ¿Cómo no vamos a aspirar a que esas riquezas financien salud pública, educación, viviendas y pensiones dignas?

La candidata de la coalición de centro izquierda, Jeannette Jara, ha señalado que respetará el Estado de derecho y que, si el acuerdo con SQM se cierra, será acatado. Pero también ha dejado claro que, de no concretarse, se abrirán otras posibilidades.

Esto invita a pensar en serio en un camino que refuerce el rol del Estado y no lo debilite; que recupere nuestra capacidad de decidir soberanamente sobre nuestros recursos y que, en definitiva, esté a la altura de lo que Chile logró aquel 11 de julio de 1971.

El Día de la Dignidad Nacional no es solo una conmemoración, es también una advertencia sobre lo que hemos perdido y una invitación a recuperar lo que es nuestro. Si un mineral con la proyección global del Litio puede ser cuestionado, ¿por qué no repensar también el modelo de gestión del cobre y del conjunto de nuestros recursos naturales?

Podemos soñar en grande con una industria más especializada, que no solo extraiga, sino que transforme y exporte valor. El potencial está ahí. La historia ya nos demostró que otro camino es posible. No dejemos pasar, una vez más, esta oportunidad.