Señor director,
Como exalumnos de la generación del año 2000 del Instituto Nacional, queremos hacerle llegar esta carta en la que compartimos nuestra visión sobre la profunda crisis que atraviesa actualmente el colegio.
La idea de eliminar la selección académica e incluir el ranking de notas en la admisión universitaria, como estrategias para promover la igualdad, generó el efecto contrario al desactivar las dinámicas virtuosas que existían en los colegios emblemáticos.
Con estos cambios, se ha debilitado uno de los principales mecanismos de movilidad social que la sociedad chilena había construido a lo largo del siglo XX, sin lograr tampoco una mejora en la educación pública.
Hoy, los jóvenes con alto rendimiento académico carecen de un mecanismo institucional de movilidad social tan poderoso como lo fue el Instituto Nacional. Tienen menos oportunidades que quienes estudiamos en los años 90 y 2000. Desde esa perspectiva, existe un gran retroceso.
No se trata de desconocer los avances de la educación inclusiva, sino de reconocer que estos pueden coexistir con una propuesta que aproveche las dinámicas virtuosas de la concentración de talento, promoviendo la excelencia y la formación de personas íntegras, tal como históricamente ha caracterizado al colegio.
Finalmente, salir de esta crisis implica también recuperar el respeto a los docentes, poner fin a la violencia y las tomas, y contar con un liderazgo institucional comprometido.
Chile necesita un Instituto Nacional de excelencia más que nunca. No como una nostalgia, sino como un faro de movilidad social y construcción republicana.
Promoción 2000
Felipe Herrera Urbina. Químico, Universidad de Chile. PhD Chemistry, University of British Columbia.Pablo Vera. Ingeniero Civil, Universidad de Chile
Pablo Pizarro. Ingeniero Civil, UDD
Michel Lapierre. Sociologo, Universidad de Chile
William Barra. Economista, Universidad de Chile
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