El presidente electo ultraderechista Jair Bolsonaro, descartó el domingo cualquier discusión sobre el restablecimiento de la pena de muerte en Brasil, luego de que su hijo, el diputado Eduardo Bolsonaro, se mostrara favorable a someter el tema a un referendo en una entrevista con el diario O Globo.

“Este diario afirmó en grandes titulares que la pena de muerte sería discutida durante mi gobierno. No sólo tiene que ver con una cláusula irreformable de la Constitución sino que (su restablecimiento) no formó parte de mis promesas de campaña. El tema está cerrado”, escribió el presidente electo.

En la entrevista publicada este mismo domingo, Eduardo Bolsonaro aseguraba que “para ciertos tipos de crímenes, como los asesinatos premeditados, es necesario un castigo que esté a la altura”.

“Si la persona tiene conciencia de lo que hace, creo que sería una medida bien propicia de ser sometida a referendo”, afirmó el legislador de 34 años, reelecto con un número récord de votos en octubre pasado.

Eduardo Bolsonaro se declaró también favorable a la pena capital para los traficantes de drogas, como sucede en Indonesia, país que visitó en 2017, incluyendo una cárcel cercana a Yakarta.

En esa ocasión, el parlamentario solicitó visitar, sin obtener el permiso, el complejo penitenciario de la isla de Nusakambangan, donde dos brasileños fueron ejecutados en 2015 por narcotráfico.

“Allá (en Indonesia) esa política funciona. Cuando uno se pasea por las calles no ve a nadie fumando marihuana o usando ningún tipo de drogas”, dijo.

“Los traficantes, los políticos que desvían fondos destinados a la salud… Hay muchos crímenes que implican la vida de los demás y para los cuales se podría estudiar la aplicación de esta medida (la pena de muerte)”, aseguró.

En Brasil, la abolición de la pena capital fue inscrita en la Constitución de 1988, redactada tras el fin de los años de plomo de la dictadura militar (1964-1985).

Sin embargo, Eduardo Bolsonaro recordó que ese castigo aún rige para los desertores en tiempos de guerra. “¿Por qué no considerar otras excepciones para ciertos crímenes?”, se preguntó en la entrevista, y señaló que un referendo podría permitir reabrir el debate al respecto.

La última ejecución de un civil en Brasil tuvo lugar en 1876, cuando un esclavo fue colgado por haber matado a dos notables.

Jair Bolsonaro, de 63 años, tiene cinco hijos, cuatro varones y una mujer. Sus tres primeros hijos también son políticos.

Flavio, el mayor, de 37 años, fue durante largo tiempo diputado en el parlamento de Rio de Janeiro, y a fines de octubre resultó electo senador. Esta semana fue protagonista de un escándalo relacionado con transacciones sospechosas en la cuenta de un exasistente.

Carlos Bolsonaro, de 35 años, que ocupa un cargo de edil en el municipio de Rio, es considerado la eminencia de la estrategia de comunicación de su padre, que apuesta fuertemente a las redes sociales para mantener su popularidad.