El gobierno de Boris Johnson pidió el martes “calma y moderación” en Irlanda del Norte, después de que las autoridades de esa provincia británica tuviesen que suspender los controles aduaneros introducidos tras el Brexit a raíz de amenazas contra sus trabajadores.

Tras recibir “preocupantes” amenazas en un ambiente de creciente tensión en círculos unionistas, el ministerio norirlandés de Agricultura decidió el lunes por la noche suspender temporalmente las inspecciones de productos en los puertos de Belfast y Larne.

La decisión se tomó a raíz del aumento de “comportamientos amenazantes en las últimas semanas”, especialmente pintadas “que describen al personal del puerto como ‘objetivos"”, explicó el ayuntamiento de la pequeña localidad de Mid and East Antrim Borough, de la que depende Larne.

Según medios locales algunos individuos incluso recopilaron información sobre estos trabajadores, en particular las matrículas de sus vehículos.

Esta intimidación es “completamente inaceptable”, afirmó ante el Parlamento de Londres el ministro del gabinete Michael Gove. “Es vital que todos en Irlanda del Norte, y en el Reino Unido, ejerzan la calma y la moderación, además de determinación para resolver los problemas”, agregó.

La policía norirlandesa dijo haber “aumentado las patrullas” para “tranquilizar al personal y a la población local”.

“Creciente descontento” en filas unionistas

Desde la entrada en vigor el 1 de enero del nuevo régimen posbrexit, las mercancías que cruzan el mar de Irlanda entre Gran Bretaña y la provincia británica tienen que someterse a controles aduaneros.

Esto se debe a que, pese al Brexit, Irlanda del Norte sigue formando parte del mercado único europeo para evitar reinstaurar una frontera con la vecina República de Irlanda -país miembro de la UE- que pudiese amenazar la frágil paz entre unionistas protestantes y republicanos católicos alcanzada en 1998 al término de tres décadas de sangriento conflicto.

Recientemente, el subjefe de la policía norirlandesa advirtió que esto estaba provocando un “creciente descontento” en las filas unionistas, que defienden el mantenimiento de Irlanda del Norte bajo dominio británico y ven el régimen diferenciado como una barrera con el resto del país.

“Es difícil para los políticos (controlar) el nivel de ira que existe en la comunidad”, afirmó en la BBC el ministro norirlandés de Agricultura, Edwin Poots, llamando a la calma.

La primera ministra norirlandesa, Arlene Foster, una unionista personalmente contraria a estos controles aduaneros, calificó las amenazas de “completamente reprobables”, al tiempo que alertaba de las “tensiones comunitarias” en Irlanda del Norte.

Trabajar “sin miedo”

Doce empleados locales trabajan en el puerto de Larne junto con agentes del ministerio norirlandés de Agricultura y miembros de la policía fronteriza británica.

La retirada del personal con “efecto inmediato” terminará cuando “tengamos garantías reales y plena confianza de que pueden cumplir su misión sin miedo”, afirmó el concejal Peter Johnston.

También al otro lado de la frontera, el ministro irlandés de Relaciones Exteriores, Simon Coveney, condenó en Twitter “cualquier intimidación o amenaza”.

El ministro irlandés de Sanidad, Stephen Donnelly, explicó en la televisión pública RTE que las pintadas en cuestión eran “muy amenazantes” y estaban dirigidas contra empleados que realizaban los controles y “ciertos políticos irlandeses”.

Los nuevos controles posbrexit “permiten que el Norte siga constitucionalmente como está, pero con un acceso especial a los mercados de la UE. Y evitan una frontera física en esta isla. Así que los controles son importantes y este tipo de intimidación es totalmente inaceptable”, añadió.

“La amenaza de violencia es sencillamente inaceptable”, consideró en Bruselas el portavoz de la Comisión Europea, Eric Mamer.

Y aseguró que, debido a la situación, también se ha suspendido temporalmente el trabajo de los funcionarios de la UE que participan en los controles fronterizos en los puertos de Irlanda del Norte.